Un bello sendero entre los pinsapos de Estepona

Los aficionados al senderismo saben que Estepona encierra atractivas opciones además de sus fantásticas playas. Su cumbre es el Alto de Los Reales (1.449 metros), con vistas impresionantes de todo el litoral y la cordillera del Atlas africana, y cercano al pinsapar de Sierra Bermeja, una de las tres únicas áreas de pinsapos que se conservan en Europa.

Concretamente, en la zona comprendida entre Estepona y Genalguacil sobreviven 70 hectáreas de esta peculiar especie, un árbol que tan sólo existe en la sierra de El Pinar, entre Grazalema y Benamahoma, y en la sierra de Las Nieves. En el enclave malagueño se pueden encontrar ejemplares de cientos de años, con diámetros de tronco impresionantes y copas de más de 30 metros. Otra de las particularidades del pinsapar local es su crecimiento sobre peridotita (de las más recientes, con sólo 35 millones de años de antigüedad) en lugar de caliza. El pinsapar cuenta con apenas seis kilómetros de longitud y es uno de los espacios naturales más visitados de Andalucía. Su cercanía con Gibraltar lo convierte en tentador destino para turistas británicos.

Actualmente, se encuentra mermado como consecuencia de los incendios forestales y, sobre todo, por las plagas de insectos y hongos. Como explica David Torralba, naturista y miembro de la organización Grunsberg, las plagas necesitan vectores, es decir, medios de transporte. "Y los hongos llegan por las pisadas de la gente a lo largo del camino y en los márgenes", detalla. Además, la contaminación procedente del polo industrial de la bahía de Algeciras y el cambio climático han debilitado la integridad del pinsapo.

Bajo el pinsapar la flora es abundante. El visitante se puede topar con zonas de helecho, aulagas, enebros, jara morisca, torvisco, té de roca, madroño, coscoja, brezo y un largo etcétera vegetal. Desde el mirador, cerca de la cumbre, se puede divisar el peñón de Gibraltar y todo el litoral africano a la vez que se camina por los más de dos kilómetros de este trecho forestal. Y si el senderista se cansa de subir y bajar por los tortuosos senderos, nada mejor que una parada en la glorieta que interrumpe el camino para leer a la sombra de los pinos el poema que Lorca dedicara en 1919 a los árboles y que se encuentra grabado en piedra en Sierra Bermeja, privilegiada también por ofrecer "una representación muy fresca del manto terrestre", recuerda Torralba.

CHARCA DE LAS NUTRIAS

A escasos kilómetros de la playa, en la desembocadura del río Padrón se encuentra la charca de Las Nutrias, un paraje natural que debe su nombre a la presencia de este animal en la zona, aunque difícilmente visible ya que huye de la presencia humana. Huellas, restos de crías o excrementos son algunas de las señas que estos mamíferos han ido dejando sobre las rocas calizas y que el cauce del río ha modelado dando lugar a formas caprichosas.

Aunque se deje el coche a las puertas del camino, nadie se libra de una pequeña caminata por un estrecho sendero lleno de maleza para llegar a la primera de las charcas sobre un camino de piedras irregulares y resbaladizas.

El acceso indiscriminado a este paraje ha ocasionado un exceso de ruidos que impiden hoy la visión de corzos, cabras montesas y otra fauna habitual de la zona. Aún así, la diversidad ornítica que abarca permite el avistamiento, sobre todo, de aves rapaces. Antes de llegar a la gran charca se puede contemplar una calera (horno de fabricación de cal) del siglo XIX. Y en el cerro de del Castor se encuentra el castillo del Nicio, una forticiación medieval en ruinas.

Tras casi media hora de contacto directo con la naturaleza la gran charca premia el esfuerzo realizado. Si se cruza a nado se llega a un recoveco escarbado por el agua del que fluye una pequeña catarata de agua algo más caliente. Un lugar que algunos han bautizado, no sin razón, como el jacuzzi.