San Agustín se reencuentra de nuevo con Las Angustias
Miles de personas acompañan a la titular de la hermandad decana de la Semana Santa en una jornada que pasará a la historia local cofrade después de más de medio siglo de espera.
San Pablo vacía y San Agustín repleta de luz. Es la otra cara del acto histórico que ayer se vivió en Córdoba. La vuelta de Las Angustias a su barrio, a la casa de la que salió hace ya más de medio siglo y a la que volvió para quedarse. Un traslado alegre, vistoso, que llenó de fieles, devotos y curiosos las calles del Casco Histórico y que sirvió para el reencuentro cofrade con el barrio de San Agustín. Una jornada llena de luz, una jornada que sirvió de antesala a la llegada de la Semana Santa. Una jornada de alegría para unos y de tristeza para otros. Una tarde de sábado que la cofradía decana de la Semana Santa cordobesa y muchos de sus fieles han estado esperando demasiado tiempo y que se supo cerrar con orgullo, sin artificios y con elegancia.
Fue allá por 1961 cuando la hermandad decidió trasladar la imagen de Juan de Mesa, una decisión achacada, de manera oficial, a las obras que se iban a desarrollar en el templo. La medida, sin duda, causó conmoción y más de una protesta por parte de los vecinos y fieles que no vieron con buenos ojos el traslado y la marcha de su titular mariana. Desde aquel 3 de marzo de 1961 han pasado exactamente 53 años, demasiado tiempo para la historia cofrade la ciudad y también para los vecinos de este barrio. Algunos de los que por la década de los 60 del pasado siglo protestaron ayer se mostraron orgullosos de este histórico regreso y derramaron lágrimas de felicidad. Algunos residentes de San Agustín pensaron que Las Angustias no se reencontraría jamás con su barrio, hasta que a primera hora de la noche de ayer regresó solemnemente.
Más de veinte minutos antes de que diera comienzo la procesión en el entorno de Capitulares no había hueco. Muchos cordobeses, la mayoría con ansias de Semana Santa, no querían perderse esta cita con la historia local. Vivas por la Virgen de la Angustias, aplausos sólo por la apertura de las verjas de entrada del templo. Ganas de ver procesiones, ganas de que Las Angustias hiciera el camino de regreso a su templo. Apenas diez minutos de retraso sobre la hora prevista, dio comienzo el cortejo procesional, que abrió la banda de cornetas y tambores de la Coronación de Espinas. Ya era un hecho, una realidad ansiada por los vecinos y por los fieles. Tanto, que hasta San Pablo se despidió de la imagen que ha estado presente tantos años en su interior con el carillón, que tocó Óyeme, Virgen María a modo de despedida.
Por lo excepcional del hecho, la Virgen salió con el manto morado, una imagen que desde 2008 no se veía en las calles de la capital. La procesión, además, sirvió a las Angustias para mostrar a la Córdoba cofrade parte de su valioso patrimonio recién restaurado, como los evangelistas del siglo XVIII y los ángeles del siglo XIX. El cortejo tomó rumbo hacia su barrio original por la calle Alfaros, repleta de gente. Un trayecto en el que la Virgen de las Angustias recibió alguna que otra petalada de rosas blancas, como la de la calle Rejas de Don Gome. San Agustín tomó sus calles, cientos, miles de personas hicieron suyas estas vías estrechas de difícil tránsito para los pies frágiles. Poco a poco, el paso fue tomando las calles hasta que llegó, ya en la noche, hasta la plaza de San Agustín. No había hueco. Cualquiera que intentara dar un paso al frente o, incluso, ponerse de puntillas para intentar asomarse, no lo tenía fácil. Realmente, era imposible. Claro, que los más privilegiados consiguieron su hueco con más de una hora de antelación y fueron ellos los que realmente contemplaron el esplendor de la llegada de Las Angustias a una plaza -quizá demasiado oscura- que puede que nunca antes hubiera arrojado la estampa de ayer.
A sus recién cumplidos 93 años, Carmen intentaba observar la llegada de la hermandad desde la ventana de su casa en la calle Huerto de San Agustín, barrio en el que vive desde hace 60 años, según relata. Será por la edad, pero Carmen ayer no recordaba el traslado que llevó a la Virgen hasta San Pablo. Sin embargo, sí que asegura estar "muy contenta" del regreso de Las Angustias a pocos metros de la casa en la que vive.
En contraposición al relato de esta mujer, casi centenaria, se encuentra el de Jesús María de la Torre, un joven de apenas 15 años que no dudó en vivir este momento. El joven fue a más, al afirmar que ya espera ver la salida el próximo Jueves Santo de Las Angustias desde su parroquia "después de tantos años en San Pablo". "Parte de mi familia vive aquí y le da mucha alegría que vuelva la Virgen", explica. El joven también intuye que la propia cofradía "sabe lo importante que es la vuelta"; es decir, que no debía sorprenderse por la respuesta del barrio y del resto de los cordobeses. No en vano, la hermandad que preside Antonio López de Letona no sólo ha conseguido que Las Angustias cambie de lugar, sino que también ha hecho que la sede canónica se erija en el templo y la sede social se ubique en la casa número 7 de la calle San Agustín. Sin duda, un cambio que dará más brío a este barrio tan castizo de la capital, después de varios intentos fallidos. "Esto es un hito y nos va a dar más reconocimiento", consideraba María Dolores, otra de las miles de personas que se desplazaron hasta esta zona de la capital. La mujer aseguraba también que "era necesario ponernos en el punto de mira".
No fue hasta 1995 cuando la cofradía comenzó a pasar por la plaza de San Agustín, ante la iglesia, el Jueves Santo, y todos los hermanos mayores realizaron acciones encaminadas al regreso, entonces difícil porque el templo estaba cerrado al culto. Pero la restauración, terminada en 2009, alentó el proyecto y en noviembre de aquel año las imágenes volvieron de forma temporal a San Agustín para presidir una exposición sobre la historia de la hermandad. Desde entonces, la cofradía ha celebrado dos cabildos; en ambos los hermanos aprobaron el traslado, aunque no fue hasta el del año pasado cuando el Obispado de Córdoba confirmó el traslado de la sede canónica de la hermandad de Las Angustias a la iglesia de San Agustín, después de que se aprobara en el cabildo general extraordinario.
San Agustín recibió a Las Angustias con repique de campanas, que no dejaron de sonar durante varios minutos. Y también con saetas, una tras otra y, eso que fueron muchos los que intentaban pedir silencio. Una petición que se logró en algún que otro momento y que enmudeció a San Agustín a eso de las 20:40, casi media hora más tarde de la hora prevista de llegada. Poco a poco, el paso fue tomando la plaza, entre el asombro y las miradas de admiración de todos los que asistieron. Una saeta, otra. El barrio no quería despedir a su Virgen, quería que reinase en la plaza que la vio partir hace 53 años. Entre aplausos y vítores, Las Angustias volvió a su templo, el mismo que se fundó en 1558 y que la vio partir en 1961.
Con la imagen en el interior, fueron muchos los que esperaron hasta que a medianoche las puertas de la iglesia se abrieran y diera comienzo el besamanos y besapiés de carácter extraordinario. Una ceremonia que, al cierre de esta edición, seguía recibiendo a devotos y fieles.
Pasada la primera noche de la nueva vida de Las Angustias, hoy mismo tendrá lugar la continuación del besamanos y besapiés. Las hermanad de las Angustias, además, celebra hoy su fiesta de regla, que contará con la actuación de la coral de la Cátedra Ramón Medina del Liceo de Córdoba. Actos de celebración para abrir una nueva etapa de la historia cofrade.
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