El alumnado bilingüe puntúa 7,15 sobre 10 su formación: así desmontan los falsos mitos del bilingüismo en España
Tribuna universitaria
Aprender y pensar en más de una lengua ya no es una opción elitista, sino una necesidad social destinada a formar ciudadanos capaces de vivir y trabajar en contextos globales
¿Podemos ser poder constituyente en el siglo XXI?
En las últimas décadas, la educación bilingüe ha ganado terreno en tanto que es una estrategia clave en Europa y en España. Aprender y pensar en más de una lengua ya no es una opción elitista, sino una necesidad social destinada a formar ciudadanos capaces de vivir y trabajar en contextos globales. Esta realidad contrasta con la percepción pública, dominada a menudo por polémicas que no siempre reflejan el potencial ni los retos reales de los programas bilingües.
Uno de los principales problemas es la incomprensión por parte de muchas familias, que asocian el bilingüismo simplemente con el dominio de dos lenguas. Sin embargo, la educación bilingüe tiene el objetivo de aprender contenidos académicos mediante diferentes códigos lingüísticos y culturales, lo cual fomenta la flexibilidad y el pensamiento crítico. Así, el valor de los programas no reside sólo en “traducir” información, sino en crear nuevas conexiones, que son cognitiva y culturalmente enriquecedoras.
A esta incomprensión se suma la falta de formación del profesorado. Dar clase en itinerarios bilingües exige mucho más que traducir materiales; requiere aplicar metodologías innovadoras, como el modelo Aicle, que integra aprendizaje de lenguas y contenidos en contextos reales. La formación docente en estas metodologías es clave para mejorar resultados y evitar modelos superficiales o ineficientes.
La escasez de recursos agrava las dificultades. La educación bilingüe demanda inversión en materiales, asesoramiento y horas de coordinación, tareas que requieren el compromiso activo de las autoridades educativas. Sin financiación estable, cualquier política educativa está condenada a quedarse en el papel. Además, el factor tiempo es esencial: la implantación de itinerarios bilingües requiere años para que el cerebro automatice una lengua nueva y el aprendizaje se estabilice. Esperar mejoras inmediatas es, simplemente, ignorar cómo funciona el desarrollo lingüístico.
En este contexto surge el proyecto nacional FoBE (Future of Bilingual Education–PID2021-127031OB-I00), que da voz por primera vez al alumnado bilingüe en la evaluación de estos programas. A través de una encuesta realizada a casi 5.000 (n alumnos = 4.657) de 13 comunidades autónomas, FoBE investiga qué utilidad creen ellos que tendrá su formación bilingüe en el futuro.
El análisis se articula en torno a cuatro pilares:
- Internacionalización, entendida como oportunidad para estudiar, trabajar o vivir fuera de España. Media = 6,67 (sobre 10).
- Competencias interculturales, valorando si los estudiantes perciben mejoras en empatía y capacidad de comprender otras culturas. Media = 6,79 (sobre 10).
- Empleabilidad, analizando si hablar varias lenguas y aprender contenidos en diferentes contextos idiomáticos facilita el acceso a empleos de calidad. Media = 7,27 (sobre 10).
- Competencia lingüística, es decir, cómo valoran su dominio real de las lenguas y la calidad de los contextos de enseñanza. Media = 7,90 (sobre 10).
Los resultados son concluyentes. En una escala Likert de 0 a 10, la media de las cuatro dimensiones se sitúa en un 7,15, lo que indica que el alumnado considera su formación bilingüe útil y estratégica para su futuro. Este optimismo contrasta con la visión escéptica de quienes han juzgado el bilingüismo sin tener en cuenta la voz de los estudiantes, protagonistas reales del proceso.
De estos datos se desprenden tres conclusiones básicas:
- La educación bilingüe necesita tiempo para consolidarse y demostrar todo su potencial. La calidad no llega de manera inmediata.
- La inversión sostenida en estos programas es imprescindible: la rentabilidad social y económica compensa ampliamente cualquier gasto.
- Debe escucharse al alumnado en las evaluaciones para no cometer errores que han lastrado el desarrollo de los programas. Su punto de vista resulta esclarecedor y fundamental para orientar futuras políticas educativas.
Actualmente, cerca del 50% de los alumnos de Primaria y el 36% de los de Secundaria participan en programas bilingües en España, lo que demuestra la consolidación de este modelo y la apertura del sistema educativo a nuevas perspectivas de aprendizaje. La globalización y la demanda del mercado laboral ratifican la necesidad de apostar por una educación bilingüe, porque ésta facilita la movilidad internacional y refuerza la participación en una ciudadanía europea y global.
A pesar de los desafíos, la investigación demuestra que la educación bilingüe favorece el desarrollo cognitivo y emocional, así como la apertura cultural. Decía la periodista estadounidense Esther Lederer: “If you think education is expensive, try ignorance”. Adaptando su mensaje al siglo XXI: “If you think bilingual education is useless, try monolingual”. Apostar por la educación bilingüe no es un lujo, es una necesidad irrenunciable para un país que aspira a prepararse para los retos del futuro.
* Mª Elena Gómez Parra es catedrática de la Universidad de Córdoba en el Departamento de Filologías Inglesa y Alemana y Francisco J. Marín Marín es profesor ayudante doctor de la UCO en el Departamento de Estadística, Econometría, Investigación Operativa, Organización de Empresas y Economía Aplicada.
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