“Con la covid hemos visto un sucio debate político que la ciudadanía no se merece”

Pablo Rabasco | Coordinador de 'Ciudad y Resilencia'

Profesor de la Universidad de Córdoba, ha editado una obra colectiva de 13 capítulos en la que plantean un nuevo escenario donde transformar las ciudades y los territorios

Pablo Rabasco, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UCO.
Pablo Rabasco, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UCO. / Laura Martín

Ha coordinado la publicación de Ciudad y Resiliencia (Akal, 2020), una propuesta colectiva para plantear un nuevo escenario donde poder transformar las ciudades y los territorios. Turismo, infancia, agroecología o el urbanismo feminista son algunas de las áreas de cada capítulo de esta obra que Pablo Rabasco, profesor titular de la Universidad de Córdoba (UCO) en el Departamento de Historia del Arte, Arqueología y Música, se ha encargado de coordinar para ofrecer una visión de cómo se ha afrontado la crisis del coronavirus desde diferentes perspectivas y en 13 capítulos en formato ebook en España, México y Argentina.

–¿Por qué han decidido publicar este libro?

–La necesidad, primero, a nivel profesional como investigador porque estábamos comprobando como el discurso en la calle y muchos medios de comunicación estaban dejando de lado un tema central como es la ciudad, como el lugar donde se estaba realizando el conflicto sobre la covid, y ese análisis no se estaba haciendo, o cuando se estaba haciendo entendíamos que era muy sesgado y manipulado en su significado. Como editor, le planteé a Akal la posibilidad de trabajar con gente que llevaba mucho tiempo haciendo investigaciones sobre ciertos temas que parecen que preocupan mucho a la gente, pero que no están siendo bien tratados en el debate público.

–¿En qué se basan para decir que ha sido un debate manipulado y sesgado?

–Creo que casi todos compartimos que ha sido un debate más centrado en un enfrentamiento político que en un análisis de realidad sobre temas sanitarios, medioambientales, de convivencia. Esos debates sanos, de propuestas que pueden incluir tanto, raramente se han producido. Lo que hemos podido ver ha sido un sucio debate político que creo que la ciudadanía no se merece.

–Entonces, a su juicio, ¿qué debate se debería haber generado al respecto?

–La impresión general, aunque hay gente se ha subido al carro, ha sido de un poco de vergüenza ajena hacia la clase política por estos enfrentamientos. Se ha generado un vacío y no se han generado debates sanos donde la temática que nos preocupaba pudiera llevarnos a tener una información más amplia. El libro trabaja casi todos los ámbitos.

–Uno de esos ámbitos a los que se refiere es el de la infancia

–Las ciudades son adultocentristas, es decir, que son pensadas por adultos, excluyen a la infancia, a la adolescencia y a los mayores y, eso es lo que se ha visto ahora. Con el tema de la infancia, el único mobiliario urbano adaptado a sus necesidades ante la covid está en parques y rodeados de una valla y el resto de la ciudad no tiene. Todo el mobiliario está diseñado, a escala y con colores para adultos. Ellos mismos sienten que la ciudad no es suya, que tienen un trocito muy pequeño. En esa idea de confinamiento, les reservamos un espacio muy pequeño y es una sensación muy negativa, porque la infancia es casi el 30% de la población de Córdoba, teniendo en cuenta la adolescencia, y sus espacios están muy sesgados. Lo más sencillo es pensar que los incontrolables son los que pegan el virus y donde se ha proyectado: no podemos controlar a los niños y, por lo tanto, en casa. Y como mandamos sobre ellos y tenemos la capacidad de decir que no... a nuestro parecer es una falta de respeto. Ha habido gente trabajando desde el enfoque de colectivo, pero es un camino muy largo que recorrer.

–Del boom del turismo urbano al freno a los desplazamientos es otro de los capítulos incluidos en el libro y Córdoba vive del turismo, ¿qué cambios se deberían hacer?

–Esta crisis nos puede servir para hacernos nuevas preguntas. La pregunta no es cómo hacemos para mejorar. Si Córdoba es el segundo destino de turismo cultural, y tenemos la tercera o la tasa de empleo más baja de Europa, lo que habría que preguntarse es que el modelo ni en los mejores años de bonanza no sirve y hay que cambiarlo. Córdoba, tal y como plantea su desarrollo turístico-cultural, lo que genera es una de las ciudades más pobres de Europa. La pregunta no es cómo nos va a ir en Fitur este año o cómo subir la tasa de pernoctaciones porque todo eso nos puede generar más volumen de turismo, pero no mejora la situación de nuestra actividad ni la de los vecinos porque la tasa de desempleo se mantiene igual. En todo caso, de mejorarse -las tasas- son sumamente precarias y estacionales y no ayudan.

–¿Por qué tipo de modelos se decantan?

–La ciudad apostó por ese modelo, pero se puede apostar por otros. Tienen que venir nuevos espacios para el desarrollo rural de una manera mucho más potente. Hay que apostar también por el emprendimiento rural, que es otro de los factores que normalmente en todos los análisis aparece, ya que Córdoba es una provincia riquísima tanto en agricultura como en ganadería, y en temas de tradición ecológica. Hay un sector muy rico e importante y lo que se está produciendo es un abandono del ámbito rural para ir a Córdoba para trabajar, pero ¿de qué? Hay que repensar esos modelos, volver a trabajar en el campo, que genera mucha industria subsidiaria. Hay un capítulo muy interesante sobre agroecología y mercados, que plantea como las producciones del ámbito rural establecen nuevas relaciones con la ciudad, no solo en la forma de alimentación, sino de convivencia porque genera espacios más sanos en la ciudad y los hacen más apetecibles y hablan de las nuevas formas de mercado. Es otro modelo. En Córdoba el turismo tiene que ser algo más, un aporte económico más, pero no esta dependencia que genera precariedad.

Un momento de la entrevista a Pablo Rabasco.
Un momento de la entrevista a Pablo Rabasco. / Laura Martín

–En este análisis también se detienen en los barrios y en cómo el coronavirus les ha afectado

–La covid no solo es un virus que infecta a una persona en un porcentaje bajo pero más alto de lo esperado y fallece, sino que genera enormes problemas económicos en tanto que hemos estado confinados. No hablamos de la covid solo como enfermedad que afecta a alguien de Las Palmeras, Cañero o el Sector Sur, sino cómo afecta a todo su entorno. Está claro que en los barrios que tradicionalmente han estado más desatendidos o en los barrios más marginales, esa fragilidad se ha notado inmediatamente. Lo que hemos hecho ha sido un análisis de dos capítulos, uno sobre los barrios de Andalucía tradicionalmente más reconocidos en estado marginal y otro sobre las villas de Buenos Aires (Argentina). Se ven correspondencias en dos cosas. Una de ellas es la enorme falta de respeto y cómo se ha hablado de los barrios marginados en España por parte de algunos medios; en Argentina han sido similares, como barrios fuera de ley y de control. El mismo día que salían esas noticias en la prensa nacional, sobre el barrio de las Tres Mil Viviendas en Sevilla o en Las Palmeras, todo Madrid estaba colapsando las salidas hacia la segunda residencia en la A-6. El tratamiento de cómo se hablaba de eso, el colapso o las nuevas medidas se llevaba a otro tipo de debate con otro tipo de lenguaje. Sin embargo, veían a personas en Las Tres Mil Viviendas y volvía el insulto fácil, bárbaros, incontrolables… Pero lo que se ha hecho también ha sido estudiar las redes de apoyo mutuo que se han dado en ambas situaciones; redes de alimentación, de apoyo, de acompañamiento….

"El desarrollo turístico-cultural de Córdoba lo que genera es una de las ciudades más pobre de Europa"

–En definitiva, es vuestro punto de vista de cómo se ha tratado la crisis del coronavirus desde diferentes ámbitos

–Al final, cuando leemos el libro, con un lenguaje claro, que no es para un lector demasiado versado, sino de un nivel que cualquier persona puede leer y entender, nos da la idea de problemas que eran anteriores y que la covid ha sido una situación extrema hasta el punto de que las personas que estudiamos y analizamos este tipo de problemáticas, que siempre se han tratado como marginales o marginadas dentro de la academia o como colaterales a otros temas principales, ahora se están poniendo el centro. Un tema que, por ejemplo, me apasiona es el capítulo sobre la ciudad feminista, de Blanca Valdivia. Se ha planteado la escasa repercusión al principio, cuando se decía “encerrada con su enemigo”. ¿Qué ocurre con esas cientos y miles de mujeres que quedaron encerradas en sus casas? Eso fue al principio y nada más. Luego no fue un tema importante y la palabra feminismo no salía al debate. Sin embargo, hemos creído que la ciudad reproduce ya ciertos roles de estar más diseñada hacia el hombre y también en el ámbito de la vivienda. En el capítulo también se habla de algo positivo, cómo la mujer ha ejercido roles de cuidadora en situaciones muy extremas atendiendo a los miles de casos de covid en las casas. Han sido las mujeres las que los han cuidado y quienes también han tenido que adaptar el hogar, han preparado habitaciones, las ha aislado...

–Y usted, ¿Cómo ha vivido el confinamiento?

–Pues tuve que tener un encierro al principio de 14 días porque estuve en el Congreso de los Diputados en Madrid cuando todo el follón de los contagios y me tuve que quedar encerrado. Luego tengo 176 alumnos y fue cuando empecé a decir que necesitaba otro ámbito para simplemente no llevarme por esta situación, ni atraparme por esta monotonía y fue cuando empezamos a contactar con esta gente, con las que ha trabajado muchas veces. Me pareció un buen comienzo para unir un proyecto colectivo.

–¿Qué aspecto le ha llamado más la atención de la crisis sanitaria de estos meses?

–Pues lo que más me ha llamado la atención ha sido lo negativo por mi propia condición y me ha dado mucha pena la condición política, también la crispación y convertir los balcones en un lugar de esperanza y de apoyo al principio, en lugares conflictivos a través de banderas, a través de signos que segregan, que excluyen, y como se ha ido politizando; es lo que me ha sorprendido.

–Estamos ahora en plena ola de brotes y nuevos casos. Después de todo lo que ha pasado y el análisis que han hecho, ¿estamos preparados para enfrentarnos a ello o seguimos en el mismo punto de partida?

–No ha cambiado nada. Lo que hemos hecho ha sido una reflexión en voz alta. Es un libro muy pensado para el ámbito de trabajo en la administración pública, arquitectos, urbanistas, en sembrar una semilla lo más potente posible para empezar a pensar otras cosas, pero desde que saltó el estado de alarma, lejos de cambiar, lo que hemos seguido viendo son recortes en espacios educativos y en sanidad. Allá donde la destrucción de los sistemas públicos estaban pensados, se siguen destruyendo. Lo que nos ha dejado bien claro la covid es la enorme dependencia que tenemos de lo público de calidad. En Estados Unidos, donde todo es privado no van a acabar nunca y van a convivir con la muerte diariamente, y en Brasil ocurre exactamente igual con Bolsonaro. El otro día escribí una frase que podía simbolizarlo: Nosotros buscamos la vacuna y la covid busca las ciudades neoliberales, allá donde se está expandiendo.

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