El 'brindis' a Cayetana en un día de ambientazo

José Luis Moreno brinda al tendido, la duquesa de Alba cree que es para ella, pero no, la dedicatoria era a otra persona

Fernando González Viñas

26 de mayo 2012 - 01:00

Resulta difícil llenar la plaza de Córdoba pero con lo de ayer ya hay suficiente. Hay suficiente para que haya expectación, ganas de pasarlo bien y eso que se llama ambiente, y no me refiero a cierto pub de la calle Alfaros. Con esos mimbres, los toreros se sienten arropados e intentan hacer las cosas bien. Luego, como en el caso de ayer, los toros o la espada dan al traste con las expectativas y causan algún disgusto. Pero es lo de menos, porque los tres toreros tuvieron momentos de inspiración que hicieron que el público se lo pasase en grande. Lo del capote de Morante en el segundo de su lote fue abisal y abismal y transportó al público a otros tiempos, con unos olés profundos que aún no se habían oído en la feria. Pero eso lo cuenta mejor Domínguez en la crónica de la corrida. El caso es que a pesar del capote de Morante, de la muleta de Manzanares, de lo bien que estuvo Moreno en su primer toro, a pesar de todo, la duquesa se llevó un disgusto. Es lo que tiene no pertenecer a la masa de anónimos, que te llevas un disgusto y luego lo cuentan. Sucedió que Moreno brindó su primer toro en el tendido 3, donde estaba la duquesa y al arrojar la montera, la duquesa -de Alba- se levantó con un brinco de su asiento con las manos en alto en busca de la montera y ésta voló, voló y voló, hasta que unas filas más arriba una señora que no era duquesa agarró la montera y agradeció a Moreno el brindis. Por eso la duquesa se llevó un disgusto. Ni Goya se habría atrevido a tanto.

Pero los demás disfrutaron por momentos, desde Vicente Amigo, acompañado de su pareja en el tendido 3, hasta Pedro Barato, el que fuera presidente nacional de Asaja y hoy presidente de una destacada asociación de autónomos. Igualmente disfrutaron los numerosos aficionados del club Cocherito de Bilbao, con más de 100 años de existencia y que iban ataviados con pañuelos rojiblancos, dispuestos a salir en gabarra para ver la final de Copa que luego tristemente perdieron. Llevaban una pancarta que no reclamaba menos recortes sino la "defensa de los toros".

En el callejón hubo ayer renovación: estaban las concejalas Ana Tamayo y Carmen Sousa, también el ex edil Marcelino Ferrero, al que habría que nombrar concejal de festejos de honor y vitalicio. También estaba Rafael González Chiquilín, que cumplirá el domingo 20 años de alternativa y al que Moreno le brindó un toro -otro disgusto para la duquesa-. De hecho, el capote de paseo que lució Moreno era el mismo que utilizó Rafael el día de su alternativa. Cojeaba el maestro porque hace poco una vaca le pudo hacer lo que le hizo otra a Bienvenida, quitarle de todo vicio, aunque Chiquilín tiene pocos y es más de agua tónica que de licores coloniales. El presente y el pasado de Cajasur se encontraron ayer en la plaza pues estaba Carlos Pla, presidente ejecutivo, y también Miguel Castillejo, que fue quien fue. El vicepresidente de la Diputación provincial asistió y sumaba uno más al grupo de los políticos. El rector, Roldán Nogueras, no parecía peleado con nadie, a pesar de los últimos desplantes y desencuentros entre el ministro y la Universidad y, como todos los años, no se perdía nada de lo que ocurría. Y hablando de universidad, en una barrera del 4 se encontraba el recién estrenado académico Santiago Muñoz Machado, catedrático de Derecho Administrativo.

La de ayer fue además una tarde de puros con vitolas muy grandes que tienen duques y bucaneros en colores brillantes; y ninguna duquesa, habría que añadir, para disgusto de doña Cayetana. El presidente del Córdoba, Carlos González, sigue con sus clases de cordobesía y ayer estaba en Los Califas acompañado del portero boliviano del equipo, Carlos Arias, y ojalá que puedan celebrar un ascenso montados en el caballo de las Tendillas. En el cupo de bellezas, además de las que si se nombra sólo las conocen sus amigos y en su casa a la hora de comer, estaba Raquel Revuelta, muy cerca de la duquesa de Alba pero sin levantarse cuando vio volar la montera. Y en el grupo de peñas, además de la mencionada bilbaína de Cocherito de Bilbao, estaban los seguidores de Moreno que venían desde Dos Torres, en Los Pedroches, como sabe todo aquel al que le gusta el lechón frito. En definitiva, ayer la gente iba como a misa, que es como hay que ir a los toros, arreglados, con corbata, con chaqueta, con puros, estrenando calzoncillos, con vestidos impactantes y flores en el moño. Si usted no se encontraba en ninguno de estos apartados pero estuvo allí, no se preocupe, al menos nadie fue en chandal, vestimenta que era la adecuada para la charlotada del domingo pasado. Ayer, los toreros y el ambiente eran de mayúsculas, hasta el punto de que la duquesa seguramente se acordaría de la Revolución Francesa, que tiene la culpa de que los toreros prefieran brindar a amigos, a familiares, a personas a las que le tienen cariño, en vez de a los que tenían derecho de pernada. Y es que, como decía Ortega, "en España todo lo ha hecho el pueblo, y lo que no ha hecho el pueblo, se ha quedado sin hacer". Y ayer, ese espectáculo que se llama corrida de toros se encontró con su pueblo y con la inspiración del capote de Morante, para alegría, esta vez sí, de la duquesa.

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