"Hay que acostumbrarse: no se disfruta del nivel de vida de un rico sin serlo"
El máximo responsable de la patronal defiende a los empresarios "que están perdiendo su patrimonio" con la crisis y reclama cambios de calado tanto en la política como en la banca para ser competitivos
Recién salida de su asamblea anual, la Confederación de Empresarios de Córdoba se ha convertido en un interlocutor clave para estos tiempos de crisis que corren. El presidente de la organización, Luis Carreto, explica la honda preocupación de sus representados ante la complejísima situación que atraviesa el tejido productivo. En unas semanas, Carreto se presenta también ante los empresarios de la construcción, el sector que peor lo está pasando, para llevar a cabo su cita anual.
-Esta semana, una empresa de gran fuste, el grupo Sánchez-Ramade, decía que la situación es de "economía de guerra". ¿Corresponden las medidas que se adoptan a lo que se necesita?
-Lo que se está haciendo hasta ahora por parte del Gobierno son cuidados paliativos. No cura la enfermedad sino que ayuda a sobrellevar los síntomas. Eso no está conduciendo a acabar con los ahorros de la nación, a gastar el superávit de muchos años. Esta situación hará que nosotros no paguemos la factura, ni nuestros hijos. Serán nuestros nietos. Eso explica la magnitud de lo que está pasando.
-Un primer paso para el empresario sería que las administraciones pagaran pronto.
-Sí, pero para eso tienen que contar con recursos. Y no como hasta ahora, donde se han centrado en el mundo de la vivienda y la edificación residencial, para sus presupuestos. Las administraciones se tienen que buscar una fuente de ingresos que sea distinta. Los ayuntamientos están tan mal como el mundo empresarial.
-Cuando se habla, y en concreto el empresariado, de las reformas necesarias para salir adelante, ¿en realidad se habla de despidos más baratos?
-No. Es el momento de liberalizar el mercado, de flexibilizar las relaciones. Hay que efectuar una reforma profunda del mercado laboral que, bajo mi punto de vista, no supone ni abaratar el despido, ni acortar el número de días que se abonan por indemnización. Creo que, sencillamente, se trata de presentar una mayor productividad. Y para ello tenemos que hablar de la relación entre el trabajo y su coste por hora. Si no tenemos una mayor productividad, no seremos competitivos. Y si no somos competitivos, jamás saldremos del agujero porque otros estarán mejor. En estos momentos tenemos una gran cantidad de contratos. Necesitamos un contrato indefinido, que se encuentre acorde con lo que está pasando en el resto de Europa, que sea más flexible. Las contrataciones y los despidos deben ser mucho más fluidos. El movimiento empresarial va de la mano pero los sindicatos no quieren hablar de ello. Por puro convencimiento, creo que al final nos sentaremos a reformarlo porque es beneficioso para los propios trabajadores. Sin lugar a dudas.
-Tampoco el origen del actual problema económico se encuentra en la regulación laboral.
-Por supuesto. Pero, como todo el mundo dice, lo que venga después de esta crisis nos va a diferen ciar de lo que hemos tenido. Tanto las entidades financieras como las propias empresas tenemos una parte de culpa importante de lo que está ocurriendo. Entonces, es el momento de que todos los defectos no atajados durante los últimos años, se aborden. Entre otros, está el de la flexibilidad laboral, una vueltecita de tuerca, hacia la modernización, no hacia el despido libre.
-Usted advirtió ante la asamblea de la CECO de que el mundo financiero ha de purgarse. Parece que la situación de CCM puede terminar siendo sistémica.
-Sí. Parece que hay otras entidades en cola, según las propias manifiestaciones de las autoridades. Hay una procesión que se dirige al Banco de España. Es necesario capitalizar la banca. El Estado debe inyectar dinero en las entidades para abrir los mercados financieros al crédito. Lo primero que necesitamos los empresarios es el circulante, el dinero para poder trabajar. Y hay un elemento muy importante, clave. Son las líneas de aseguramiento de las operaciones de cliente a cliente, el afianzamiento de buen fin de pagarés. Eso, de un día a otro, se ha hundido. Hay empresas que dejan de estar clasificadas o cuya calificación se reduce. Ello impide operar. Hay gente que prefiere no producir ante la falta de seguridad de que va a cobrar y de que haya respaldo ante un fallido.
-Una de las razones del problema financiero es que cajas y bancos están asumiendo el fallido negocio inmobiliario...
-...pero no ha sido voluntario. Se quedan con el activo hipotecado porque no han tenido más remedio. La banca ha jugado muy alegremente, los controles no han funcionado. En el caso de las viviendas, hay quien se quiere ir de rositas, como las tasadores, que han sido el instrumento para que unos y otros hagan barbaridades con el pensamiento de que el bien que se hipoteca no baja de valor. El castillo de naipes se ha hundido. Responsables: las entidades financieras, seguido de los intermediarios, el Gobierno -que ha ganado muchísimo dinero- y las empresas no profesionales que nacieron al calor del dinero fácil. Ellos son quienes han dejado indefensos a los pequeños promotores. Los grandes sabían desde 2004 lo que iba a pasar pero nadie, nadie, ha hecho caso.
-En el futuro, sólo se le podrá comprar un piso al banco.
-El tejido está desaparecido, pero volverá. El banco no es iniciativa privada, sino de emergencia. Cuando se deshaga del último piso, no querrá saber nada. Sí se van a replantear esas corporaciones enormes y volverán al negocio tradicional. Todos pagaremos el dinero más caro: préstamos al consumo no menores del 14% e hipotecarios que no estén por debajo del 5,5%. Todos tendremos que acostumbrarnos a que no se puede vivir como un rico sin serlo.
-A nivel local, se sigue con los mismos pactos por el empleo cuyo efecto parece nulo.
-Algunas de estas cuestiones son gestos de cara a la ciudad. El Ayuntamiento no tiene competencias en el empleo. Todos nos preocupamos mucho y nos sentamos en torno a una mesa. Quien sí tiene competencias, sobre todo la Junta, debe activar las políticas. Pero ello no da los resultados porque la creación de empleo y de empresas están muertas. Los fondos anticrisis son paliativos, flor de un día, fíjese en las cifras del paro del mes de marzo, que es un periodo de crear trabajo. Tiene que correr el dinero en los bancos, sin eso es imposible.
-Mientras se hacen esos planes de empleo, el Ayuntamiento pagará un 5% más a sus empleados este año y recortará las inversiones más que el gasto superfluo.
-No tenemos administraciones austeras, viven en la opulencia. La única justificación es que el gobierno municipal debería, y aún debe, corregirlas. Esa decisión se cerró en septiembre, pero aún no hay presupuestos sobre todo porque estamos en deflación. Es curioso. Siempre hemos pedido que se contenga la inflación y ahora todos estamos dispuesto a que haya algo, porque el crecimiento negativo de los precios es gravísimo.
-¿Cuántos empresarios han pasado por este despacho diciendo que cierra la empresa?
-Muchos. Y algunos diciendo cosas más graves que el cierre de la empresa. Es terrible cuando llega alguien a quien se conoce desde hace tiempo asegurando que viene a despedirse. Pone los pelos de punta.
-¿Qué se le dice a esos empresarios que vienen a anunciar el cierre de sus negocios o algo peor?
-Pues no se le puede decir nada. Se trata, en la mayoría de los casos, de empresas de tradición familiar, que son las que componen el 87% del tejido productivo. Es gente que ha perdido todo, todo, todo su patrimonio, algunos más y otros menos, producto del esfuierzo de muchos años: su casa, su coche, el apartamento de la playa quien lo tuviera. Todo ha sido hipotecado o vendido para salvar su empresa. Otros van a dejarse por el camino, incluso, el puesto de trabajo de sus hijos, que a su vez han creado familias, que tienen una casa que van a perder y que no saben dónde buscar un empleo. Se trata de personas que no cuentan con ayudas, con desempleo. Tenemos que empezar a plantearnos que una cosa es la familia y otra es la empresa, y que ligar las dos, cuando las cosas van mal, genera graves problemas humanos.
-Todo ha ocurrido muy rápido.
-Y nos ha cogido sin estar preparados. Mire, las crisis en economía son cíclicas y nosotros nos saltamos una. La última fuerte fue la de 1992-1994. Y desde entonces no hemos tenido niguna más [en esta década, las economías occidentales pasaron la crisis de las puntocom y las tormentas monetarias de México y otros países emergentes]. Eso nos ha permitido converger con Europa. Nos creímos que la crisis no iba a volver y ha vuelto con un dramatismo que no se esperaba.
-Medidas para ya.
-Lo que nos está ocurriendo es heterodoxo y las recetas ortodoxas no valen. Lo que viene en los libros no sirve. Necesitamos riesgo, medidas duras. Pan para hoy y hambre para mañana, no.
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