Los centros de desintoxicación atienden a más de 3.300 adictos

Córdoba es la tercera provincia andaluza con más aceptaciones a tratamiento por consumo de drogas en instituciones financiadas por la Administración andaluza

Miguel Santos

12 de julio 2015 - 01:00

Cádiz, El Puerto de Santa María, Málaga, Valencia, Madrid, Gran Canaria, Lanzarote, Badajoz, Sevilla o Zaragoza. Manuel Sánchez ha recorrido el perímetro español de cárcel en cárcel. 21 años preso por delitos relacionados con el consumo de drogas. "Mis padres me abandonaron a los tres años. A los diez años empecé a vivir de nuevo con mi padre, pero no lo sentía como tal. En ocasiones, sentí odio por él. Ahora vivo en Córdoba. Aún estoy en libertad condicional, pero llevo 11 años sin consumir", declara. Sánchez, que hoy tiene 50 años, comenzó a consumir alcohol, tabaco o cannabis a los 12 años; tripis, pastillas y anfetaminas a los 14; y heroína y cocaína a los 15. "Necesitaba consumir todos los días. En 2005 decidí pedir ayuda a Proyecto Hombre en Córdoba; estaba tan acostumbrado a vivir de cárcel en cárcel, entre droga y delincuencia, que me daba miedo salir de ahí. Era mi modo de vida", sentencia. Tras un largo proceso de rehabilitación y dudas, Sánchez consiguió recuperar "una vida tranquila". Tras su salida, se siente como "un verdadero imbécil por los años, oportunidades y personas" que ha dejado en el camino debido a su adicción.

Córdoba es la tercera provincia andaluza con más admisiones a tratamiento por el consumo de diferentes drogas. 3.302 personas reciben tratamiento por su adicción a la heroina, la cocaína, el cannabis, el tabaco o el alcohol en la provincia, únicamente superada por Sevilla, con 4213 admitidos, y Cádiz, con 3741. La adicción al alcohol es la máxima responsable de la inclusión en estos programas en Córdoba, con 1526 personas -lo que representa un 46,21% del total-, seguida del consumo de cannabis, con 594 personas, y el consumo de cocaína, con 435 personas.

La cifra, indicada en la memoria de Atención a las Drogodependencias y Adicciones de 2014 elaborada por la Junta de Andalucía, representa, de cualquier modo, un considerable descenso con respecto al año anterior. En 2013 las admisiones se elevaron hasta 3.302, un 8,3% más que durante el pasado curso. Todas las sustancias a las que las admisiones hacen referencia sufrieron una bajada con respecto al año anterior. Los tratamientos en centros financiados por la Administración andaluza se redujeron desde los 201 a los 168, las admisiones por consumo de cocaína bajaron 19 puntos y las provocada por el consumo habitual de cannabis descendieron de las 549 de 2013 a 540.

"Entré el 30 de junio de 2009 y salí en febrero de 2010". Con ésta exactitud recuerda José Carlos Carrión su paso por Arco Iris, decisión que le permitió desvincularse por completo de su adicción a la cocaína. "Empecé a consumir con 14 años y hasta los 23 no noté que la vida se me escapaba. Empecé a perder a mi mujer, mi hijo y a fallar en el trabajo", declara Carrión. Ahora cuenta por seis sus años sin consumir drogas psicoactivas, como la cocaína, y sin ingerir alcohol. Trabaja en un bar familiar y asume que aunque es él quien sirve las copas, su vida ahora "es mucho mejor". "El yonki no es el que está tirado en un banco en plena calle con la jeringuilla a la vista, el yonki es el que consume todos los días y piensa en ello desde que amanece", advierte.

Proyecto Hombre (PH) es una de las organizaciones que ofrece ayuda, entre otras, a personas con problemas relacionados con el consumo de droga. El coordinador de PH Córdoba, Jesús Tamayo, afirma que actualmente trabajan en la provincia con una decena de jóvenes -generalmente de entre 15 y 18 años-. "La mayoría de los jóvenes que piden ayuda por el consumo de drogas lo hacen por su adicción al cannabis", declara.

Proyecto Hombre ofrece a los usuarios dos tipos de tratamientos: el tratamiento ambulatorio, que permite una mayor autonomía al afectado y requiere una mayor concienciación y convencimiento de éste, y el tratamiento residencial. "Uno de los aspectos más importantes de la terapia es identificar cuales son las carencias emocionales que han provocado comportamientos como el consumo de drogas. Normalmente, son heridas de la infancia o la adolescencia", indica Tamayo. El consumo suele empujar al drogodependiente a una dicotomía social: los grupos que desconocen la adicción y los grupos que conocen ésta. "Poco a poco abandonan el primer grupo y sus relaciones giran en torno al consumo. Las reuniones están motivadas únicamente por la droga", señala el coordinador de PH en Córdoba.

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