Una bendición para toda la vida

Casi doscientos niños pasan por debajo del manto de la Virgen de los Dolores para que les proteja

Vista de la cola que se formó en la iglesia de Los Dolores, ayer, para participar en el acto religioso.
Vista de la cola que se formó en la iglesia de Los Dolores, ayer, para participar en el acto religioso.

Cada 2 de febrero, y desde 1976, los cordobeses tienen una cita ineludible con la Virgen de los Dolores. Y es que este día, la Hermandad de los Dolores y del Cristo de la Clemencia celebra la presentación del niño Jesús en el templo, que coincide con la Candelaria. De este modo, los devotos de esta imagen presentan a sus hijos y nietos a la Virgen para que ésta les proteja durante toda su vida. Este acto, que la tradición marca que se haga una sola vez en la vida, es repetido cada año por la mayoría de los hermanos de esta cofradía. Es el caso de Miriam Alonso, una cordobesa que vive en Granada y que se desplaza cada 2 de febrero para "estar con la Virgen". En esta ocasión, Miriam vino con su hija Ana, de 11 meses de edad. "Para mi es un acto muy bonito, a la vez que me tranquiliza porque la Virgen de los Dolores nos bendice y nos cuida". Esta joven de 34 años es hermana de Los Dolores desde que nació, al igual que su hija. Por su parte, Lucía López, amiga de Miriam, quiso acompañarla este año porque "me gusta mucho la imagen y creo sinceramente que te protege, de ahí que haya venido también con mis dos hijos, Lucía de cinco meses y Jesús de tres años".

La celebración comenzó con un breve acto litúrgico y finalizó una hora después con casi doscientos niños presentados a la Señora de Córdoba. Y es que, ayer, los protagonistas fueron sin duda alguna los más pequeños. "Todos velamos por ellos, son los más indefensos y por los que más pedimos y sufrimos", aseguró Encarnación Martínez, una jubilada que a pesar de no ser hermana de al cofradía "llevo siempre conmigo a Los Dolores". Para esta cordobesa estar este día con la Virgen es "sentir que existe un acompañamiento mutuo, por eso nunca falto, y menos ahora que vengo con mi nieto de tres años". Otra de las muchas historias que ayer se narraron en la cola para pasar por el manto de la Virgen fue la de Florinda Herrera Fernández de Córdoba, que acompañada de sus cuatro hijos y de dos sobrinas, presentó como cada año a sus descendientes a la Virgen. "Yo soy hermana desde que nací, y mis hijos cuando nacieron, antes de ir a casa, pasaron por el manto de la Virgen, es decir, que fuimos de la Cruz Roja hasta la iglesia porque creo que ella nos protege". Además, esta cordobesa tiene en su familia parte de la historia de esta cofradía, puesto que su abuelo fue hermano mayor durante 54 años y su madres es hoy día la camarera mayor, de ahí que además de la bendición, "cada año intento enseñarle a mis hijos el valor de la fe que existe en mi familia". Tradición y emoción se conjugaron a la perfección en un día en el que los devotos pidieron que "ningún mal" pase por su familia, algo que en tiempos de crisis se le pidió a la Señora de Córdoba con más empeño si cabe.

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