Tambores y candelas en Baena por el día de San José
La localidad vive como cada víspera de San José una de sus noches más agitadas con la presencia de cientos de personas aficionadas al mundo del tambor
El aire se impregna de olor a tambores y maderas quemadas en la noche de Baena. Cocheras y locales se convierten improvisados cuarteles para disfrutar la Semana Santa. En un rinconcito, la prensa; en otro, el torno. Hay que darle el último apretón al tambor, el que hará que suene como ninguno, el que permitirá que aguante toda la noche. Es la víspera de la festividad de San José, la noche por excelencia de los tambores de la localidad de Baena.
No se conoce con precisión la fecha en la que se inició esta tradición, aunque si se sabe que ya se cumplía con ella tal como se hace hoy en el siglo XIX. No hay una hora precisa, no hay un lugar exacto desde el que comenzar el recorrido. Desde primeras horas de la tarde se empezaron a oír los primeros sones desde diferentes puntos de la ciudad y a medida que entró la noche, el templar pausado de los tambores se volvió un incesante baqueteo que hizo temblar la ciudad en su interior. Un sonar desordenado, no acompasado, no lineal, un sonar diferente al sonar unísono y uniforme de las diferentes cuadrillas de judíos en los diferentes desfiles de Semana Santa, pero un sonar que sabe a único, a especial, al primero para muchos y que permite compartir las primeras horas junto al tambor. Cientos de personas salieron a las calles para festejar la víspera del Día del Padre.
Junto al tañer del sonoro instrumento, es característico también en esta señalada noche el olor a troncos y maderas quemadas, a altas llamas procedentes de ingentes hogueras que transforman el la oscuridad dominante de la noche en un tono anaranjado, rojo, verdoso… en un color que permite que Baena pueda ser avistada desde lejos. Mayores y niños alimentan las llamas con viejos enseres, palos, o cualquier cosa que sirva para quemar y serán muchos los tambores que visiten uno a uno los típicos y, por desgracia, cada vez más escasos candelorios.
El hecho de que este año la víspera de esta fiesta haya caído en viernes ha propiciado que el número de personas que hayan salido a la calle a tocar en honor a San José sea superior al de otros años. Ha permitido además que sean muchos los aficionados al tambor que se hayan trasladado desde otras ciudades tamborileras de España, tales como Hellín o Moratalla. La tradición de tocar el tambor en esta noche no pierde fuerza, como se puede apreciar con el elevado número de pequeños ansiosos por sumarse a esta fiesta, por colgarse un diminuto tambor a su tahalí y golpear sus cajas por las calles del casco antiguo de Baena.
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