anselmo córdoba. gerente de destilerías duende y del museo del anís

"Reivindicar la tradición es necesario para evitar perder el Norte"

  • Defensor de la Fiesta de los Patios, el empresario apuesta por abrir la fiesta a la provincia para ofrecer un producto turístico más completo que pueda comercializarse todo el año

Al frente de las centenarias Destilerías Duende, de Rute, se encuentra Anselmo Córdoba, una personalidad singular que ha sido clave a la hora de convertir la localidad de la Subbética en destino imprescindible de Navidad o de extender la tradición de los Patios fuera de las fronteras de Córdoba capital. "Todavía quedan muchas joyas por descubrir", invita a explorar este emprendedor que acaba de lanzar un nuevo destilado con el que confía en hacerse un hueco en todos los locales de moda: Gin Gay. Por este producto ha recibido el premio LGTB Andalucía.

-En plena época de las nuevas tecnologías y de internet, ¿cómo sobrevive una empresa que produce algo tan tradicional como el anís?

-Porque todo es aplicable a las nuevas tecnologías. Es decir, por un lado están las pautas que marca la tradición a la hora de elaborar los destilados, y luego están las nuevas tecnologías, que ofrecen mejores calidades y mejores rendimientos. Por poner un ejemplo, son ahora la única llave que existe para la apertura de mercados, o para el diseño de los envases y de los tapones. Abren puertas de clientes lejanos, son una de las fórmulas que tenemos para que la gente nos conozca en cualquier lugar del mundo, y eso es innegable.

-¿Qué significa para Anselmo Córdoba la Navidad?

-Para nosotros, la Navidad es un momento que dura todo el año. Desde el preciso instante en que termina la campaña y empezamos a recoger, ya pensamos en la siguiente. La Navidad por sí misma es la fiesta de la alimentación y de la mesa, las familias se reúnen en Nochebuena, en Nochevieja o en Reyes. Y esta semana quedan las empresas, los amigos, las asociaciones. Eso en Rute se vive de manera muy especial, pues tenemos no sólo anisados, sino también mantecados, chacinas o jamones, como ya señalaba Cervantes. De todas formas, nuestra casa y Rute no son sólo una meca para la Navidad, sino que estamos abiertos todo el año. Nos ubicamos en un parque natural que tiene 1.800 plantas catalogadas, cuando la mayor parte de los espacios verdes europeos ni siquiera llegan a las 500.

-Destilerías Duende no es sólo una fábrica. Es también un museo. ¿Qué han aportado a la Navidad de Córdoba?

-Fuimos los primeros en abrir un museo y en dedicarnos a la actividad turística propiamente dicha en Rute. Cuando la Junta nos reconoció como museo, se produjo una sinergia que he vivido como el premio más importante que me ha dado la vida, puesto que no hay una cosa más bonita que te sigan en lo bien hecho. Lejos de robar ideas, otros empezaron a sumar. No podemos intentar que el sector turístico se fije sólo en dulces de Navidad, como le ocurre a nuestro principal competidor. En los más de 20 años que llevamos dentro el sector turístico, por aquí han pasado la Duquesa de Alba, Carmen Thyssen, Federico Mayor Zaragoza, el premio Nobel de Literatura Camilo José Cela, directores de cine como Julio Medem, artistas como Luz Casal o diseñadoras como Agatha Ruiz de la Prada.

-Es un firme defensor de las tradiciones...

-La tradición se puede interpretar de formas muy diversas. Todas las personas que son cercanas a mí saben que soy muy amigo de las vanguardias, ya que hay espacio para todo. Pasa con la gastronomía del siglo XXI, por ejemplo, que al final se basa en la tradición. En el caso de nuestros anisados o destilados, se pueden aplicar a nuevos cócteles. Reivindicar la tradición es algo necesario en un mundo globalizado donde en muchos lugares se está perdiendo el Norte respecto a nuestra forma de vida. No podemos despreciar que somos ciudadanos de la vieja Europa, con todo lo que ello implica. Nuestro producto se lleva haciendo desde 1630, somos herederos de los grandes destilados que nos dejaron culturas anteriores.

-Ahora hay un sector amplio de la sociedad que rechaza la tradición por su relación con la religión, como ocurre con la Navidad. ¿Qué les diría?

-La laicicidad no es mala, ya que la religión debe quedarse en el ámbito privado. Pero hay asuntos que son absolutamente innegables, como la tradición cristiana que tiene nuestro país y nuestro continente. Estas fiestas sin dulces y sin licores, por ejemplo, serían unas fiestas descalabradas. Y, si hablamos de primavera, Cuaresma y Semana Santa, a todos nos atraen los potajes con bacalao. Todo esto se puede defender perfectamente desde el sentimiento cristiano o laico.

-Ha ganado en dos ocasiones el Concurso de Patios de la Provincia y es un gran conocedor de esta tradición. ¿Quedan todavía joyas por descubrir?

-Hay tanto joyas por descubrir como mucho producto por comercializar, sobre todo en épocas diferentes al mes de mayo. Los Patios de Navidad se presentaron en Rute por primera vez, siendo concejal del Ayuntamiento de Córdoba Marcelino Ferrero. Nuestro patio, sin duda, es el más visitado de la Navidad en toda la provincia, a mucha diferencia.

-¿Qué no le gusta ver en un patio, ya sea cordobés o ruteño?

-La catetura.

-¿Y cómo definiría esa catetura?

-Pues todo elemento procedente del desconocimiento y basado en un buen poder económico que puede llenarnos el espacio, por ejemplo especies que nunca han formado parte de las tradición, como las orquídeas o los pascueros. Me parece algo absolutamente terrorífico. A mí me gusta verlos cuando los colocan y en la primera noche les cae una helada y se ven todos arresinados. La Navidad de Córdoba huele a romero, que es lo que se colocaba en todos los belenes; a membrillos, que aguantan tantísimo tiempo. Pones un solemne plato de loza y lo llenas de membrillos con palos de canela y un buen lazo y es una decoración de un gusto absolutamente sublime. Tenemos que erradicar esos potos cocineros o de despacho de administración que tan alejados se encuentran de nuestras pilistras, por ejemplo. Y hay variedades que florecen ahora en diciembre como las violetas, que tenemos que reivindicar, o los crisantemos, que pueden prolongar la floración. El producto patio es absolutamente nuestro, con un crecimiento brutal, y los responsables y cuidadores hemos de conocer el valor de lo que tenemos entre manos. De todas formas, la mayoría de los patios son de un gusto excelente.

-¿Corre la Fiesta de los Patios el riesgo de morir de éxito?

-Ahí viene el afán de este planeta monitorizado en el que parece que las cosas hay que hacerlas cuando las hace todo el mundo. ¿Por qué todas las comidas de Navidad tienen que ser esta semana? Es algo absolutamente inexplicable, porque quedan dos semanas por delante. ¿Y por qué todo el mundo tiene que acudir a las playas los mismos fines de semana? Los patios tienen momentos como mayo, por su color, pero también se disfrutan en otoño con sus olores, o en las noches de verano. Salirse de la dinámica puede ser difícil para los de aquí, pero con los de aquí solo no podemos hacer un producto turístico, hay que contar con los de fuera. Y los de fuera, como estoy haciendo yo, vendemos otras épocas, como hago yo en Navidad.

-¿Y están haciendo las administraciones lo suficiente para conservar los Patios y el resto de tradiciones? Pronto celebraremos aquí hasta Acción de Gracias...

-El movimiento globalizado hace que las fiestas más representativas vayan de aquí para allá. Y no es algo negativo. Yo estoy contentísimo por que todos los japoneses quieran ir a ver al Real Madrid, porque eso genera un movimiento económico brutal. Traer algunas fiestas a nuestro país es muy positivo. A mí me encanta Halloween, porque esa fecha tenía en España una connotación triste y melancólica, y ahora incorporamos también un aspecto carnavalesco, infantil y lúdico. Ahora se celebra la Feria de Abril en Abu Dhabi, y me parece genial. Lo que veo de un gusto pésimo es cuando cogemos una fiesta e intentamos hacer burla, como poner a las reinas magas con la excusa de la igualdad de género.

-Procede de una zona rural, donde el desempleo es un gran problema. ¿Faltan ayudas, empresarios, ideas?

-En Rute, en concreto, tenemos una tasa de desempleo que ronda el 6%, podemos ser la envidia nacional. Y eso se debe a los emprendedores y a las administraciones. Es fundamental la gestión del Ayuntamiento, es decir, depende de los políticos rurales. Pero lo cierto es que el mundo del emprendedor lo tenemos realmente abandonado, es una asignatura pendiente. Lo que sembramos hoy lo recogeremos en 30 años. Hemos denostado el autoempleo hasta extremos inusitados, entre otros motivos porque requiere grandes sacrificios, y es ahí donde falla la sociedad, pues las grandes recompensas no se pueden medir sólo con la vara del dinero. El placer y la satisfacción interior que te dan el simple hecho de pasear y que alguien camine con una bolsa de tu producto no se puede valorar.

-¿Es complicado emprender?

-Muy difícil. Conlleva muchos momentos de soledad, ya que tienes que tomar todas las decisiones y asumir muchas responsabilidades. Pero esto forma parte de la vida. La soledad es una de las grandes lacras del siglo XXI. Al mismo tiempo, se conoce a mucha gente y se hacen muchos contactos. A un emprendedor el móvil le hecha humo, y al final terminas siendo amigo de tus clientes.

-¿Qué habría que hacer para animar a la gente a que se atreva a lanzarse a abrir una empresa?

-El caldo de cultivo es vocacional, aunque también educacional. Nos han vendido que la felicidad radica en tener un puesto fijo en la administración, pero no podemos educar a nuestros hijos sólo en esa aspiración. Es decir, hay que motivar la silla del pensamiento y analizar las carencias y buscar nichos de oportunidades. Hay que estar pendientes de las necesidades más elementales, pues ahí pueden surgir proyectos económicos. Tenemos una España cada día más envejecida, por lo que se me ocurre, por ejemplo, profundizar ahí en busca de ideas.

-Recientemente le han concedido el premio LGTB Andalucía en la modalidad de Empresa Creativa. ¿Hay que seguir haciendo todavía bandera por esta causa?

-Hay que hacer una bandera eterna. En nuestro caso, el premio ha sido por la comercialización de un nuevo producto, Gin Gay. Estamos en un momento promocional pero ya podemos encontrar esta ginebra en grandes superficies, en todas las provincias de Andalucía y en grandes núcleos fundamentales para el sector, como Chueca.

-¿Qué aporta Gin Gay al sector de los destilados? ¿A qué sabe?

-Se trata de un producto muy limpio, un destilado de enebro con raíz de angélica y cardamomo, al que hemos incorporado gengibre, semilla de amapola y ginseng. Es tremendamente seco, por lo que se puede servir por ejemplo con frutas escarchadas, que son muy propias de la Navidad. El producto va dirigido a cualquier persona que quiera salirse de las marcas institucionalizadas, pues te da una imagen moderna y tolerante. Y, además, suena muy bien: "Ponme un Gin Gay con tónica, o con Coca Cola". Y la imagen es fantástica: un caballero inglés con un fondo de capitoné blanco.

-¿Ha sentido homofobia alguna vez en el mundo empresarial?

-Existe la envidia, pero la homofobia no. Yo nunca he tenido envidia, pero sí la he sentido hacia mí. Manifestarte homófobo a esta altura del siglo es algo tan desfasado como la falocracia. Son problemas que quien los sufra debería ir al psicólogo.

-Pertenece a la Federación Española de Bebidas Espirituosas (Febes). ¿Qué posicionamiento hay ante el creciente consumo de alcohol entre menores?

-Llevamos mucho tiempo luchando contra el consumo indebido, y nuestra tolerancia es cero hacia el consumo de menores. En esa lucha debemos ir de la mano de las administraciones y sobre todo de los padres, porque el problema es educacional. Adelantar el consumo de alcohol no conlleva más que problemas. La vida es larga y hay tiempo para todo.

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