El precio del aceite de girasol se dispara en los mercados pero baja en origen

El coste de esta grasa vegetal para los consumidores ha crecido en un 40% en lo que va de año, mientras que el dinero que asumen los productores en este mismo tiempo ha descendido en un 30%

EL precio del aceite de girasol parece no tener ni techo ni fondo. Por un lado, en los supermercados no para de subir. Por otro, en las cooperativas no deja de bajar. En lo que va de año, el coste de un litro de aceite de girasol se ha disparado en un 40% en los supermercados, mientras que lo que reciben los productores cordobeses en el mismo espacio de tiempo ha descendido en un 30%, según los datos tanto del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo como de la Consejería de Agricultura.

En concreto, el aceite de oliva ha repuntado en los últimos dos meses después de la crisis que provocó la recomendación por parte del Ministerio de Sanidad de no consumir este tipo de grasa vegetal que procedía de Ucrania. La recomendación apenas duró una semana y los precios ni tan siquiera se resintieron, por lo que desde entonces avanzan en subida desbocada, tal y como ha detectado el Ministerio que dirige Miguel Sebastián. De hecho, el litro de girasol refinado suele encontrarse en los supermercados a un precio de 1,59 euros y a un coste mínimo de 1,11 euros, un 40,83% más que en enero de este año. Por contra, lo que recibe el agricultor cuando vende su cosecha es muy inferior y encima avanza en retroceso. Según los últimos datos de la Consejería de Agricultura, en Córdoba se paga a 43 céntimos el kilo de aceite de girasol en origen (que no es lo mismo que un litro, pero casi).

En lo que va de año, el precio en origen del girasol se ha desplomado sin causa aparente, cuando en 2007 su coste también se disparaba sin que nadie supiera dar una explicación concreta. Los comercializadores achacan su subida a los tan recurridos biocarburantes. Sin embargo, este año ha habido una producción similar a la del año pasado y los biocarburantes no han influido para que los precios se disparen. Los productores usan una palabra concreta para definir estos incomprensibles dientes de sierra que dibujan los precios: especulación.

El caso del aceite de girasol es el más espectacular, pero no se trata del único alimento con unas tendencia en los precios tan diferente a lo que paga el consumidor con lo que recibe el productor. Más de lo mismo está ocurriendo con el trigo, la harina y el pan. El primer producto está bajando de forma importante en lo que va de año, mientras que los segundos no dejan de subir cuando su principal materia prima es el trigo y cuando sus comercializadores alegaron a una brutal subida del precio de los cereales en 2007 (que ocurrió) para subir también el pan.

Ahora mismo, el precio de la harina es un 28,29% más caro que el 1 de enero de este mismo año. Por contra, el coste del trigo panificable (el blando) es un 18% más bajo que desde esa misma fecha. En concreto, el kilo de harina cuesta una media de 77 céntimos de euro. El kilo de trigo supera a duras penas los 20 céntimos. La barra de pan ronda ya el euro.

Por contra, el precio del trigo duro también se ha desplomado. Este cereal es el que se utiliza para la producción de pastas como los espaguetis, uno de los alimentos que también es evaluado el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. De hecho, este departamento ha concluido que el precio de los espaguetis también ha iniciado la misma tendencia que el pan y el aceite de girasol: ha subido un 20% en lo que va de año, a diferencia de su materia prima, que ha bajado más o menos en la misma proporción.

Para evitar este tipo de situaciones, la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) lleva un par de años demandando al Gobierno la aprobación de una Ley de Márgenes Comerciales que impida que se repitan este tipo de situaciones en el mercado alimenticio español.

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