Historia de Córdoba con nombre de mujer

Subh: símbolo femenino del poder califal

  • Favorita de Al-Haken II y madre de Hixem II, fue una mujer valiente y de emocionante historia que dedicó su vida a la lucha por la continuidad del califato omeya, finalmente arrebatado por Almanzor

Bote de Zamora, mandado hacer por el califa Al-Hakam II para Subh, su favorita.

Bote de Zamora, mandado hacer por el califa Al-Hakam II para Subh, su favorita. / Colección del MAN

Uno de los personajes femeninos más interesantes del califato omeya fue la figura de Subh, la preferida de Al-Haken II. Su nombre aparece sin nisba, es decir sin apellido, por lo que se le considera una esclava (ŷariya), partícipe del harem califal.

A raíz de ser la madre del heredero, la historiografía moderna llega a llamarla “La Sultana” y aparece citada en las fuentes árabes con distintos estadios sociales: umm walad y hazīya o ŷariya, Umm- Abd al Rahmān, o Umm Hišām, también al- sayyida Subh al-Baškunsīya, Subh al- Baškunsīya o sayyida Subh.

Poco conocemos sobre los inicios de su vida. Tenía un hermano llamado Fā´iq o Rāíq, que trabajó en la administración del califato y que fue esclava, vascona y cantora (muganniyát), según nos indica el Dikr bilād al-Andalus.

Su atribución como cantante la vincula a alguna de las escuelas de música que proliferaron en al-Andalus durante los siglos VIII y X. En los años en los que Subh estuvo en la capital, 961-999, desde el periodo de gestación de su primer hijo hasta su fallecimiento, ya llevaba instalada la escuela de Ziryáb unos 20 años. Las cantantes se formaban en estas escuelas, donde aprendían las nubas, que eran composiciones musicales de influencia hispano-oriental fundadas por el músico Ziryáb.

La primera aparición de Subh en las fuentes se debe al alumbramiento del futuro califa Abd al-Rhaman, su primogénito, que falleció a los 9 años. Esta fue la razón por la que Hixem II, el segundo hijo de Subh, se convierte en el heredero del califato.

Tras la muerte de Al-Hakem II, comienza el verdadero protagonismo de Subh, que luchará para que el califato omeya continúe con Hixem II. En esta lucha, Subh contaba con Ibn-abi-Amir, apegado a la familia desde joven, su secretario personal y ahora también mentor y tutor de Hixem II. Ambos, Subh y Ibn-abi-Amir, consiguieron vencer a los eunucos que se mostraban a favor de Mughira, el hermano menor del difunto califa Al-Hakem II y quien terminó asesinado. Estas y otras muchas desavenencias iban apagando el fulgor a favor del califato de Hixem.

Subh depositó tal confianza en Ibn-abi-Amir que lo ayudó a convertirse en el primer ministro (hayib) y sin darse cuenta, en el futuro Almanzor.

Cada victoria que se conseguía en nombre de la dinastía omeya, mermaba el nombre de Hixem y el de Subh, que no solo tuvo que luchar contra otros enemigos del califato, sino también contra el propio Ibn-abi-Amir, que cada vez adquiría mayor autoridad consolidándose el poder amirí.

Son muchas las artimañas que Subh tuvo que utilizar para desbancar una y otra vez a Ibn-abi-Amir y retomar las riendas del poder, sin conseguirlo finalmente. Algunas de sus hazañas demostraron una valentía absoluta, capaz de desafiar al general más ambicioso de ese momento. Ejemplo de ello pudo ser el robo del tesoro para sufragar una campaña en contra de Almanzor, a Zirī, de Mauritania, si bien, terminó en fracaso.

En un encuentro secreto que Almanzor buscó con Hixem, aprovechó la debilidad de éste, consiguiendo no solo el traslado del tesoro a la ciudad de al-Zahira, sino también que el califa firmara un documento donde le cedía la dirección de los negocios. Así fue como terminó el poder de Subh en el año 997. Almanzor la humillaría en vida.

Como mujer de al-Andalus es muy probable que la vida de Subh no hubiese trascendido más en las fuentes escritas, de no haber sido porque sobre ella recayó la regencia de su hijo Hixem II, de 11 años, heredero de Al-Hakem II y futuro califa. Este hecho la colocó en el trono del poder califal durante años, lo que no ha pasado desapercibido entre los historiadores de todas las épocas.

Ni Aurora, ni Sobehya, ni cristiana, calificativos erróneos atribuidos en la historiografía moderna. El nombre de Subh esconde a una mujer valiente y de emocionante historia que dedicó su vida a la lucha por la continuidad del califato omeya, finalmente arrebatado por Almanzor.

Debemos ser conscientes de que Subh llegó a conocer y a vivir la etapa de mayor esplendor político: como esclava cantora, como preferida del califa, como madre del futuro califa… Vivió el harem y las solemnes recepciones, vivió los espacios de poder y representación califal más relevantes, como fueron Medinat al-Zahra, Medinat al-Zahira, el alcázar califal o la mezquita aljama, fue dueña singular del tesoro de los omeyas, conoció y fue la preferida de Al-Haken II, madre de califas, amante de Almanzor… mujer regente del poder califal al frente de la responsabilidad, vivió y dominó el poder como un auténtico califa hasta que fue inhabilitada.

Como madre tuvo que sufrir la temprana muerte de su primer hijo, incluso las fuentes hablan de un segundo hijo muerto también. No es descabellado pensar que esta vivencia, la volviera sobreprotectora con Hixem, mermando sus capacidades de autoestima y volviéndolo débil; o quizá estaba enfermo como cita alguna fuente.

Sabemos que Subh vivió hechos tan objetivos como la viruela de Hixem en marzo del 974, el terremoto del 9 de noviembre del mismo año, o la nevada caída sobre Qurtuba el 4 de enero de 975; y otros hechos quizás, no tan objetivos: probablemente Subh compartió la pasión que Al-Haken II tenía por los jinetes beréberes y sus caballos, y quizás fue suya la decisión de tapiar la bāb al-Sudda (puerta de la Azuda) del alcázar, con el fin de evitar los vaivenes de los eunucos en la lucha del nombramiento del califa. Otro hecho probable e inolvidable para ella debió de ser el ver cómo Almanzor quemó parte de la biblioteca filosófica de Al-Haken II para confirmar su ortodoxia coránica. Teniendo en cuenta su condición culta y formada tuvo que ser un hecho doloroso para ella.

La fecha de la muerte de Subh se establece en 998 o en 999. Las fuentes hablan de que Almanzor, en su entierro, dio la oración e hizo la procesión descalzo y ante su tumba proporcionó una limosna de quinientos mil dinares. Fue enterrada junto a ellos, los omeyas, en el cementerio de los califas, (turbat al-julafā’).

La consideración hacia ella no ha pasado desapercibida, ya que las crónicas árabes van más allá de apelativos familiares. Aparece frecuentemente en las fuentes árabes y en la historiografía moderna en comparación a otros personajes femeninos. Además, fortuitamente y de forma excepcional, tenemos dos precedentes epigráficos que denotan la importancia de este personaje: nos referimos en primer lugar, al bote de marfil, denominado “de Zamora”, en el que aparece una inscripción en caracteres cúficos que fecha la pieza en el año 353 de la hégira, 964 d. C.

Este texto anuncia que la mandó hacer Al-Hakam II destinada a su favorita Subh. En ese año 964 d. C, ya había nacido el primer hijo de ambos, Abd al-Rahman y es muy probable que se estuviese gestando el futuro califa Hixem II. En cualquier caso debe ser considerado como un bonito gesto que el califa tuvo con su preferida. En segundo lugar, destacamos otra inscripción conmemorativa de Écija que cuenta que Subh fue mecenas de la construcción de una fuente.

La importancia de esta mujer, Subh, radica en convertirse en un símbolo por la lucha y defensa del Califato Omeya, debiendo considerarla por tanto, el símbolo femenino del poder califal.

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