"Los artistas de Córdoba le hemos dado elegancia al flamenco"
Asegura que baila por necesidad y que en la evolución del baile se corre el riesgo de perder la esencia debido a las prisas que inculca la nueva sociedad · Resalta que la provincia tiene un sello propio en el arte
NACIDA en el Campo de la Verdad, Inmaculada Aguilar, (Córdoba, 1959), sintió desde niña el arte flamenco y comenzó a bailar en el ballet de Maruja Caracuel. A lo largo de su trayectoria ha combinado el lado del espectáculo con su actividad didáctica, ya que imparte clases en el Conservatorio como catedrática de Danza Española. Define su personalidad como fuego, con momentos en los que tiene que echar mano del agua para aplacar sus impulsos. Añora el flamenco de antes, "cuando se bailaba parado", ahora, cree, "vamos con muchas prisa.
-Nació en el Campo de la Verdad, ¿qué ocurre allí con el flamenco?
-No lo sé, es un poco como pasa en Sevilla con Triana. Será el aire de aquella zona o en su momento el hermetismo que había, porque era un barrio muy cerrado. Sería el lugar y el momento propicio para que se diese el flamenco. Fíjate que en mi casa no existía ningún flamenco, mi abuelo tocaba la guitarra pero era sólo un aficionado; es decir, que no tenía ambiente flamenco en a familia.
-¿Cuando niña jugaba con otras niñas a ser flamenca?
-Jugar jugaba poco, jugaba en casa, no me gustaba la calle. Mi madre para castigarme me sacaba a la calle y yo me quejaba y aporreaba la puerta para que me dejase entrar de nuevo. En mi casa tenía mi mundo. Yo empecé imitando a mi hermana, que es de ballet clásico, catedrática en el Conservatorio de Córdoba, y por ello mi madre me llevaba a la academia. Comencé con ballet clásico con Maruja Caracuel, pero en clase movía mucho las manos, se me iban y me decían: "Inma, eso no es así", y yo decía "eso es así". Fue algo instintivo, nació en mí.
-Unamuno decía que como fuera de casa en ningún sitio. Al final tuvo que salir de casa para bailar. ¿Está deseando volver a casa cuando lo hace?
-Siempre, sentirme en Córdoba y en mi casa física con mi familia. Soy una persona muy familiar, porque mis padres me inculcaron el sentido de la familia. Ambos fallecieron, mi madre después de 25 años de enfermedad de alzheimer, y eso me aumentó más la necesidad de la familia, creo que hasta que me muera.
-¿Por qué baila?
-Por necesidad.
-¿Como en el origen del flamenco?
-Efectivamente. La gente dirá que tengo pensada esa contestación, pero cuando me voy haciendo mayor me doy más cuenta de que lo hago por necesidad. Cuando te planteas dejar el escenario por edad sientes la necesidad de bailar. En mis clases siempre bailo, lo necesito, bailar para mí, me siento llena de vida; una búsqueda de la necesidad para seguir viviendo.
-¿Como Platón, anda buscando el ideal de la belleza?
-La danza tiene mucho de estética. Siempre buscamos la belleza pero está en el interior de cada uno y en la necesidad de transmitirla. Considero que los movimientos van surgiendo según el estado anímico en el que te encuentres y van a crear belleza independientemente si es alegre o triste, trágico. Reflejamos lo que somos.
-¿Además de un estado interior individual hay un estado interior colectivo que cambia con la época y que haya cambiado la forma de bailar flamenco?
-Indudablemente. En el origen, el flamenco era una necesidad, se pasaban fatigas y era una forma de manifestarse y protestar. He nacido en una época en la que me pilló la última etapa de nuestro amigo y vivía en una burbuja y conforme iba creciendo me daba cuenta de que no todo era tan bonito. A lo largo de los años hemos cambiado el baile, hemos ido con la sociedad, sobre todo con la velocidad, con el más difícil todavía, con la rapidez. Antiguamente se bailaba muy parado, saboreando todo lo que hacíamos, hoy día no. Hoy, cuando ves a un bailaor bailar parado te paras tú también y dices qué maravilla, eso es bailar con arte, bailar asentado. Sin embargo hoy en día la tendencia es quién zapatea más rápido. Antes se bailaba el cante, hoy día el cantaor está supeditado al baile, a veces ni se le escucha o está sobrando. En ese sentido en vez de ir para adelante hemos ido para atrás. Como profesora de un conservatorio tengo que educar a mis alumnos en lo que yo considero que deben aprender, aunque ellos finalmente decidan otra cosa.
-¿Me está diciendo que en el flamenco actual, como en el circo del sol, dominan los saltimbanquis disfrazados que se mueven rápido?
-Hay artistas que ejecutan la técnica de ahora y lo hacen de manera prodigiosa pero los que nos dedicamos a la enseñanza no queremos que la tendencia actual sea esa. Nos gustaría que dentro de la evolución no se perdiera la esencia pero como todo tipo de arte, el flamenco tiene muchos caminos. Yo soy como soy y cuando uno baila se desnuda en el escenario, enseñas la forma que hay dentro de ti, y te enseñas como ser humano, tus vivencias, tus amores, tus desgracias.
-Viaja por el mundo para bailar, ¿qué ven en el flamenco los otros?
-La música del flamenco tiene algo que engancha que atrae y el baile es quizá la forma expresiva del flamenco más fácil de ver. A veces el público se engancha y te sientes en tu casa. Cuando tienes el poder de comunicarte con el público el olé suena distinto pero está ahí.
-¿Esta ciudad en cuestiones flamencas qué ha dado?
-Córdoba tiene un sello, no solamente en el flamenco, creo que en todo, es algo que para unos es un tópico: se llama señorío, elegancia. Si haces mención a los cantaores de Córdoba, nuestro máximo representante, Fosforito, es un señor dentro del escenario y fuera de él. Es además una enciclopedia con patas cuando canta. Los artistas de Córdoba le hemos dado una manera más suave, elegante, sin dejar de ser flamencos.
-¿Qué opina un flamenca pura de lo que se oye en Canal Fiesta radio?
-Bastante complicado. Ni todo es negativo ni todo es positivo, eso lo he aprendido con los años. A los jóvenes no se les puede engañar e introducirlos a través de esa música, que yo no lo llamo flamenco, no es malo, pero no los vamos a llamar flamenco, si quieres música con aire aflamencado. Hay que darle otro nombre. Si alguno engancha a través de ahí, como ha hecho Merced o Camarón, pues bueno, pero no ha de llamarse flamenco.
-Estuvo ya en las primeras ediciones del Festival de la Guitarra. ¿Hasta qué punto es importante este festival y también la Noche Blanca del Flamenco?
-Las dos son necesarias y más cosas que vengan. Todo lo que sea cultura donde el pueblo pueda participar y se potencie algo tan nuestro como es el flamenco es importante. El festival de la Guitarra, si no es el primero, es de los primeros internacionalmente. Comenzamos aquí por muchas dificultades, en la Posada del Potro, y he visto cómo ha ido cogiendo peso y la gente de Córdoba ha ido participando, que sabemos que es muy reacia pero cuando se convence son extraordinarios. La noche Blanca lo único que criticaría es que nos gustaría es que la franja horaria de 12 de la noche hasta la mañana, que es la que hacen los artistas cordobeses, se le diera más importancia, más prestigio. Han pasado por ella un elenco de artistas cordobeses que han pasado desapercibidos para el gran público y que es hora de que se les vaya conociendo y se les dé importancia.
-Me habla de artistas cordobeses, ¿hay muchos?
-Hay muchos sobre todo lo que son bailaores y guitarristas. Es una masa de juventud muy interesante y por ella hay que apostar siempre. Tenemos un conservatorio superior de guitarra flamenca de donde la gente sale my preparada. en cuanto a los bailaores, todas las compañías privadas del país tienen en sus filas bailaores de Córdoba, o solistas, y compiten a nivel internacional. Antes, si eras de Sevilla o de Jerez -y eso lo he vivido yo-, de antemano se te consideraba artista y si eras de Córdoba te decían baila para que veamos. Ahora no, ahora Córdoba está al mismo nivel que cualquier otra ciudad, no hace falta demostrarlo, está ahí, tiene su sitio.
-Intuyo que la inspiración no sólo le llega del mundo flamenco
-De todo lo que te rodea. Evidentemente tienes unos guías que son tus maestros y admiras pero evidentemente tú vives en el mundo y necesitas captar lo que hay en el exterior. Cualquier tipo de danza puede transmitirte sensaciones que puedes aportar al flamenco sin que sean flamenco. También me alimento mucho de la gente con la que hablo, de la vida diaria, de las cosas duras y preciosas que te tocan vivir, de todo me alimento para luego bailar.
-¿A quién ve por la tele y dice me hubiera gustado ser así?
-Hay mucha gente a la que me gustaría parecerme. Tengo la necesidad de ayudar y me hubiese gustado ser una persona que hubiese dejado huella a ese nivel, no es que me hubiese gustado ser Teresa de Calcuta pero sí alguien que hubiese dejado huella en ese sentido. Como ser humano intento ese camino, no solamente ser buena artista o profesora. Como profesora lo primero es interesarse por el ser humano y por ello me intereso por mis alumnos, porque cada uno mira de forma distinta, respira de forma distinta, entonces no puedo tratarlos como un colectivo sino de forma individual. Quizá me hubiese gustado parecerme a mi madre, me parezco físicamente mucho a ella, me dicen, pero siempre me ha parecido una persona vital, con energía, ella era en realidad la artista, la que le inculcó el arte a todos sus hijos. Era una mujer especial, lo mismo te hacía una bata de cola que subía el tabique de una pared, tenía mucho coraje en la vida. De mi padre igual, pero las vivencias con mi madre en tantos años de enfermedad me han hecho sentirme en su piel.
-Sigamos con la familia ¿su prima [Rosa Aguilar] cuando niña mandaba mucho?
-Mi prima tuve contacto de pequeña pero no recuerdo mucho. El contacto más cercano ha sido ya mayorcitas. Tiene una piel especial y un carisma especial y cualidades para lo que hace. Muchas veces me decía ¿No te atrae la política? Y yo le contestaba no, prima, no, a una artista flamenca no le puede atraer la política. La admiro porque es un ser humano especial.
-¿Tiene hijos artistas?
-Tengo un sobrino, el último, que sí parece que se va a dedicar al arte de la danza, tiene todavía 14 años y el tiempo dirá.
-Para una Licenciada en Historia le haré una pregunta fácil ¿Qué son los mercados?
-Supongo que los que de alguna manera establecen las directrices de los países y los que se están cargando entre comillas a la sociedad. Indudablemente el dinero es lo que mueve al mundo y mientras sea así nos veremos como estamos. Hay muchos intereses en todo lo que se hace y todo se mueve a través de los intereses económicos y no de la política. Mientras estemos en sus manos seguirá habiendo gente muy pobre y gente muy rica y como sigamos así la clase media, los que no somos ricos, irá en picado. Mientras el ser humano siga siendo ser humano no cambiará.
-¿Estamos, como el flamenco, en una tragedia griega?
-Es un intento de supervivencia, el flamenco siempre ha estado en manos de gente muy humilde y aquellos que han tenido unos medios siempre han tenido la tendencia de estar junto al que más lo necesita. Se les ha explotado a todos los niveles y gracias a Dios el flamenco ya ha salido de esa situación.
-En el Teatro Kabuki japonés, cada actor tiene una pose característica ¿Cuál es su pose en la vida y en el baile?
-Creo que mi pose, cuando bailo, soy una persona de fuego. Según la tradición china, al ser fuego tengo que controlar mucho para no pasarme en todo. Los años me han intentado a controlar, a que la parte del agua pueda con la del fuego, pero es verdad, que el fuego siempre está ahí poniéndome en peligro. Sin embargo cuando bailo trato de controlar mucho y procuro ser muy hierática, con control. La gente me dice que bailo elegante, no por ello dejo de tener mucha fuerza en el escenario pero procuro que mi Aguilar ocupe la elegancia y mi Belmonte ocupe el fuego. Creo que de alguna manera son mis dos formas de ser, pero se confunden mucho en el escenario. A veces en el escenario te desnudas en ese sentido y aparece ese fuego y me dejo llevar, digo "yo soy así, estoy aquí", pero en la vida procuro al menos que se quede todo bajo control.
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