El Verdugo | Crítica de teatro

Pena mortal

Un momento de 'El Verdugo', de El Espejo Negro.

Un momento de 'El Verdugo', de El Espejo Negro. / Rafa Alcaide / IMAE

Un magnífico equipo de tres titiriteros y una titiritera inundó de talento la escena del Teatro Góngora el pasado sábado al manipular un buen puñado de marionetas perfectamente reconocibles por su factura. El Verdugo fue la obra visionada y representada por El Espejo Negro.

La historia escrita y filmada por Luis García Berlanga y Rafael Azcona nos lleva a la España de principios de los años sesenta, en la etapa dorada del franquismo asentado en una sociedad obediente que oculta las cicatrices de la guerra a golpe de temor y sobrevive como buenamente se puede.

Con este telón de fondo, José Luis, enterrador de profesión, se enamora de Carmen, una joven que sufre el estigma de ser hija de Amadeo, que es verdugo. Un desliz los obliga a casarse de penalti, pero el mayor contratiempo surge al descubrir que la vivienda protegida y destinada a Amadeo en su calidad de funcionario la perderá al jubilarse antes de la entrega de las llaves.

Con la hija casada y fuera de la unidad familiar, no hay más remedio que tirar de contactos a la par de convencer a José Luis para heredar el oficio de su suegro y así no perder la vivienda concedida. El yerno acepta convencido de que nunca llevará a cabo ejecución alguna y, si llegado el momento ocurriera, siempre podría renunciar al cargo. Sin embargo, el destino le enseñará que no es tan fácil planificar una vida ideal sin mancharse las manos de sangre.

Ángel Calvente, una vez más, nos asombra con esta genialidad de espectáculo y lo hace desde la minuciosidad, rigor y preciosismo que caracteriza su compañía. Se entrega con fidelidad a la obra filmada y la adapta a los límites de la escena tirando de genialidad, configurando sus múltiples espacios con elementos sencillos y un fabuloso trabajo de luz y proyección.

Para manipular las más de quince marionetas que componen la obra cuentan con la experiencia del magnífico equipo formado por José Vera Ricart, Carlos Cuadros, Laín Calvente y Susana Almahano con cuyas voces y sintonía todos los elementos cobran vida por arte de magia.

Hace 61 años, Luis García Berlanga estrenó El Verdugo. Gracias a su genial humor negro sorteó con habilidad pasmosa la temida censura para criticar la pena de muerte y, al mismo tiempo, retratar las miserias de aquella la sociedad silenciada, tremendamente sexista y marcada por la moralidad recalcitrante. Resulta difícil asimilar que exista gente que añore ese pasado y aún más chocante que parte de estos nostálgicos hayan nacido en el siglo XXI. Una pena.

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