Córdoba finalizó el pasado 2023 como la segunda provincia de Andalucía con más fallecidos en accidente laboral, pues un total de 17 personas perdieron la vida, cuatro de ellos en el camino de ida o vuelta al tajo. De todos ellos, tres eran autónomos, según la información que ha facilitado este martes la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA).

El colectivo explica que durante el pasado año se registraron más de 6.300 accidentes de trabajo entre trabajadores por cuenta propia en Andalucía, de los cuales 167 se catalogaron como graves y 14 fueron mortales. Esta estadística sitúa a la comunidad andaluza en la cabeza del conjunto de España en este siniestro ranking.

La provincia de Córdoba contabiliza más de 800 accidentes de trabajo de autónomos, si bien solo nueve fueron catalogados como graves en la provincia, que registró tres fallecidos. Con estos datos, solo Sevilla y Málaga quedan por delante en cuanto a siniestralidad; la primera sumó 1.369 accidentes, de los que 45 fueron graves y cuatro mortales, mientras que en la segunda se produjeron 1.164, 38 graves, dejando solo un muerto.

En el balance por provincias, Granada y Cádiz superan en ambos casos los 680 y 670 accidentes de autónomos, respectivamente; en la primera, 17 fueron catalogados como graves, siendo tres de ellos mortales, mientras que en la segunda, los graves ascendieron a 11 y sólo se produjo un fallecimiento.

Rozando los 600 accidentes de trabajo se encuentran Jaén (588) y Almería (583), si bien la primera presenta mayor tasa de gravedad, con 28 accidentes catalogados como graves, frente a 11 en la provincia almeriense, pero en esta última se registró uno mortal, mientras que la provincia jiennense fue la única sin fallecidos. Huelva anotó la menor siniestralidad entre los trabajadores por cuenta propia, con 449 accidentes, aunque 12 de ellos fueron graves y uno mortal.

Para Eduardo Abad, presidente de UPTA, “los datos de siniestralidad laboral del colectivo de trabajadores por cuenta propia son inaceptables, es una lacra que seguimos padeciendo y pasamos, para la mayoría de las administraciones públicas, absolutamente desapercibidos”.

Asimismo, se disparan las dolencias relacionadas con patologías psicológicas derivadas de los riesgos psicosociales, trastornos derivados del alto nivel de exigencia al que están siendo sometidos, sobre todo, los profesionales que desarrollan trabajos o servicios para un cliente único o principal.

La precariedad de las condiciones en las que estos trabajadores autónomos, en su mayoría dependientes o semindependientes, desarrollan sus actividades, están desembocando en patologías que forman parte de la pandemia que azota a las nuevas formas de trabajo: estrés, depresión, ansiedad...

Abad concluye que “desde UPTA exigimos al Ministerio de Trabajo un plan de choque que centre sus objetivos en la concienciación sobre la necesidad de conocer y prevenir los riesgos en el trabajo, pues es imprescindible que se desarrollen acciones concretas diferenciadas por sectores que sufren con mayor intensidad los índices de siniestralidad laboral, además de abordar los cambios necesarios para que las mutuas de accidentes de trabajo, doten sus gabinetes de asistencia sanitaria de especialistas en atención psicológica”.