De bruces con un pasado falso
Yolanda Vega descubre que el nombre bajo el que aparecen sus padres biológicos en la documentación de identidad que posee corresponden a personas que jamás han existido
"Relación, de palabra o por escrito, de un suceso falso o de pura invención" o "narración breve de ficción". Éstas son dos de las acepciones que el Diccionario de la Real Academia otorga al vocablo cuento y que enmarcan diestramente la situación que atraviesa Yolanda Vega. Impotencia, rabia y miedo. El conflicto interno de quien descubre que lo que había creído férreamente durante más de cuatro décadas acerca de su vida se desploma en páginas repletas de bulos, en nombres de personas que nunca existieron y en lugares que tal vez ella nunca haya pisado.
Tras más de 24 años viviendo en Córdoba, Yolanda Vega, de 41 años, presenta el certificado original de su inscripción al Registro Civil. Data de 1980, pese a que su nacimiento, así consta en dicho documento, se remonta a diciembre de 1973. Esperanza Vega Río, hija de Pascual Vega Cabanas y Saturna Río Pera es, según aparece en el documento, el nombre de la madre de Yolanda, de la que ésta no tiene recuerdo, entre otros motivos, porque según las indagaciones llevadas a cabo por ella y su familia, nunca ha existido en España persona con tal nombre. "Desde apenas unos días después de mi nacimiento, mi madre me dejó en manos de una mujer de Manresa. Eso es, al menos, lo que ella me ha confesado siempre, aunque cuando quise tratar el tema con ella en las últimas ocasiones, lo esquivaba y arrancaba a llorar", declara Yolanda. Dicha historia, que la afectada cree ya falaz e ingeniada, coloca a Yolanda en una familia de adopción que nunca llegó a hacer los trámites para inscribirse como tal, a la cual la madre biológica de la protagonista dotaba de cierta cuantía económica cada un período de tiempo determinado para correr con los gastos de la entonces pequeña. Ésta dedicación económica desapareció cuando, a los tres años de vida de Yolanda, la madre biológica desaparece por completo de su vida. "¿Quién hizo mi inscripción el Registro Civil, seis años después de mi nacimiento?", lamenta Yolanda. "Yo creo que fueron las monjas", apunta, en alusión al período en que, según la versión que le ofreció su madre adoptiva, se instaló junto a ésta, durante varios años, en un convento de monjas en Manresa.
Yolanda busca ahora una respuesta fehaciente a las mil incógnitas que su pasado le presenta. Acompañada de su actual pareja, Francisco José Pérez, y su hija, Rosi Malagón, discute las más diversas hipótesis -desde que su caso sea el de un bebé robado hasta que sea fruto de una relación indeseada de la entonces pareja de su madre adoptiva- y persigue el rastro o el encuentro que puedan acercarle a una historia sobre la que conformar su vida. "Sin pasado, no hay presente ni futuro", señala Pérez, que lamenta no poder interponer denuncia alguna porque "todas los nombres que aparecen en los documentos son falsas".
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