Medio Ambiente
  • La presencia de esta ave invasora es aún incipiente, aunque entra en competencia con especies locales como el cernícalo primilla o el murciélago

La incómoda invasión de las cotorras en Córdoba

Ejemplar de cotorra argentina en Córdoba. Ejemplar de cotorra argentina en Córdoba.

Ejemplar de cotorra argentina en Córdoba. / El Día

Escrito por

· Lourdes Chaparro

Redactora

Las cotorras invadieron Madrid hace un par de años y hay una plan para su eliminación. La presencia de esta ave invasora ya se ha hecho palpable en Córdoba y aún hay tiempo para que la ciudad no tenga que librar una batalla contra ellas desde el punto de vista del medio ambiente

Dos son las especies que viven ya en diversos puntos de la capital y de la provincia, según explica Diego Peinazo, miembro de Ecologistas en Acción. La cotorra Kramer es una de ellas y llegó allá por la década de los 90 del siglo pasado. En un principio, era un animal de compañía y "la gente las tenía en sus casas". Sin embargo, ahora ya no están en los domicilios, sino en la calle. Según sus cálculos, en Córdoba hay unos 50 o 60 ejemplares, una cantidad pequeña si se compara con las que hay en Sevilla, que se elevan a 5.000.

Por ello, considera que ahora es más "conveniente" intentar reducir su presencia porque se trata de "una población pequeña". Esta cotorra, continúa, cría en los huecos de los árboles y entra en competencia con otras especies, como por ejemplo con el cernícalo primilla, pero también con los murciélagos.

La presencia de cotorra argentina en Córdoba, por su parte, "es más reciente", según Peinazo, quien anota que debe haber unos 14 ejemplares "como mucho". En el caso de la capital, "crían alrededor del antiguo hotel Meliá -el actual Eurostar Palace- y también por la zona de la Levante", detalla. En el caso de la provincia, hay también una pequeña población en la zona de Peñarroya-Pueblonuevo. En este caso, se alimentan en cultivos cercanos, si bien explica que "si salen de Córdoba, es difícil que se establezcan en el entorno rural".

Por ello y, al igual que en el caso de la cotorra Kramer, considera que se trata de "una población que se puede controlar aún o intentar que no se reproduzcan", mientras que otra de las medidas que se pueden llevar a cabo es la de "capturarlas".

No obstante, también queda en manos de la propia naturaleza que las cotorras mueran por un "depredador natural, como una rapaz como un halcón peregrino, pero aquí no lo tenemos", reconoce. 

También lanza un dato positivo para estas aves al señalar que es "menos impactante para la fauna, aunque más problemática para la ciudadanía por el ruido que hacen". 

Pero la presencia de la cotorra no solo se debe al hecho de que hace más de tres décadas se comprara como animal de compañía, sino también por el "cambio climático". Al menos, es lo que considera el coordinador de Ecologistas en Acción en Córdoba, Juan Escribano, quien también señala que en Córdoba aún no se ha registrado una invasión tal y como ocurre en otras poblaciones como Almería o Málaga. 

En el caso de la capital, Escribano destaca que viven en la zona de Colón y en el entorno del parque Cruz Conde. "Son muy longevas, muy fuertes y desplazan a especies autóctonas como el mirlo o los gorriones". También detalla que normalmente las cotorras hacen "nidos colectivos en los que viven entre 15 o 20 parejas". El problema, reconoce, es el ruido que generan y, por ello, es necesario que se pongan medidas para evitar que en Córdoba haya una invasión de cotorras. 

La flora de Córdoba también sufre sus propias especies invasoras. Al respecto, el experto en especies invasoras y miembro del grupo de investigación de Evaluación y Restauración de Sistemas Agrícolas y Forestales de la Universidad de Córdoba, Pablo González, alude, por ejemplo, al ailanto o árbol del cielo, que está presente en el Parque de Hornachuelos.

Se trata de una especie que se autorizó para zonas de carreteras, que resulta “difícil de aislar” y que ha aparecido ya en el bosque de ribera y “tiene mucha mancha”. Otra de las plantas invasoras a las que alude es la del estramonio, de carácter “ornamental”, que se puede encontrar en Cardeña. A su juicio, ambas son las “más relevantes” y su peligro es que “ocupan parte del nicho de ribera y lo tapizan todo”.

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