Geografía humana · Francisco Castillero

"Ningún alcalde es tonto, saben que a las peñas no le pueden negar nada"

  • "Lo mejor que puedo decir es que no he visto ni oído nada", dice Castillero, amigo de Rosa Aguilar y de Gómez. "He convivido con políticos de todos los partidos y te enteras de todo".

FRANCISCO Castillero llegó a la Federación de Peñas en el 95 y ha sido reelegido en cinco ocasiones. "Esto me viene por mi hermano mayor, que fue muchos años el presidente de la Federación Cordobesa de Palomos, y de ahí a las peñas", recuerda este joyero jubilado que encabeza un colectivo clave en la celebración del Mayo Festivo.

-¿Cómo explicaría a una persona no versada en la materia qué es una peña?

-El Rey me lo preguntó. Me lo presentó Rosa Aguilar una vez que vino al Ayuntamiento. Y yo le dije: "Majestad, cuando uno termina su trabajo, llega a su casa y la mujer está fregando y no nos deja ni pisar, coge y se baja a la peña. Vivo en Ciudad Jardín, donde hay muchos bares, pero si te paras en un bar a lo mejor un día te encuentras a dos o tres amigos, y otro día a ninguno. Te pides un medio y miras a un lado y a otro, pero no tienes con quien hablar. Así que coge uno y se va a la peña, donde hay siempre diez o doce amigos y hablas de dominó, de fútbol, de toros, de todo… Y te tomas dos o tres cervezas".

-¿Y qué le respondió el Rey?

-"Ya está, no diga más. La calor". Sí, la calor de los amigos.

-¿Cómo se prepara un peñista para el Mayo Festivo?

-Cuando Rosa Aguilar era alcaldesa me decía: "Paco, nos ponemos las pilas. Vámonos con las Cruces, con la Feria...". Es integrarse. En ese movimiento se sacan muchos valores.

-¿Echa de menos a Rosa Aguilar en el Ayuntamiento?

-Yo entré 40 días antes que Merino y Amelia Caracuel y bregué cuatro años con ellos. Pero con Rosa fueron muchos años. Su padre fue fundador del Club de Pesca de Ciudad Jardín e hizo el pregón de la peña de su padre. He tenido mucho roce con ella. Hemos viajado mucho. Me llevó a Bilbao, a Barcelona, a todos lados… Porque a ella le gustaba que fuera el presidente de la Federación. Estuvimos en la casa de Córdoba en Badalona, llevamos las serenatas y la Semana Santa a Zaragoza. Rosa me decía: "Venga, te vienes". Y me convencía. Se hartaba de reír conmigo, porque yo es subirme a un avión y me pongo malísimo.

-¿Y cómo es la relación que tiene ahora la Federación con el Ayuntamiento? ¿Ha cambiado respecto a los tiempos de IU?

-Nosotros no podemos cambiar. Ni el Ayuntamiento. Somos muchos miles de cordobeses. Ahora montamos la caseta, adonde va todo el mundo. Y organizamos la Batalla de las Flores, las romerías… La relación es perfecta, aunque diferente. Rosa era una mujer soltera, a mis hijos los ha visto desde chiquitillos. Ha casado a mi hija, a mi hijo… Y ha estado en las dos bodas. José Antonio tiene lo suyo, está en Sevilla y aquí. Quien no convive con un alcalde no sabe lo que tiene, es para volverse locos.

-¿Pero se ha producido algún distanciamiento?

-La relación es igual, porque ningún alcalde es tonto. Ellos saben el movimiento de las peñas y lo que hacen por esta ciudad, así que no te pueden negar nada ni podemos disgustarnos, aunque a veces tengamos nuestras palabras. El otro día en el pregón de Mayo cogí al alcalde y le dije: "Señor alcalde, usted sabe que me prometió para el perol de convivencia del año que viene en El Arenal que tenía que haber unos servicios de material, de esos curiosos". Y me dijo: "Dame la mano. Estarán los servicios hechos". Son compromisos creados.

-¿Cuál es el mayor encontronazo que ha tenido la Federación con el Ayuntamiento?

-Con este Ayuntamiento hubo uno el año pasado. Empezamos a trabajar con la cabalgata de Reyes, que está en manos de los peñistas y el rey negro sale de un directivo mío. Y el año pasado los dineros no llegaban. Ahora cada tres meses van a ir ingresando para que no se quede todo para el final. No nos sirven las flores si no pagamos a 90 días. Así que con Bellido, el de los dineros [en referencia a José María Bellido, el concejal de Hacienda], hemos firmado un documento garantizando que antes del 31 de julio pago las flores. Si no, se suspendía la Batalla de las Flores, pero eso no se puede hacer.

-¿Y ese control tan estricto no existía antes?

-Yo llamaba a Rosa, y ella llamaba a tesorería: "Oye, los dineros de Paco". No nos ha faltado nunca. Ahora el convenio nos sirve de aval.

-De todas las actividades del Mayo Festivo, ¿cuál es la que más disfruta?

-La Batalla de las Flores y las romerías. Porque luego la Feria es un desierto, y los que tenemos que estar en una caseta con cientos de peñistas no lo podemos disfrutar como cualquier persona que vaya a divertirse. Tengo que cubrir un montón de cosas, de protocolos, de comer con peñas, de cenas.

-¿Qué cambiaría de la Feria?

-Cambiaría muchísimas cosas. La Federación, por ejemplo, no debería quitar la caseta. Yo la tenía prometida con un constructor. Me dijo que por lo que pagaba todos los años por la carpa me hacía una estructura fija, pero no puede ser. Metemos a 800 ó 900 personas jugando al dominó. O si un peñista la necesita para celebrar un bautizo o una comunión, podría estar allí. Pero me dicen que no, que aquello hay que dejarlo libre una vez que termina la Feria.

-¿Y le gusta el recinto?

-No me puede gustar nunca, hace una calor que es horrorosa. Cuando estamos debajo de la carpa, o pones el aire acondicionado o no aguantas a 45 grados. Le tienes que meter telas de adorno, y suerte que estamos al lado del río, porque abrimos y nos entra un poco de aire. Mi caseta se va a 38.000 euros con actuaciones. Y con el aire acondicionado se te dispara… El año pasado, con el retraso en la subvención, al final nos pilló la subida del IVA. Y con la rebaja del 20% del convenio que ya tenemos por la crisis lo hemos pasado fatal. Porque las peñas no paran en todo el año. En agosto, cuando se piensan que no hay nada en Córdoba, tenemos la verbena en el Triunfo de San Rafael. A las nueve de la noche está eso de extranjeros y de peñistas que no se puede ni entrar.

-¿Le gustaba más cuando la Feria estaba en la Victoria?

-Por supuesto, pero llegó un momento en que no podíamos estar porque ya no había espacio. Nos vinimos con la ilusión de que aquí había sitio para todo el que quisiera poner caseta. Pero El Arenal es un relleno de sacar grava pegado al río. No se cuántos camiones de escombro se habrán echado allí, así que cuando dijeron de plantar árboles para dar sombra no crecía ninguno. Así están, siempre enfermos. La Feria debía ir en la plaza de toros, porque su origen era una fiesta de ganado.

-¿Y los Patios? ¿A qué va a servir la declaración de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco?

-Son un espectáculo, no se puede ni estar de la gente que hay. Es de locura. A ver si lo explotamos bien y si alguna vez eliminamos los más de seis millones de personas que ya no tienen trabajo. Este alcalde prometió que, cuando terminaran los cuatro años, se iría si había una persona parada más que cuando entró. No sé cómo lo va a averiguar.

-¿Cuál es su mayor sueño como peñista?

-Que nos mentalicemos de que a Córdoba la tenemos que levantar los propios cordobeses. No va a venir nadie a regalarnos nada, porque cada uno tira para su tierra. Es lo que ha pasado con la Capitalidad Cultural. Hemos estado años bregando y al final nos la han quitado. No luchamos, pensamos que lo tenemos todo. Si no estuviéramos las peñas, no habría romerías, ni Batalla de las Flores, ni casetas, ni verbenas…

-¿La Federación se ha visto alguna vez rechazada por alguna institución?

-A la Federación nunca le hacen rechazos.

-¿Por qué lo cree?

-Al final se dan cuenta de lo que movemos y, si no te apoyan, al final se callan y lo aceptan. El domingo pasado alguna gente se quejaba por los cohetes a las ocho de la mañana antes de la salida de la romería, cuando lo que hacemos es darle vida a la ciudad.

-¿Entiende a quienes critican el trabajo de las peñas?

-Es inevitable, hay personas que salen del trabajo, van a su casa y no quieren saber nada. No se toman ni una cerveza. Muy bien, pero no critiques si no eres capaz de hacerlo. Luego llega la Batalla de las Flores y tenemos a 200.000 personas pegando clavelazos.

-¿Es un mundo machista?

-Cuando llegué al Club de Pesca, allí no entraba una mujer. Hasta que lo hemos conseguido y muchas peñas sobrevivimos gracias a esta apertura. No habría carrozas sin mujeres, porque los hombres somos incapaces de pegar una flor. Algo de machismo había antes.

-Ha hablado de Rosa Aguilar. ¿Y con Rafael Gómez tiene alguna relación la Federación?

-Teníamos antes más, cuando era empresario. Llegaba el mes de octubre y nos daba un talón. Esas cosas se han acabado, pero seguimos teniendo relación. Ahora el champú que tengo me lo regala él.

-¿El champú?

-Sí, antes me echaba una espuma y Loli, su mujer, me dijo que dejara de ponerme aquello. Tengo confianza con él porque son muchos años. He estado en las bodas de los tres hijos, que aquello era un espectáculo. Qué te voy a decir. Una noche estaban el Pele, Rosa Aguilar, él y yo cantando a las seis de la mañana. Y llegó Loli y le dijo: "Niño, mira qué hora".

-¿Y ha sido alguna vez partícipe de una de esas reuniones clandestinas de las que se hablan entre Rosa Aguilar y Rafael Gómez?

-No puedo intervenir en eso. He vivido muchísimas cosas, porque he estado mucho bregando con Rosa, en su despacho, donde tiene un San Rafael de plata que le regalé precioso. Y he oído 40.000 cosas. Lo mejor que puedo decir es que no he oído ni visto nada. Tengo que estar al margen. He convivido con políticos de todos los partidos y te enteras de todo. He oído tantas cosas…

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios