Estados Unidos se rinde al kalimotxo
Invento. Hasta el más torpe sería capaz de hacer esta mezcla de vino y cola traída del País Vasco
Los americanos han decidido reinventarla
Las Fiestas de Sanfermín en Pamplona arrancaron ayer con el famoso cohete anunciador, conocido como El Chupinazo, que deja paso a los encierros y la feria taurina. Todos los días a las 06:45 los festejos comienzan con las Dianas donde la banda de música municipal recorre las calles del Casco Viejo para el deleite de los más madrugadores... y de los que no han ido a dormir.
Y sin duda, el otro gran protagonista de estas fiestas es el vino, producido en cantidad y con altísima calidad en tierras navarras… Aunque a veces estos matices no se aprecien mucho mezclado con cola para dar lugar al famoso kalimotxo. La popular bebida de vino y refresco de cola va asociada para muchos a una etapa de la juventud en parte no muy agradable. El particular sabor dulce y alcohólico de esta combinación despierta en el recuerdo ciertas noches frías en que no se tenía suficiente dinero para entrar en las discotecas y los encuentros con los amigos se desarrollaban en los lugares más recónditos de los parques. Debido a su condición marginal, propio de reuniones en parte clandestinas, es difícil encontrar en el kalimotxo algo de exótico, pero lo cierto es que su estatus fue en un principio muy distinto al que hoy conocemos. Se atribuye la creación del término al grupo vasco Antzarrak en las fiestas de San Nicolás de 1972 en el Puerto Viejo de Algorta. Los miembros de esta cuadrilla reconocen que no inventaron la mezcla, aunque su condición era muy minoritaria "solo de señoritos de Bilbao y particularmente de agentes de cambio y bolsa. La bebida se conocía entonces con el nombre de Rioja libre".
A pesar de lo que se cree, es difícil certificar que el kalimotxo sea un invento nacional ya que la mezcla de vino tinto y refresco de cola existe en muchos otros países. En Argentina recibe nombres como rocanrol, cascarudo o vino con coca; en Brasil lo llaman vinhoca; en Chile se conoce como jote; en Uruguay vino cortado, y así podríamos seguir con un largo etcétera.
Con todo, se entiende que cuando los americanos llegan a nuestro país, busquen en la sangría o en el kalimotxo dos combinaciones en las que indagar en la esencia de lo español, como sucede con el flamenco o el espectáculo taurino. Para el New York Times el kalimotxo funciona, la cantante Eilen Jewell le ha dedicado una canción e incluso una empresa americana comercializa Motxo, un kalimotxo que se vende como artesanal y en botella. De lo que no hay duda es que esta bebida, que para nosotros es particularmente barata, tiene mucho calado en Estados Unidos.
¿Cómo se prepara el kalimotxo perfecto? Pues si seguimos las indicaciones de la cuadrilla Antzarrak, basta una botella de vino y otra del popular refresco. ¿Cantidades? Según Agustín Martínez Tintxo, uno de los componentes: "se tira… yo qué sé, una cosa así como así, y el resto, Coca Cola". Es decir que no existen recetas, todo se hace a ojo de buen cubero.
Se asegura que el "cal-ee-MO-cho" es una bebida ideal para las lentas mañanas del fin de semana. No obstante, Tintxo destaca que es importante "que no sepa más a vino que a Coca Cola. Es igual que los cubatas. Cuando flota el hielo: ya está, Una vez que ha flotado el hielo, paro de tirar el vino, y luego Coca-Cola".
Resulta lógico que semejante receta no se pueda presentar en tales condiciones en un medio extranjero a la caza y captura de una pócima traída de fuera. Así, el blog Food 52, tomando como referencia el libro Joy the Baker Over Easy de Joy Wilson, nos muestra una alternativa de mucho más postín.
Para los americanos, el vino debe ser un Rioja y el refresco de cola puede llevar aromas. Se define a la bebida como todo un Spanish cocktail y se dan algunas claves: una parte de vino, otra de refresco azucarado de cola y mucho hielo. Hasta aquí todo más o menos normal, pero poco a poco comienzan los virajes que suceden cuando una receta traspasa sus límites geográficos. Según Food 52 hay que añadir un buen chorrito de lima, y el "vino barato" que se debe emplear es un Rioja o un vino italiano de mesa. El kalimotxo es también para ellos un "delicioso acompañamiento para el brunch".
Se proponen además toda una lista de posibles añadidos: Si se le echa lima se pueden incluir hierbas como la albahaca. Si nos decantamos por el limón, se puede usar el romero o el tomillo. Igualmente se debería decorar la mezcla con rodajas de estos cítricos.
Y si se quiere servir en grandes cantidades, se recomienda ofrecerlo en una fuente de ponche, típica de los Estados Unidos, con multitud de trozos de cítricos. Se aconseja, por último, experimentar con refrescos de cola con sabor (¿se refieren a los de vainilla o a los de cereza?) para equilibrar el gusto del vino de mesa.
No hay duda de que la propuesta rompe la ortodoxia. En una época en la que la venta de vino ha descendido significativamente en nuestro país, ¿se puede estimular su consumo con la reinvención del kalimotxo, tal y como están haciendo los americanos?
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