San Pelagio, ejemplo para jóvenes
Manuel Monteiro de Castro preside los actos centrales del 425 aniversario de la fundación del Seminario cordobés, la institución docente más antigua de la provincia y uno de los primeros creados tras Trento
Había cierta sensación de orgullo entre todos los participantes de los actos centrales del 425 aniversario de la fundación del Seminario de San Pelagio. Sus alumnos actuales y los sacerdotes que en ellos se han formado constituían un grupo común satisfecho de la historia de esta institución docente y de los frutos que ha dado a lo largo de este tiempo. De forma muy resumida expuso el obispo de Córdoba, Juan José Asenjo, estos méritos al nuncio de la Santa Sede, Manuel Monteiro de Castro, al comienzo de la misa de acción de gracias celebrada en la Catedral. Como testigo de excepción estaba el obispo auxiliar de Bilbao, Mario Iceta, quien fue alumno y profesor de San Pelagio hasta hace sólo unos meses. Es sólo un ejemplo de la labor de la entidad.
Esta historia que arrancó hace 425 años cuenta con unas raíces bien conocidas por el canónigo archivero, Manuel Nieto Cumplido, quien se encargó de explicarlas y de dibujar la Córdoba del siglo XVI en la que nace el Seminario. El historiador destacó que aquélla era una ciudad que rondaba los 44.000 habitantes y tenía casi 300 sacerdotes, sin incluir los religiosos de los 13 conventos de la capital y los 31 de la provincia. Este colectivo adolecía de una pésima formación -"el clero cordobés dejaba mucho que desear", apuntó Nieto-, lo que hizo que San Juan de Ávila clamara ante el Concilio de Trento (1545-1563) para que las diócesis aumentaran las exigencias en los estudios de los presbíteros. Este santo, que residía en Montilla, fue quien alentó que el de Córdoba fuese de los primeros seminarios que se abrieran en España con los nuevos postulados para la formación exclusiva del clero.
El obispo que puso en marcha esta iniciativa fue Antonio Mauricio de Pazos, a quien el nuncio agradeció ayer que lo pusiera bajo el patronazgo de San Pelagio, un niño de 13 años que fue martirizado el 26 de junio de 925 al no ceder a las presiones de Abderramán III para que renegara de su fe. Monteiro de Castro dijo de este santo que en este milenio largo "permanece en la memoria colectiva como joven fuerte, de fe inquebrantable alimentada por la sabiduría que viene de lo alto". Éste fue el hilo argumental de su homilía en la Catedral, pronunciada en el transcurso de una ceremonia concelebrada con unos 140 sacerdotes llegados de todos los rincones de la diócesis y en la que intervino el coro del Seminario que interpretó la Misa de Angelis, en una homilía en la que todos los ornamentos fueron de color rojo por celebrarse la fiesta de un santo mártir.
A lo largo de estos 425 años, este centro docente ha vivido diversas etapas. Desde los tiempos de máximo esplendor, cuando todo el edificio de la calle Amador de los Ríos y estaba ocupado por los jóvenes estudiantes, hasta los momentos de crisis, como la vivida tras el Concilio Vaticano II, momento en que el obispo José María Cirarda cerró sus puertas y mandó los seminaristas a estudiar a Sevilla. Su sucesor, José Antonio Infantes Florido, reabrió el Seminario y lo cuidó hasta el punto de que el pasado sábado se ordenaron 11 nuevos sacerdotes, algo que no ocurría desde hace más de medio siglo. En la actualidad hay 38 jóvenes formándose en sus aulas y otros 35 forman parte del Seminario Menor.
Los periodos de vacas flacas del Seminario hicieron que sus plantas se ocuparan por dependencias como la Casa Sacerdotal, las oficinas de la Curia, la escuela de magisterio Sagrado Corazón y todo ello conviviera bajo el mismo techo hasta que el actual prelado decidiera hace unos años reordenar los usos del inmueble y recuperar el Palacio Episcopal que actualmente se encuentra en obras.
Todos estos avatares históricos están plasmados en una exposición que hasta final de mes se puede visitar en el Seminario. Organizada por el rector del mismo, Antonio Prieto, y por el vicecanciller, Juan Luis Arjona, se pueden contemplar documentos, objetos y fotografías que van desde el retrato del obispo Antonio Mauricio de Pazos hasta imágenes de la audiencia que Benedicto XVI ofreció el pasado 27 de febrero a profesores y seminaristas. El propio Prieto anunció ayer que en el primer trimestre del próximo curso se editará un libro que recoja todo el trabajo realizado tanto para la organización de esta muestra como para la catalogación del archivo.
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