FORO ROMANO, 12

Políticos, perdón, son los Inocentes

  • Se va un año en el que me vuelvo a reír de Janeiro en lo que respecta a la vida política; frente a eso, alabo y me quedo con iniciativas como la del Teléfono de la Esperanza

Una voluntaria del servicio atiende una llamada al Teléfono de la Esperanza.

Una voluntaria del servicio atiende una llamada al Teléfono de la Esperanza. / El Día

Hoy, cuando me dispongo a escribir este artículo de opinión, es el día de los Santos Inocentes, la conmemoración de un episodio hagiográfico del cristianismo: la matanza de los niños menores de dos años nacidos en Belén (Judea), ordenada por el rey Herodes I el Grande con el fin de deshacerse del niño Jesús de Nazaret. En España e Hispanoamérica es costumbre realizar en esta fecha bromas de toda índole. Los medios de comunicación hacen bromas o tergiversan su contenido de tal modo que la información parezca real. Se trata de una libertad que se dan los agentes mediáticos para dar rienda suelta a su sentido del humor, oportunidad que solamente tienen una vez al año.

Es tradición que los periódicos publiquen páginas enteras de noticias cómicas, con la advertencia de que es día de los Inocentes, que van desde las que son una obvia mofa a cualquier suceso reciente, hasta las que parecen serias y engañan al lector desprevenido.

En este día, 28 de diciembre de 2019, cuando me planteé de qué escribir este artículo de opinión lo primero que se me vino a la cabeza fue hacer un análisis del año político que llevamos en Córdoba, un año medio en broma medio en serio llamado a pecho descubierto por quienes gobiernan –por mandamiento de arriba–, ya cansinamente, de el cambio, un año en el que más de uno que yo me conozco ha hecho bueno aquello de “si quieres saber cómo es Juanillo, dale un carguillo”; esa máxima que suelen practicar los mediocres, alguno de los que hace meses lloraban por lo que podía ser políticamente de ellos.

Desde entonces, como entrenándose para las preguntas que les pueden hacer los periodistas en rueda de prensa, más de uno y de una de nuestros políticos y políticas favoritos y favoritas –lo digo en plan jocoso, que nadie se llame a engaño, para mí, de favoritos, nada– le responde a sus hijos cuando quieren saber que por qué les ha puesto de cenar una u otra cosa determinada, que lo ha hecho porque “es lo mejor para los cordobeses y las cordobesas”. Por favor, que algún asesor les diga que esa frase ya está de más y aburre. Puedo prometer y prometo que hay quien usa esa coletilla para cualquier pregunta de cualquier tema municipal que se le plantee.

Luego están esos otros que van de salvapatrias y que dan lecciones de hacer política en pos del más débil desde la oposición y que tienen como ADN matar al mensajero si no les conviene lo que ven publicado, si no se les baila el agua. Esos que hasta harían la revolución con el Che o Pablo Iglesias, depende del rojo o colorado de sus corazones, eso sí, si no peligrara su vida, y que van de Mesías... me voy a callar de qué. Espero que dado que es 28 de diciembre me entiendan y me perdonen estas palabras, todo es una broma, políticos. No quiero hablar más de ustedes. Prefiero hablar de algo que me importa y que para mí sí merece la pena.

Me río de Janeiro cuando escucho eso de luchar por los demás que predican muchos de nuestros políticos, esos que a lo sumo luchan por los suyos o por los que creen suyos, porque suelen juzgar, equivocándose. Y me quito el sombrero ante quienes SÍ que luchan por todos, como los voluntarios del Teléfono de la Esperanza, que anunciaron antes de las navidades que iban a estar disponibles las 24 horas del día también durante estas fechas dispuestos a enjugar las lágrimas de esas personas que han perdido toda creencia en esta vida y/o de esas personas que se sienten solas, un estado que te acaba matando poco a poco.

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