Córdoba

La dama cordobesa de la danza

  • María Carcacuel García Su academia de ballet fue la primera de la ciudad, también la única de Andalucía y de las pocas de España, y dio a conocer las obras maestras del clásico

La dama cordobesa de la danza

La dama cordobesa de la danza

Maruja Caracuel nació en la localidad de Fernán Núñez el 4 de mayo de 1937 y ya a una edad muy temprana mostró su fascinación por la danza y trató de imitar a las grandes figuras del ballet clásico. Maruja era una niña algo delicada en cuanto a la comida se refiere y su madre tenía que ingeniar infinidad de cosas para ello, como sentarla en lo alto del mostrador de la tienda que tenían en Córdoba para que Maruja, que sólo contaba dos años, comiera. Un día, en aquel mostrador había una revista ilustrada con una fotografía de la bailarina rusa Anna Pavlova, a la que la niña, nada más verla, comenzó a besar de manera muy efusiva. Desde entonces, todos los días tenía que comer con aquella fotografía delante y, a partir de ahí, más de una vez, siendo Maruja tan pequeñita, su madre la vio ponerse de puntillas para imitar a una de las grandes del ballet clásico.

Con quince años daba clases a niñas y con 18 creó su primera escuela, después de acondicionarlo como pudo. Comenzó a dar clases en el patio de la casa de sus padres en la calle Evaristo Espino, en las viviendas que Fray Albino construyó en el Campo de la Verdad y donde a veces había que retirar los muebles para poder trabajar con algo de espacio.

Aunque estudió y se colocó en el Ministerio de Hacienda, su afición a la danza pudo más que la oposición familiar a que se dedicara a ello. A los 17 años, en 1954, con su cuerpo de baile apareció por primera vez en Televisión Española y a raíz de aquella intervención, estuvo cinco años ininterrumpidos en diferentes programas de la cadena pública. En aquellos tiempos llegó a viajar con su compañía a Madrid todas las semanas para interpretar sus coreografías de los clásicos.

La academia de ballet de Maruja Caracuel fue la primera de la ciudad, pionera en conseguir que se hablase de ballet en Córdoba y en dar a conocer las obras maestras de la danza clásica, también la única en Andalucía y una de las pocas de España, y por la que al cabo de más de medio siglo han pasado miles de jóvenes.

Había sacado adelante sus estudios de danza contra la recomendación de su familia, que prefería otra carrera, pero su empeño valió la pena. En los años 60 trasladó su academia a un bajo de la calle Cruz Conde, poco después se estableció durante años en la calle Diego de León y posteriormente se trasladó a la calle Manuel de Sandoval. Su hija Tania Ramírez Caracuel, bailarina y coreógrafa, continúa al frente de la academia que creó su madre en una Córdoba que poco o nada sabía de danza en aquella época.

Muchas han sido las intervenciones que con su ballet clásico realizó en Televisión Española o Canal Sur Televisión, como son muchos los premios recibidos en su larga y fecunda carrera. Además, su ballet actuó en numerosas ciudades del mundo.

Su trabajo, tanto en la enseñanza como en la producción de montajes, se desarrolló siempre de forma privada, sin ningún tipo de ayuda institucional, como ella se encargó siempre de recordar. Lo que contrasta con el cariño que a nivel más popular le profesó siempre la ciudad. Anualmente organizaba el Festival de Ballet para celebrar el final de curso en el Gran Teatro de Córdoba y cerraba el festival de danza de Valenciennes (Francia). Estaba casada con Francisco Ramírez Castro, con el que tuvo dos hijos, Tania y Francisco Javier.

De formación autodidacta, esta profesora, coreógrafa y bailarina, se dedicó durante cincuenta años a la enseñanza de la danza en Córdoba, donde su estudio ha sido un popular referente para miles de niñas y niños de varias generaciones, que aprendieron de ella no sólo la disciplina artística y la exigencia técnica del ballet clásico, sino valores como la solidaridad, el compañerismo, la superación o el esfuerzo. Mujer solidaria, acudía cuando era llamada para infinidad de actos benéficos (Unicef, Cruz Roja, Manos Unidas, Cruz Blanca, Ayuda en Acción, Campaña contra el hambre, Niños saharauis, entre otros).

A lo largo de todos estos años, por el Ballet de Maruja Caracuel han pasado numerosas artistas conocidas, nombre de grandes bailarinas que tuvieron allí el comienzo de carreras que serían brillantes, como Maica Moyano o Elena Figueroba, que después formó parte del Ballet Nacional. O como Inmaculada Aguilar o Macarena Gómez, y cientos de jóvenes anónimas a las que preparó para los exámenes de danza, que se imparten en Madrid, Sevilla y Málaga. La seño no creía que la danza fuera una simple carrera académica, sino que quiso transmitir y lo logró el amor al ballet, la pasión por la danza. Quería hacer sentir bailarinas a las que eran buenas, a las malas y a las regulares. Les hacía sentirse especiales a todas.

Falleció a los 73 años, el 11 de enero de 2011 en el hospital de la Cruz Roja de Córdoba. El consejo rector de la Gerencia de Urbanismo de Córdoba aprobó en diciembre de 2011 una calle con su nombre en San Rafael de la Albaida. Sembró la semilla de la danza en Córdoba, pero sus alumnos recordarán siempre a su seño por la fuerza de quien persigue un sueño toda su vida. El sueño de ser artista.

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