Cuaresma

Vía Crucis de la Esperanza y de la Merced: Córdoba ya camina hacia la Pascua

El Señor de las Penas recorre las calles de Córdoba en Vía Crucis / Miguel Ángel Salas

"Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Mc 1,15); "acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver" (Gén 3,19). Miércoles de Ceniza, día de inicio del camino hacia la Pascua de Resurrección, un camino que en la ciudad será de intensa vida cofrade. Se abre el tiempo de Cuaresma, un tiempo en el que la Iglesia llama a la conversión. Ya ha comenzado ese tiempo litúrgico del calendario cristiano destinado a la preparación espiritual para esa fiesta de la Pascua, un tiempo litúrgico de 40 días que concluirá el Jueves Santo con la Misa Crismal.

La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los 40 días del diluvio, de los 40 años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los 40 días de Moisés y de Elías en la montaña, de los 40 días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto. En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de pruebas y dificultades.

Miércoles de Ceniza, un día en el que por las calles de Córdoba se reviven escenas del Nuevo Testamento, como la protagonizada por Nuestro Padre Jesús de las Penas -de la Hermandad de la Esperanza- recorriendo en vía crucis la feligresía de San Andrés y Santa Marina.  Un cortejo que ha visitado la Basílica de San Pedro para hacer una estación en la Capilla de los Santos Mártires.

La imagen de Juan Martínez Cerrillo, encargada en 1953 y conocida popularmente en la ciudad como El Gitano, que ha caminado en parihuela sobre un exorno floral en color rojo, ha avanzado por Fernán Pérez de Oliva, Gutiérrez de los Ríos, Plaza de la Almagra, Juan de Mesa, Plaza de San Pedro y Basílica Menor de San Pedro. Tras su visita a la Capilla de los Santos Mártires, ha continuado por la Plaza de San Pedro, calle La Palma, Plaza Regina, Encarnación Agustina, Muñices y Realejo, para terminar llegando a su sede canónica.

Vestida con morado cuaresmal y portada por 16 hermanos, la imagen ha estado acompañada por música de cámara y los cofrades de la Ilustre y Venerable Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de las Penas y María Santísima de la Esperanza han portado cirios asignados que les han sido repartidos por riguroso orden de antigüedad. A los cofrades se les pidió desde la hermandad que vistieran traje oscuro con corbata oscura. 

Las calles de Córdoba han vuelto a ser testigo del paso de ese Cristo que Cerrillo concibió coronado de espinas, torturado, al hilo del desfallecimiento, con el rostro transido por el cansancio, por el dolor del suplicio, por el sufrimiento, por el abandono, por la injusticia, por las infamias y por la laceración a la que fue sometido.

Y es que Nuestro Padre Jesús de las Penas, por su humanidad y su bella idealización, no sólo incita a la devoción de los fieles en la intimidad del templo de San Andrés, sino que también capta ampliamente la atención del pueblo cordobés durante su recorrido por las calles.

No ha sido el único acto de este tipo que se ha celebrado en la ciudad. El Miércoles de Ceniza también es el día en el que en Córdoba la Hermandad de la Merced celebra un vía crucis en el interior de su sede canónica, la parroquia de San Antonio de Padua, en El Zumbacón. Es otra forma más intima de entender esta celebración, una forma con el mismo continente de fe y religioso que la de la Hermandad de la Esperanza, pero con distinto contenido. Ha sido tras la eucaristía de imposición de la ceniza presidida por el director espiritual de la cofradía, Francisco Javier Moreno Pozo. No ha salido a la calle, pero se ha vivido con la misma intensidad esa celebración en honor a Nuestro Padre Jesús Humilde en la Coronación de Espinas.

Los hermanos mercedarios han vuelto así a rendir homenaje a una imagen de Nuestro Padre Jesús Humilde en la Coronación de Espinas que fue realizada en 1978 por el imaginero sevillano Francisco Buiza Fernández y que vino a sustituir a la antigua que tenía la hermandad del Zumbacón. Una imagen, una de las obras cumbres de su autor, en la que destaca la expresión del rostro, que le imprime a su vez dolor y resignación, y la perfección de su anatomía y policromado.

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