Córdoba

Antonio Jesús Moreno, un jarote que ha pasado de enseñar fútbol en Dubái a confinarse con su ganado

  • El técnico cordobés de fútbol mantiene el aislamiento junto a sus padres en una finca familiar en Villanueva de Córdoba

Antonio Jesús Moreno, durante su etapa de técnico en Dubái, y ahora en Villanueva junto a su padre y sus ovejas.

Antonio Jesús Moreno, durante su etapa de técnico en Dubái, y ahora en Villanueva junto a su padre y sus ovejas. / EFE

Antonio Jesús Moreno ha pasado en pocos meses de vivir entre los rascacielos de Dubái a confinarse en el campo junto a sus padres donde tacha los días de este estado de alarma cuidando del ganado o limpiando establos; todo muy diferente a los entrenamientos de fútbol base que dirigía en aquella ciudad.

En Dubái estuvo dos años, hasta finales de 2019, enseñando a niños y adolescentes la práctica del fútbol, con competiciones locales, en una academia de LaLiga. Tras finalizar esa etapa, regresó a su pueblo natal, Villanueva de Córdoba, y sus nuevas rutinas se paralizaron, como a tantos españoles, con el inicio del estado de alarma que le sorprendió junto a sus padres, Lola e Isidoro, en una finca familiar cercana al pueblo, por lo que decidieron quedarse allí y allí siguen varias semanas después, volviendo a habitar un cortijo rodeado de encinas que guarda la esencia de antaño.

El inicio del confinamiento no fue fácil, porque arrancó con la muerte inesperada de la perra Miska, el husky siberiano que les acompañaba desde 2013, pero tras reponerse emocionalmente retomó un día a día en el que cuida de las 160 ovejas que tienen, recoge leña o adelanta cualquier otra labor que estaba atrasada.

Hace tres semanas que vendieron los últimos corderos, precisamente en un difícil contexto para esa producción ganadera debido a la caída del consumo por el cierre de la restauración a causa de la pandemia.

Ese trabajo lo alterna con descansos, viendo series, leyendo, paseando por el campo o haciendo videollamadas a su novia Lena, que está confinada en Dubái, y con la que comparte la "incertidumbre" en torno a si finalmente podrán celebrar su boda, prevista para mediados de agosto en Villanueva.

Esa conexión con su pareja es esencial mientras no puedan verse en persona, y para mantenerla tiene que subir a diario hasta la cámara (trastero) del cortijo donde hay mejor conexión a internet, gracias al amplificador de señal que adquirió.

Mientras tanto, sus padres y él se han adaptado a esta rutina, que recuerda a la de la gente que vivía en el campo, y no les pesa estar ahora en una vivienda sin agua caliente o sin vitrocerámica porque tanto el agua como la comida se calientan en la candela.

En estos días, la vida se ha alterado para todos pero hay acontecimientos que no pueden dejarse pasar por alto y uno de ellos ha sido la celebración este lunes pasado del 60 cumpleaños de su madre, recuerda. Lola no ha podido celebrarlo como quisiera, rodeada de familiares y amigos, pero sí ha recibido en cambio un vídeo lleno de felicitaciones que les alegró una jornada más en el campo.

Tampoco le resulta una molestia al padre tener que ir cada 15 días al pueblo a comprar comida y, para seguir todas las indicaciones sanitarias, encarga antes al supermercado la compra de tal forma que cuando él llega ya está en la puerta de su domicilio, carga las bolsas en el coche y vuelve al campo.

Un trotamundos del fútbol

Poco podía imaginar este jarote, entrenador profesional de fútbol de 32 años, que cuando regresó de Dubái hace cuatro meses tras finalizar esa etapa, a la que precedió una anterior de dos años en China, acabaría confinado en un lugar importante en su infancia, una época de la que ahora le vienen recuerdos, señala.

En esa época, la década de los 90, su vida y la de su entorno sí estaba más enraizada al campo y lo que ahora hace como excepción antes era más normal. Mientras tanto, sus días siguen avanzando en este calendario primaveral "disfrutando de la naturaleza y el aire", algo que "se agradece" en estas condiciones de crisis sanitaria en las que muchos otros se ven abocados a vivir el confinamiento en pisos.

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