El catedrático que cuenta la Historia que nunca se atrevió a contar la Historia

Cordobeses en la historia

Antonio Barragán Moriana nació en Aguilar, estudió por libre en Cabra, se hizo maestro con 18 años y alcanzó doctorados y cátedras que consagra a reescribir lecciones desmemoriadas.

El catedrático que cuenta la Historia que nunca se atrevió a contar la Historia
El catedrático que cuenta la Historia que nunca se atrevió a contar la Historia
Matilde Cabello

28 de abril 2013 - 01:00

SE lloraba la muerte de Ballesteros Beretta, el americanista que retrotrajo al país al concepto de núcleo de la Historia Universal de las escuelas historiográficas del medievo, con don Pelayo, Fernando III o Colón como héroes. En los cines de verano el NO-DO mostraba procesiones bajo arcos floridos, pescas masivas de atunes en el Azor y estudiantes del SEU celebrando carreras de sacos para chicas y actos deportivos para ellos. Los campesinos, lejos de agitarse sobre las besanas y los pámpanos, sudaban alegremente vestidos de domingo ante una cámara gris, y Córdoba, que soportaba 40 grados a la sombra, recibía a su flamante alcalde, Alfonso Cruz Conde, a su regreso de Madrid, con un millón de pesetas para el paro. El silencio se cernía sobre los casi 600 republicanos asesinados en la Sierra o al amanecer que se habían registrado el año anterior a aquel domingo de julio, cuando agonizaba el que fuera bautizado por los historiadores como el Trienio del Terror (1947-1949).

Al sur de la sierra del Guadiato y Los Pedroches, en donde sobrevivían los últimos guerrilleros, nacía en Aguilar de la Frontera, ese domingo 31 de julio de 1949, Antonio Barragán Moriana. La casa familiar de la calle El Carmen número 19 y sus olores a vino de bodega fueron las primeras percepciones del niño y el escenario de la voz del padre, perfilando todos los matices político-sociales desdibujados en un país de posguerra.

Antonio Barragán Criado tenía su pequeño comercio en el Llano de las Coronadas, y Carmen Moriana García pertenecía a una antigua familia de tradición bodeguera. De raíces y cuna aguilarenses, de allí fueron igualmente sus hijos: María del Carmen, Antonio, Manuel, Carmelo y Victoria. No hubo distingos en la educación familiar ni académica de los hermanos, que iniciaron sus estudios en un colegio privado de Aguilar y llegarían a licenciarse en Físicas, Medicina, Magisterio, Historia o Ciencias Políticas. Antonio destacó, como los demás, en Ciencias; también en el instituto Aguilar Eslava de Cabra, en donde estudió por libre.

Cuando entró en la Facultad de Filosofía y Letras de Sevilla había concluido Magisterio en la Escuela de la plaza de San Felipe. Tenía 19 años recién cumplidos y la clara intención de cursar Geografía e Historia. Pero habría de esperar a que un nuevo plan de enseñanza se aprobara en las universidades de Madrid y Barcelona, iniciando en la Complutense el tercero de sus cursos claramente dirigido a Contemporánea. Cuando se licenció en junio de 1973, sin más becas que las de comedor y préstamo, ya se habían producido sus primeras escapadas a Bélgica y Francia, el ansia por conocer las aulas en donde se respiraba libertad de cátedra. Hasta la Sorbona o la Universidad de Pau viajaba tras los seminarios, conferencias o encuentros con Manuel Tuñón de Lara, uno de sus mayores referentes y al que buscó antes y después del exilio del brillante historiador, economista y jurista. Ya estaba comprometido con los movimientos estudiantiles y sociales de los 70, que le llevarían a la militancia en el PCE clandestino entre los últimos años de la dictadura y los primeros de la democracia. Era uno de los momentos de transición que marcan la línea de investigación de este intelectual y humanista, conocedor como nadie de los movimientos sociales y obreros, de la II República, la Guerra Civil, la posguerra o la transición a la democracia. Leal hasta la pasión en ese compromiso con la Historia, pronto comenzaría a obtener reconocimientos y premios de investigación y un prestigio incuestionable.

De la mano de otra de sus referentes, María del Carmen García Nieto, leyó su tesis doctoral, La realidad política en la Córdoba del 31, concluida en el 79 y publicada un año después. A su llegada a Madrid y paralelamente, había iniciado estudios de Ciencias Políticas, disciplina en la que se licenciará en el curso 1999-2000. En el 2008 obtendría la Cátedra de Historia Contemporánea de la UCO que ostenta. Atrás quedaban el primer trabajo como profesor de Letras en la antigua Universidad Laboral de Córdoba, corriendo 1973, interrumpido a los tres meses por su compromiso con los conflictos sociales del momento. Barragán Moriana acomete entonces las oposiciones a Enseñanzas Medias. En Madrid hubo 6.000 opositores para 50 plazas. La protesta y el boicot cambió la fórmula centralizada.

En el curso 1974-75 accede a la UCO como profesor no numerario a través de la Escuela de Magisterio. Entra en la frenética actividad político-cultural de aquel espacio, foro de debates y cantautores, instrumento de expresión clandestina que costó la expulsión a 16 docentes.

Conflictividad social y desarticulación política en la provincia de Córdoba, 1918-1920 fue Premio a la Investigación Juan Díaz del Moral en 1989. El último reconocimiento a su labor ha sido el Premio de Ensayo Corpus Barga 2008 por Control social y responsabilidades políticas. Córdoba 1936-1945. Entre una y otra entrega no olvida el Premio José María León Cabezas, de Aguilar, por su significado en la Memoria Histórica a la que sigue consagrado. Integrante del Grupo de Priego de historiadores, artífices de los congresos sobre republicanismo, es autor de incontables artículos en prensa y revistas científicas; de ponencias, conferencias y otros ensayos, siempre con el referente de la política y los conflictos sociales y la memoria silenciada que desvela en la Facultad de Filosofía y Letras, Ciencias del Trabajo o Magisterio, en donde su nombre es ya un referente para la Historia.

stats