El ayudante de Obras Públicas que internacionalizó las fuentes agrias
Cordobeses en la historia
Elías Cervelló y Chinesta nació en la valenciana Alberic, trazó y replanteó la carretera desde El Vacar al Despeñadero de Espiel, y creó un balneario y una industria de fama mundial.
ERA un 12 de febrero de 1865 y reinaba Isabel II. Elías Cervelló y Chinesta llegaba a Córdoba desde la valenciana Alberique, con su flamante título de ayudante facultativo del Cuerpo Nacional de Obras Públicas, expedido en Madrid. Se planteaba el trazado de la carretera a Almadén, del Castillo de El Vacar al Despeñadero de Espiel, y se le encargó la inspección facultativa y la supervisión del puente sobre el Guadiato en La Angostura. Así arribó a Villaharta un 13 de agosto de 1865. Allí vivió, estudió y concluyó las obras en 1870, escribe su hijo Agustín en Aguas de Villaharta. Fuente Agria. 1896 editado en facsímil por la Diputación.
Durante cinco años, invariablemente en primavera y hasta bien entrado el otoño, observó que la dehesa Nueva de Espiel, en los alrededores de la Fuente-Agria, congregaba a un gran número de personas, en chozas, bajo los chaparros, para tomar las aguas de un venero que curaba sus males. A partir de ahí, concibió la idea de hacerse legalmente con el paraje para su explotación. Probablemente desconociera que la tradición popular de tomar las aguas, que aún se mantiene, fuera ya milenaria entre los habitantes de la Sierra Norte. Lo acredita la doctora de la UCO Margarita Cabrera Sánchez, al concluir que las fuentes-agrias pudieron dar nombre a una conocida batalla entre tropas sirias y beréberes, en el 741. Conocida como la de Aqua Portora pudo darse "en las cercanías del balneario de Villaharta, cuya distancia a Córdoba es, más o menos, la que corresponde a la señalada", y no junto a Adamuz, Montoro o Huelva, como se creyó. Hasta llegar a manos de don Elías y alzarse como la más importante exportadora de aguas minero-medicinales del país, los terrenos fueron en 1495 parte del mayorazgo de los Páez de Castillejo, a quien los Reyes Católicos le otorgaron, entre otras ventas, la de La Alhondiguilla. Villaharta lo sería a partir de 1630, pasando finalmente a un Álvarez de Toledo, entroncado con la familia Alba. Ya en 1871 y el 28 de septiembre, Cervelló se convertiría en propietario de la finca, mediante subasta celebrada en la casa madrileña del Duque de Bervik y de Alba.
El 19 de abril de 1873, la Gaceta de Madrid declara de utilidad pública las aguas. El hecho coincide en el tiempo con el auge de los balnearios en la costa francesa y del atlántico gallego y andaluz, elegidos por la aristocracia y la burguesía como lugar de descanso y recuperación de la salud o símbolo de distinción. En Fuente-Agria, si bien fueron las clases pudientes quienes lo acogieron, se debía a las populares el descubrimiento. Cervelló lo tuvo siempre presente en las diferentes tarifas de su fonda, inaugurada el 18 de junio de 1873. Alrededor elevó quioscos mudéjares o metálicos, a modo de cenadores cerrados, y creó procesos de embotellado, distribución y exportación al resto del país, a Europa, Sudamérica y Nueva York, desde la sede social de Concepción, 31. Las tarifas incluían viaje en carruaje o en tren, de Cercadilla a La Alhondiguilla. De las cinco bañeras iniciales, el Pabellón de las Rosas (luego La Cueva) amplió sus servicios, y el lugar fue un santuario de peregrinación para enfermos de todos los rincones de España y Portugal, para curar diabetes, obesidad y problemas gastro-intestinales.
Aguas de Villaharta. Fuente Agria. 1896 transcribe múltiples informes firmados por doctores, catedráticos y especialistas en Medicina, avalando las virtudes de los manantiales, a los que muchos califican de "milagrosos", pues enfermos en estado terminal sanaban a los pocos días de estancia. Otras noticias, artículos, reportajes y publicidad en periódicos locales y nacionales dan fe del éxito y proyección de la empresa. Los más viejos del lugar aseguraban que albergó a Alfonso XIII, si bien lo ubicaban en Santa Elisa, el impresionante palacete en donde la viuda Elisa Ramírez decidió invertir parte de su inmensa fortuna, allá por 1910. Entonces el propietario de Fuente-Agria comienza a incidir sobre su autenticidad, alertando de engaños, insinuando la utilización ilegal de su marca y amenazando con los Tribunales de Justicia. Salvo alguna carta amiga lamentando las "dificultades", no sabemos qué ocurrió, si bien el Boletín Oficial del Estado publica anual y puntualmente la apertura de Peñas Blancas e, intermitentemente, la de Fuente-Agria. Pero el Gran Hotel de lujo caería también en desgracia. Convertido en Hospital de Sangre no fue bombardeado en 1937 (como se cree erróneamente por confundirse una noticia referida a Santa Elisa, en Oviedo), pero sí desvalijado lentamente hasta los años 70. Varias misivas del Archivo Municipal de Espiel, confirman la presencia de huéspedes de La Mancha en Fuente Agria en 1936; en la misma fuente las Tasas Municipales de la fonda, correspondientes a 1939, se abonan ya por sus herederos, si bien desde 1941 al 1946 vuelven a estar a nombre de Elías Cervelló. Pero el empresario valenciano había muerto desnucado en una calle de Córdoba: la mondadura de un plátano provocó el accidente. Su bisnieto, Enrique Cervelló, no sabe precisar si fue a finales del XIX o principios del XX; pero sí que todo el emporio, atribuido a don Elías, lo retomó y reactivó su hijo Agustín, que entroncó el apellido con los Serranos de Espiel y dejó otra rama de Cervelló en Córdoba, la ciudad que un día situó las aguas medicinales andaluzas en sus más altas cotas.
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