Córdoba

Los caprichos de los marqueses

  • La nueva ruta desvela multitud de anécdotas que ayudan a explicar el recinto

"En París están de moda los jardines españoles. Uno he visto muy precioso, cuyo dibujo llevaré cuando vaya a Córdoba, que es tan chico que puede hacerse en cualquiera de los patios de ese palacio, y tiene la novedad de que para colocar las plantas emplean antiguas tinajas viejas". El II marqués de Viana, José Saavedra y Salamanca, envió en 1925 una postal desde la Exposición de Artes e Industrias de París informando de la rompedora utilización de tinajas para la jardinería. "Necesito que todas las tinajas que tenga en esa casa se vayan a poco a poco quitando de donde estén y dejándolas todo su aspecto viejo", pedía en su escrito. Ésta es una de las numerosas anécdotas que desvela el nuevo itinerario cronológico por el palacio de Viana, datos que ayudan a comprender un recinto que, sí, está cuajado de tinajas por capricho del aristócrata. Vivir el palacio no es lo mismo que recorrerlo, y a ello ayudan mucho las nuevas señales instaladas en el recinto.

La ruta arranca en el patio de Recibo -símbolo del complejo y el que menos ha cambiado con la reforma- y sigue por el de los Gatos, del siglo XVI y el más antiguo patio de vecinos documentado en la ciudad. Su vínculo con los felinos, sin embargo, es muy posterior: a partir del siglo XIX fue usado por el servicio de cocina -una instalación que puede ser visitada por primera vez-, y allí donde estaban las viandas acudían los animales.

Próxima parada: el patio de los Naranjos, por el que se accedía al recinto originalmente. En la alberca vuelven a crecer los nenúfares, y en los arriates se despliega de nuevo el heliotropo, conocido por sus flores de intenso perfume a vainilla. Se cuenta que el último marqués acudía cada mañana a este patio para coger un ramito de esta flor y prenderlo en el ojal de su chaqueta. El siguiente es el patio de las Rejas, del siglo XVII, construido para exteriorizar el prestigio social de la familia. El orgullo de la saga durante los siglos: el II marqués de Viana lo eligió para su primera colección de postales y, en 1960, Sofía Amelia de Lancaster y Bleck, III marquesa, ordenó construir unas gradas para lucir sus macetas de cineraria híbrida al paso de la Virgen de las Angustias. El último de los patios, el de la Madama, del siglo XVIII, también es un capricho de nobles: la mejor visión de la fuente de la náyade se obtiene desde el dormitorio en el que el útlimo marqués, almirante de la Armada, habilitó un dormitorio para huéspedes.

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