Churrería Macape: desayunos y meriendas tradicionales desde 1984

Comercios con historia

El establecimiento fue fundado por Carlos Ruiz y María Campos tras llegar de la capital catalana

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Carlos Ruiz en la Churrería Macape

Existe un negocio en Córdoba que lleva más de cuarenta años siendo uno de los protagonistas para los desayunos y meriendas tradicionales. La churrería Macape nació en 1984 de la mano de Carlos Ruiz y María Campos en el barrio de Santa Rosa (Comandante Velázquez, 3). Su denominación surgió de la unión de los nombres de sus hijos: María del Carmen, Carlos y Pedro.

Los fundadores habían aterrizado en Córdoba después de pasar varios años en Barcelona, también trabajando en el mundo del churro. “Notaron que con este tipo de negocio podían sobrevivir en Córdoba, así que se vinieron para la ciudad para estar más cerca de sus familiares”, relata Inmaculada Navarro, nuera de los fundadores, que recuerda la historia del establecimiento a El Día de Córdoba.

El nacimiento del negocio no fue casualidad, ya que un cuñado de Carlos ya estaba al frente de una churrería en la provincia catalana. Como describe Navarro, “él los introdujo en este mundo, aunque, por aquel entonces, también hacían patatas fritas y rosquillas”, sintetiza mientras recuerda la especialización del negocio.

Durante estas cuatro décadas, la forma de vivir de un negocio era muy distinta, y también los recuerdos que se amasaron en ella. ”En aquellos ochenta, el negocio era una churrería y en la parte de atrás estaba la vivienda de los dueños, pero hoy en día esto no es así. En la parte de delante tenían su trabajo, detrás hacían su vida", narra Navarro. También recuerda uno de los nacimientos de su cuñada, que llegó al mundo en uno de los días con más demanda en este tipo de negocios, un domingo.

Churros y jeringos para todos los gustos

Los cambios también se hacen tangibles en las instalaciones de Macape. Aunque la ubicación luce una decoración con estilo y actualidad, "la distribución sigue siendo la misma", aclara Navarro. “Fue en 2019 cuando mi suegro delegó todo en Carlos. Fue cuando reformamos y la convertimos en cafetería como tal. Al principio, además de churros, tenía bar", describe. Ahora, la filosofía del negocio es más tradicional: “Nos basamos básicamente en los churros, tenemos jeringos, típico de Córdoba, y churritos más pequeños. Como churrería, ofrecemos el churrito cubierto de chocolate, blanco o fresa", describe.

La carta, por tanto, está llena de novedades gastronómicas que unen tradición con nuevas tendencias: "También tenemos distintas salsas que se toman en frío, a diferencia de lo tradicional que se toma el chocolate caliente. Estas salsas son una versión disociada de lo que es el churro relleno, que también tenemos, pero por encargo. Se lo llevan por cajitas, es un producto que debe comerse en el día”. “Nosotros somos un negocio tradicional, partimos de cero, no nos traen nada elaborado. Por las mañana, sí que puedes disfrutar de la carta de tostadas, tenemos cinco tipos de pan y 20 variedades con las que acompañar ese pan”, describe Navarro.

Respecto a los útiles que han ido cambiando la forma de trabajar, “ellos empezaron con la típica jeringa". Luego llegaron máquinas muy básicas para hacer los jeringos, que eran una tolva, en la que hechas la masa y con el mismo peso de ella le vas andando la forma. "Ahora vienen las máquinas más completas con reguladores para que trabajes la masa a tu gusto", describe.

Churrería Macape

Sobre la estacionalidad, como indican desde el comercio, en invierno se abre mañana y tarde. Es a partir de mayo cuando reducen su horario a sólo mañana. Sin embargo, estos cambios de horas no influyen en la popularidad de la churrería. “La gente no renuncia. En el mes de agosto vendemos más en proporción a la mañana que lo que se vende durante el invierno, lo que pasa es que en invierno se tiene la venta repartida entre mañana y tarde”, específica. “Aquí en Córdoba hay mucha cultura de comer jeringos, y últimamente está en tendencia, porque le hacen un guiño a lo antiguo. Es un producto sano, por mala fama que tenga, si lo comparas con una bollería industrial. Es harina, agua, sal y levadura, y frito en aceite, pero no lleva conservantes, ni colorantes”, justifica.

A este comercio de más de cuarenta años llega clientela de siempre y mucha gente nueva, ya que como explican el "boca a boca y los años de trabajo" le han hecho ganar esa popularidad, que se traduce en comandas de este producto tan aclamado durante todos los meses del año.

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