Un alcalde republicano y anarquista legalmente vivo

Cordobeses en la historia

Manuel Alba Blanes fue jornalero, músico, dramaturgo y poeta autodidacta; incomprendido a veces y anarquista siempre, fundó el Ateneo Popular y ostentó Alcaldía hasta julio de 1936

Un alcalde republicano y anarquista legalmente vivo
Un alcalde republicano y anarquista legalmente vivo

22 de febrero 2010 - 01:00

ERA tiempo de aceitunas para los jornaleros. Las niñas que conocían una escuela, la dejaban provisional o definitivamente, para ocuparse de los hermanos chicos. Los niños grandes se convertían en brazos de más entre olivares y las manos de todos eran semillero de sabañones, irritados al calor de las piedras recalentadas en las lumbres. Manuel Alba Blanes llegó a ese mundo y a esa condición un 11 de febrero de 1903. Como tantos de su tiempo, no fue a la escuela. A solas aprendió a escribir, a leer y a devorar los textos que encontraba, en tanto las revoluciones campesinas, recogidas a pie de tajo por Díaz del Moral, germinaban en el pueblo donde crecía, Almodóvar del Río. Esas circunstancias socioeconómicas y las suyas propias debieron despertar en el niño jornalero una precoz conciencia de clase, a la que guardó fidelidad hasta el instante en que su biografía se difumina.

Dotado de una aptitudes innatas para la literatura y las artes, inició la labor didáctica entre los suyos, como activista cultural, siendo adolescente, y a través de la música, con la fundación de una estudiantina que lograría premios en Palma del Río y Posadas (de gran tradición carnavalera) o el Círculo de la Amistad, destacado escaparate de la música y las fiestas al dios Momo. Pero sería su obra teatral Entre dos fuegos, rescatada por A. Manuel Rodríguez y Manuel Carmona, la que, a juicio de estos autores, es "sin duda una de sus iniciativas más importantes" junto a "la constitución del Ateneo Popular" del que resalta el primero la fecha, en mayo de 1925, durante la Dictadura de Primo de Rivera.

De la puesta en escena del drama en tres actos, que llegaría a estrenarse en única función en 1928, destaca la valentía, por el contenido y la época. De claros matices autobiográficos, expresa los sentimientos y los principios del jornalero, frente a los condicionantes, prejuicios y miedos de los terratenientes. La obra responde a las de compromiso de los intelectuales-políticos del primer tercio del siglo XX, que poblaban los anaqueles de Centros Obreros y Casas del Pueblo; si bien en la mayoría, se sacrificaba el estilo literario, primando el mensaje político para facilitar la comprensión, en Entre dos fuegos confluyen adoctrinamiento y un dominio de la palabra y la estructura sorprendentes en un narrador autodidacta. Entre las líneas del drama -reestrenado en octubre de 2007 y publicado por Berenice- se puede releer parte de la biografía de Manuel Alba, aunque el protagonista prescinda de su propio nombre y la amada no lleve el de Enriqueta Sanz, su mujer en la vida real y sirvienta de Francisco Natera, el mayor terrateniente de Almodóvar entonces.

El imaginario y la vida de Alba se funden y confunden en la presión que los señoritos de Entre dos fuegos ejercen sobre la muchacha y contra el cenetista, que representa un peligro para "la mano que le da de comer". Y aunque el desenlace de esta historia de buenos y malos se inclina por los enamorados, en la vida real parece ser que Enriqueta optó por sus amos. También la relación de Manuel con el Ateneo que fundó tuvo sabores agridulces, a pesar de los principios que lo inspiraron, bajo postulados como "difundir los conocimientos científicos, artísticos y literarios entre todas las clases sociales en general, y particular entre las clases obreras…"; con principios como la lucha ante la arbitrariedad de "los poderes públicos contra el inviolable derecho de gentes o una limitación a la libre emisión del pensamiento", invitando a los ateneístas a mostrar su disconformidad porque "el silencio ante el atropello consumado equivale a la tácita conformidad con el mismo".

En medio de aquellos años de brutalidad, caciquismo y castas irreconciliables, su dedicación a la formación política y cultural de las clases populares (fue Maestro altruista de niñas pobres y obreros), debió representar un peligro para "los amos" y, el acercamiento a la clase media, un factor de desconfianza para los jornaleros. Acostumbrados estos últimos al "casino de los ricos", no entendieron el espíritu del que quiso impregnar al Ateneo y Manuel optó por dimitir como presidente y socio de 1929 a 1935. Un año después, sería elegido alcalde de Almodóvar. En la corta vida política del Frente Popular, el primer edil anarquista propugnó la tolerancia, mantuvo respetuosas relaciones con el clero, dio prioridad a la lucha contra el paro obrero, apoyó a las mujeres solas y buscó recursos y locales para la escolarización y el auxilio de la infancia.

Entre el 19 de julio y el 20 de agosto del 36 -en que el batallón Cañero toma Almodóvar- estuvo al frente de su Comité Revolucionario. Luego, se convierte en Comisario Político del batallón Fermín Salvochea, enmarcado en la columna Andalucía-Extremadura, que operaba en Pozoblanco, y el 16 de marzo de 1937 desaparece su rastro, durante la batalla que pudo arrebatar la plaza a la República. Las versiones que recogen 70 años después Antonio Manuel Rodríguez y Manuel Carmona cuentan que le vieron entrar en la farmacia en donde cayó una de las bombas; otras dicen que salió de la trinchera con el hombro herido o que "alguien le reconoció en la frontera francesa y al llamarlo por su nombre se acicaló una mascota blanca para no ser visto…". Pero no hallaron "ningún registro oficial" con su nombre, ni lo encontraron entre los sepultados aquel día en Pozoblanco.

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