crimen en el pretorio

Dos décadas en el recuerdo

  • Familiares y amigos de las policías locales María Ángeles y María Soledad rinden homenaje a las agentes en el 20 aniversario de su asesinato

Un momento del homenaje a las dos agentes que fueron asesinadas el 18 de diciembre de 1996.

Un momento del homenaje a las dos agentes que fueron asesinadas el 18 de diciembre de 1996. / barrionuevo

El hijo de la policía local Rafaela Jiménez va a cumplir dentro de un par de meses 20 años, los mismos que ayer se cumplieron del fatídico día en el que fueron asesinadas a sangre fría las agentes María Ángeles García y Marisol Muñoz a la altura de la antigua ermita del Pretorio a manos de Claudio Lavazza, después de que la conocida como banda de la Nariz hubiera atracado la oficina del banco Santander de la plaza de las Tendillas y que huía con el vigilante de seguridad Manuel Castaño como rehén. Un suceso que conmocionó a Córdoba por la forma en la que los asesinos decidieron acabar con la vida de estas agentes, cuando el trabajo que hacían en ese momento era cumplir con su deber como policías locales.

Rafaela Jiménez es policía local y aquel mismo día, en el que Córdoba afrontaba una jornada lluviosa de otoño, ella estaba ingresada en el Hospital Reina Sofía por molestias en el embarazo y no estaba de servicio junto a sus compañeras. Un hecho que recuerda cada año y que le trae a la memoria una doble sensación: la de no poder trabajar aquel día por estar en el Hospital y la felicidad de que dos meses después naciera su hijo. "Marisol era simpatiquísima y María de los Ángeles era muy alegre y cuando llega esta fecha es un momento muy triste", aseguró ayer tras el homenaje que rindieron familiares, amigos, compañeros y responsables municipales en el monolito situado en la zona del Pretorio, lugar donde fueron asesinadas.

Han pasado ya veinte años de aquellos hechos que todos quisieran olvidar y desear que nunca hubieran pasado y puede que los recuerdos ya no sean tan lúcidos dos décadas después, pero Rafi Jiménez aseguró que la muerte de sus dos compañeras "no se me olvidará nunca". Aquel 18 de diciembre, a la altura del Pretorio donde ahora se encuentra ubicado el monolito en homenaje a estas dos valientes mujeres, Lavazza ordenó a sus compañeros, que iban en un vehículo que había sido robado, que se detuvieran. A continuación, bajó del coche y no tuvo reparos en dirigirse hasta el vehículo policial en el que iban las dos agentes. Sobre ellas descargó dos ráfagas de metralleta; ni María de los Ángeles ni María Soledad tuvieron la oportunidad de defenderse y murieron en el acto.

Después de este día en el que Córdoba se vistió de luto y vivió momentos de auténtico terror por la persecución policial por las vías de la capital, en el seno de la Policía Local se vivió "un completo abatimiento" y los efectivos estaban "hundidos". Es la confesión que hizo Mariano Jiménez, otro agente que sigue manteniendo en la memoria el impacto de aquella jornada que dejó asolada a la ciudad y que no faltó al homenaje. "Eran buenas profesionales y amigas de sus compañeras", recordó, al tiempo que relató una broma que solían gastar a María de los Ángeles, como coger la bolsa del pan que dejaban en la puerta de su casa cada día y que luego le devolvía la patrulla. Aquella jornada, Jiménez estaba de turno de tarde. Sin embargo, aquella mañana "me llamaron y me dijeron que había pasado algo importante y me puse a disposición" del cuerpo, anotó. También él tiene presente a sus compañeras después de todos estos años, de las que indicó que "eran especiales" y de las que aseguró que se queda con sus risas.

Los hechos sucedieron a primera hora de la mañana, cuando la banda aprovechó la entrada de un empleado del banco Santander para introducirse en la sucursal desde la calle Málaga. A continuación, redujeron a los trabajadores y se hicieron con un botín de 99 millones de las antiguas pesetas. Aún hay más, porque cogieron de rehén al vigilante de seguridad Manuel Castaño y salieron por la calle Góngora desatando el caos en la capital durante demasiadas horas. No en vano, en su huida no tuvieron reparos en encañonar a varias personas y robar el citado vehículo, además de equivocarse en el cruce de Claudio Marcelo, hasta girar hacia la calle Alfaros y llegar a la plaza de Colón. A pocos metros de distancia, María de los Ángeles y María Soledad esperaban en el coche policial cumpliendo una gran misión policial y, a pocos metros, cayeron abatidas por los disparos mortales de Lavazza.

Al homenaje acudieron las familias de ambas policías y en el mismo se las recordó con un minuto de silencio y una ofrenda floral. No faltó al acto la alcaldesa, Isabel Ambrosio, quien consideró que este acto supone "el reconocimiento al trabajo que les costó la vida", unos hechos que quedaron "marcados" en la Policía Local. "Aunque hayan pasado 20 años, se vivió con mucho dramatismo y se las sigue echando de menos", anotó.

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