Córdoba

La cordobesa que conquistó a Colón

  • Beatriz Enríquez de Arana Comenzaron la relación cuando ella tenía 20 años y él 30. Tuvieron un hijo, Fernando, en 1488 pero después del famoso viaje la abandonó

La cordobesa que conquistó a Colón

La cordobesa que conquistó a Colón

Nace en Santa María de Trassierra (1467-1521). Hija de pequeños agricultores vizcaínos emigrados a Andalucía, Pedro de Torquemada y Ana Arana. Huérfana a los cuatro años, permaneció junto a su hermano Pedro, bajo la tutela de la abuela materna Leonor Núñez y su tía, Mayor Enríquez. Fallecida éstas, fue tutor su tío, Rodrigo Enríquez de Arana, lagarero de profesión. Tenían un cierto nivel social, ya que Beatriz sabía leer y escribir, hecho infrecuente en la época. Le enseñarían a trabajar como tejedora. Beatriz conoció a Cristóbal Colón en casa de sus parientes de Córdoba, cuando esperaba ser recibido por los Reyes Católicos. Al convertirse Córdoba en residencia habitual de la corte año tras año, de la primavera al otoño, era también cita obligada para Colón, que en 1486 mantuvo la primera entrevista con los reyes en el Alcázar.

Fue en Córdoba donde pasó las mayores necesidades y "traía la capa raída, o pobre", según el cronista Fernández de Oviedo. Se acogió a la caridad del convento de la Merced, donde hoy, Palacio de la Diputación Provincial, una placa lo recuerda. Su necesidad llegó a tanto que se dedicó a mercader de libros de estampa y a pintar cartas de marear para venderlas a navegantes. A fines de 1487 su empresa era rechazada nuevamente.

Su relación comenzaría cuando Beatriz tenía 20 años y él 35 y ya era viudo. De ella nació en 1488 su hijo Fernando. Colón volvió a Córdoba en 1492, tras firmar las Capitulaciones de Santa Fe, y le encargó la tutela de su otro hijo, Diego, ya que debía emprender el famoso viaje. Los recogería al año siguiente, en 1493, cuando pasó por Córdoba camino de Barcelona, donde informaría a los reyes del hallazgo de la India. Fue entonces cuando abandonó a Beatriz, sin que se sepa que volvieran a tener contacto. Fernando Colón estaba privado de ser heredero de bienes y dignidades, siendo hijo natural. Fue menester presentarlo ante los reyes haciendo la respectiva declaración de paternidad. De esta manera pudo convertirse en paje del príncipe Juan. Muerto este en 1497, los hijos de Colón serían pajes de la reina Isabel la Católica. Los pajes eran todos hijos de la nobleza más florida de Castilla. El tutor de los pajes era el humanista Pedro Mártir de Anglería, milanés, futuro cronista de Indias y amigo personal de Colón.

Mucho se ha especulado sobre por qué el almirante, viudo de su primera mujer portuguesa Felipa Moñiz, no quiso casarse con la cordobesa. Se habla de una posible traición de Beatriz o incluso la posibilidad de que ella fuera judía y temiera a la Inquisición por ser familia de cristianos nuevos o "marranos". El síntoma más significativo es la deliberada supresión del nombre del padre de Beatriz y de su hermano Pedro.

Aunque nunca se casaron, se pretendió simularlo en el Siglo XIX, cuando se intentó la canonización del descubridor. La explicación según el profesor Manzano es más sencilla que todo esto. La vertiginosa ascensión social de Colón tras el primer viaje hizo imposible la unión entre él, ya virrey, almirante y gobernador, con la humilde Beatriz. Las leyes de Castilla imponían restricciones a los matrimonios de los Grandes del reino. Colón manifestó varias veces su estimación hacia Beatriz. Le asignó en 1493 una corta pensión: los 10.000 maravedíes de juro que los Reyes Católicos ofrecieron a quien primero divisara la tierra de la Indias, con los que se había quedado alegando que le correspondían a él y no el marinero Rodrigo Bermejo. Córdoba era el domicilio que Colón estableció para esta renta vitalicia que traspasó a Beatriz.

En 1502, poco antes de partir a su cuarto viaje, ordena a Diego que vele por Beatriz Enríquez "por amor de mí, atento como tenía des a tu madre: haya ella de ti diez mil maravedís cada año, allende de los otros que tiene…". Y en su testamento, encarga a Diego que no descuide a Beatriz y la provea de todo lo necesario para vivir "como a persona a quien soy en tanto cargo. Y esto se haga por mi descargo de conciencia, porque esto pesa mucho para mi ánima. La razón dello non es lícito de la escribir aquí".

Doña Beatriz sobrevivió a Colón (falleció en 1506) más de 15 años. Así lo prueban algunas escrituras que atestiguan las dificultades económicas a las que tuvo que hacer frente vendiendo dos casas de su propiedad heredadas tras la muerte de su madre. Al retraso en el pago de rentas encomendadas por Colón a Diego se sumaría el total desamparo de su hijo, que siempre expresó hacia ella un desapego extremo. Ni siquiera quiso conservar los bienes que ésta le legó. Su pasado plebeyo siempre le pesó. Pronto se vinculó a los viajes de su padre, participó con 14 años en su cuarta y última expedición a América. Después, viajó por Europa, consagrándose a su pasión, los libros, hasta dotarse de una de las mejores bibliotecas de su tiempo en España. Falleció en Sevilla en 1539.

Ella, sin embargo, prefirió vivir casi en la indigencia y nunca reclamó la herencia que al morir Colón le dejó (correspondiéndole un 10% de los beneficios de los viajes debido a las Capitulaciones de Santa Fe). De la buena relación de Colón con la ciudad de Córdoba dan fe que comunicase por carta al Concejo de Córdoba la noticia del Descubrimiento o su estrecha relación con los Arana. Rodrigo de Arana -tío de Beatriz- lo acompañó en su primer viaje y después se sumaron su primo Diego de Arana y Pedro de Arana (hermano), quien participó en la tercera expedición, según cuenta el Padre Las Casas. La ciudad recuerda la memoria de Cristóbal Colón con una gran plaza y jardines que llevan su nombre, construidos en 1905; con un grupo escultórico en el Alcázar, representando a Colón con los Reyes, erigido en 1971; y con las calles Fernando Colón y Doce de Octubre en el centro y la de Beatriz Enríquez en el barrio de la Huerta de la Reina.

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