La Virgen de los Dolores estrena una saya basada en otra del siglo XIX

La imagen de la Virgen de los Dolores acaba de estrenar una nueva saya que se incorpora a su ajuar y que está basada en otra del siglo XIX que desapareció aproximadamente hace un siglo. De la misma ha quedado un repertorio fotográfico más que suficiente para su reconstrucción.

El diseñador sevillano Javier Sánchez de los Reyes ha sido el encargado del diseño primitivo para hacer una versión "libre y enriquecida" en la que se han mantenido sus elementos fundamentales. El esquematismo primitivo ha dado paso a la carnosidad y movimiento de sus elementos. La pieza ha sido bordada en el taller cordobés de Francisco Pérez Artés y regalada por un donante anónimo.

Uno de los aspectos que más llama la atención es el color. Está bordada en hilo de oro fundamentalmente, de plata y sedas de colores sobre un terciopelo que queda a medio camino entre el morado y el malva. Éste es un tono que está a medio camino entre el morado y el malva que armoniza con los mantos negros bordados en oro.

Otro elemento que llama la atención es la Cruz de Soledad que preside la pieza. Está situada en el centro, de forma destacada, como se advierte en las fotografías de la vieja saya. Sánchez de los Reyes ha mantenido este elemento central rodeado de decoración vegetal en la que se integran los mismos elementos, como las rosas de pasión, tan características del bordado en el siglo XIX, los tulipanes o las azucenas bordadas en plata. Aportación suya ha sido la incorporación de tres flores de cardo semicerradas en los extremos de la saya, en alusión directa al versículo del Cantar de los Cantares que define a la amada "como azucena entre cardos".

La interpretación realizada por Pérez Artés del dibujo se ajusta al bordado decimonónico, aunque desplegando una gran riqueza tanto en los tipos de hilos utilizados como en el generoso catálogo de tipos de puntos y otros elementos que enriquecen considerablemente el resultado.

Un elemento novedoso que no figuraba en la saya antigua era el corpiño. El diseñador ha incorporado a esta pieza tan característica en el atavío de Nuestra Señora de los Dolores el escudo de la orden servita en medio de un resplandor y bajo una corona real. A su alrededor se reparte una decoración vegetal similar a la de la saya.

Este nuevo elemento se suma al ajuar de la Virgen de los Dolores en el que destacan piezas que se remontan a mediados del siglo XIX, como es el caso del manto de Alburquerque, que es el que luce en estos días del septenario.