ENTREVISTA | HAROLD HERNÁNDEZ

“La Orquesta es el buque insignia musical de Córdoba y hay que cuidarla”

  • Es el autor del libro 'Tubas y yo vengo', una obra pensada “por un tubista” para explicar la singularidad de este instrumento

  • Aunque cordobés de adopción, lleva a Cuba en el corazón

El profesor y músico Harold Hernández.

El profesor y músico Harold Hernández. / Juan Ayala

Lleva más de 25 años en Córdoba, ciudad donde no solo se reencontró con su familia, sino en la que se siente feliz haciendo lo que más le gusta: tocar la tuba, pero con el recuerdo siempre presente de su Cuba natal. Este profesor ha publicado recientemente el libro Tubas y yo vengo, un texto que pretende ser muy didáctico y explicar en lengua española todos los secretos de este instrumento, lo que le está llevando a realizar numerosas presentaciones –telemáticas en su mayoría– no solo en España, sino en muchos países latinoamericanos.

–¿Profesor o músico?

–Ambas, sin duda.

–¿Cubano o cordobés?

–Difícil, porque la tierra tira. Pero aquí me siento como en casa. Así que creo que la dos también.

–No sé si preguntarle lo de blanco o negro.

–[Ríe] Pues mulato. Soy producto de la transculturación y de los años de colonización que hubo en Cuba. Yo, mulato.

–¿Cómo llega a Córdoba?

–Pues porque mi padre trabajaba, y digo trabajaba porque ya se jubiló el año pasado, en la Orquesta de Córdoba. Digamos que era la reunificación familiar. Córdoba se convirtió en mi base de operaciones porque vine a estudiar al Conservatorio de Madrid, ya que en Cuba no existía la carrera superior de tuba. Y el acercamiento a Córdoba vino por ahí.

–¿En qué año fue eso?

–En 1995. Vine en principio de forma temporal, porque en aquella época los estudios superiores eran de dos años y esa era mi intención. Pero llegué aquí, me enamoré de la tierra primero y pasó como dice la frase castiza cubana, “ojos que te vieron go, nunca te vieron come back”.

–Y ya no volvió.

–A ver, he ido a visitar a la familia, a dar clases también y a ayudar de alguna forma al desarrollo del instrumento en Cuba, porque con sus pros y con sus contras siempre ha habido una falta de información palmaria.

–¿Y cómo se le ocurre escribir un libro sobre un instrumento tan desconocido para muchos como la tuba?

–Yo tengo un amor por ese instrumento. Lo puede sacar en la entrevista o no, pero le dije a mi esposa que yo tenía otra mujer con la que compartir la vida, que era la tuba. Se trata de un instrumento sobre el que la mayoría de escritos existentes están en ruso, en francés, en alemán y, sobre todo, en inglés. No hay casi nada en español, más allá de algunas tesis doctorales no editadas o algún artículo. En el año 2010 inicié un blog didáctico en español con la idea de trasladar lo que había en otros idiomas. Me dio por investigar y aquello es la base de este libro Tubas y yo vengo, una obra pensada por un tubista para todos los curiosos interesados en la tuba.

–¿Y cómo es que hay tan poco en español?

–Pues ya le digo, casi nada. En el prólogo del libro, del catedrático del Conservatorio de Valencia Miguel Moreno, lo dice claramente, que no hay nada publicado, o casi nada.

–¿Qué nivel creativo musical hay en Córdoba?

–En Córdoba está claro que hay mucho talento. A veces ese talento está bien conducido y en otras ocasiones no tanto. Hay buenas instituciones, con dos conservatorios que están bien situados y del que han salido muchos alumnos con buenos resultados, que están tocando en orquestas de otros países y tienen incluso plazas de docentes en otros países europeos. Evidentemente, en Córdoba hay talento creativo y una buena proyección. Mi opinión es que las instituciones deberían fomentar que se mantuviera ese nivel que ya tenemos.

Junto a su libro 'Tubas y yo vengo'. Junto a su libro 'Tubas y yo vengo'.

Junto a su libro 'Tubas y yo vengo'. / Juan Ayala

–Entonces podemos estar tranquilos con la labor de nuestros conservatorios.

–Todo es mejorable, pero en líneas generales el resultado es bastante satisfactorio. Al menos, es lo que yo aprecio.

–¿Y Córdoba sabe cuidar a sus artistas de música clásica?

–¿A sus artistas de música clásica? No, no, no. Córdoba es una ciudad muy bella, con gente excepcional, pero no hay una cultura clásica profunda, sino mucho más popular. Córdoba conoce a los clásicos de la música, lo que llamo lo popular de lo culto y lo culto de lo popular. Es decir, conoce esas obras y las sigue, porque hay un público ávido, que se demuestra con los conciertos de la Orquesta, hasta el punto de que hubo una época en la que tuvo que doblar sus conciertos. Pero en general, no hay un buen cuidado de lo músicos clásicos.

"Estoy convencido de que más música en las enseñanzas generales enriquecería mucho a la sociedad”

–¿Somos conscientes del nivel en el que está la Orquesta de Córdoba?

–No. Porque la Orquesta ha tenido altos y bajos, hasta el punto de que hubo un momento en el que estuvo a punto de desaparecer, pero no siempre ha llegado a todos los públicos y a todos los sitios. De hecho, nuestra Orquesta tiene mejor cartel fuera que dentro. Si estuviese en mis manos, yo haría una encuesta y le preguntaría a la gente cuántos de ellos saben que la Orquesta de Córdoba fue finalista al Premio Nacional de la Música que ganó Victoria de los Ángeles en los 90 cuando estaba el maestro Brower dirigiendo. O si saben las críticas que ha recabado en países como Austria o Grecia. O el interés que genera que sean ellos los que acompañen presentaciones de zarzuela u operísticas en otros teatros importantes como pueden ser Madrid o Bilbao. La Orquesta es el buque insignia musical de la ciudad y hay que cuidarla.

–Ha hablado antes de la formación musical. ¿Qué debe cambiar en la educación?

–Me alegra que me haga esa pregunta. En este periódico, hace ya unos cuantos años, estando yo estaba impartiendo un curso en la Universidad, en los Corduba, me hicieron una entrevista y el titular fue algo así como un especialista asegura que los conservatorio deben ser elitistas, lo cual me trajo no poco problemas. Porque la concepción general de la población es que cualquiera puede ser músico y eso no es real. Cualquiera puede estudiar arquitectura si tiene la nota suficiente, pero eso no significa que luego vaya a ser un buen arquitecto, o médico, o periodista u otras profesiones. Para ser músico hay que estudiar y tener un talento.

–Pero hay un anhelo en muchas familias para que sus hijos tengan una formación musical.

–Bien. En ese sentido, la música tiene que estar presente en la enseñanza general y debe ser mayor en lugar de quitar horas en Primaria o Secundaria. Y los programas y los libros de texto sobre música deben estar mejor trabajados y mejor enfocados. Estoy convencido de que más música en las enseñanzas generales enriquecería mucho a la sociedad. Sobre todo porque puede ser una asignatura vehicular, muy interesante no solo desde el punto de vista cultural, ya que gracias a la música, por ejemplo, se pueden aprender idiomas, geografía o economía, te ayuda en las matemáticas e incluso en la lengua.

Un momento de la entrevista. Un momento de la entrevista.

Un momento de la entrevista. / Juan Ayala

–¿Le interesa la política?

Si, siempre. Vengo de un país donde ser apolítico no es una opción. Nos enseñaron a interesarnos por la política, más allá de la economía o de la sociedad e incluso de las libertades. Un cubano de a pie considera sus libertades como lo que puede hacer cada día con tranquilidad.

–¿Y los políticos, le interesan?

–Es decepcionante, porque te das cuenta que hablar es fácil, prometer también, pero cumplir no es tan fácil. Tiene que ser complicado prometer algo para que te voten y cuando llegues al poder ves que no lo puedes hacer por la ley o cuestiones económicas. Eso hace que pierdan credibilidad. Y luego está el hecho de que hay políticos que han hecho de su actividad una profesión. Algunos ni siquiera han estudiado, no saben hacer otra cosa y cuando su partido u organización considera que ya no son útiles, terminan en una empresa a través de las llamadas puertas giratorias. Y eso es triste.

–¿Le han ofrecido formar parte de algún partido?

–Sí. En Izquierda Unida, a la que pertenecí durante algún tiempo como militante.

–¿Ya no lo es?

–No me resultó atractivo en mi quehacer aquí y no vi que pudiera aportar algo.

–¿Le decepcionó?

–[Silencio] No me sentí cómodo. Dejémoslo ahí.

–¿Cuba es una dictadura?

–Eso es curioso. El eslogan del Gobierno es que Cuba es la dictadura del pueblo. Es difícil, porque yo comulgo con unas cuantas cosas, como el tema de la gratuidad de la educación o de la sanidad, aunque ahora mismo esté en franco retroceso. En esa parte yo no me posiciono. ¿Es un país con partido único? Sí. ¿Considero que hay que hablar y dialogar? Sí. Hay que escuchar a la población.

–Pero un país con un partido único, sea de la ideología que sea, es una dictadura.

–Esa es la terminología que se le da. Igual que se dice que es un país comunista y la sociedad comunista no existe, seamos claros. En cualquier caso, piense que yo tengo allí familia y lo que tengo claro es que lo que haya que cambiar en Cuba lo tienen que hacer los que viven allí. No me gusta poner etiquetas.

"Pienso que lo que haya que cambiar en Cuba lo tienen que hacer los que viven allí. No me gusta poner etiquetas”

–Se lo pregunto de otra forma. ¿En Cuba faltan libertades públicas?

–Sí. Por supuesto que sí.

–¿Y en España?

–En España, no.

–No sé si en Cuba hay algún problema racial que visto desde aquí se nos escape.

–No es un problema latente, pero subyace. Aunque hubo un cambio social en el año 59 y se intentó que todo el mundo fuera igual, tú puedes de cara a la galería tener las mejores relaciones con alguien de una raza diferente a la tuya, pero en tu fuero interno sigues pensando igual. Recuerdo una viñeta muy famosa en Cuba en la que un hombre blanco hablaba con un hombre negro y le decía ¡mi hermano, tú eres mi hermano! En la siguiente viñeta se veía al hombre blanco decirle a su hija ¡no te quiero saliendo con su hijo! Yo creo que diferencias raciales hay en todas partes.

–¿Aquí también?

–En todas partes. Yo las he vivido, pero no directamente, pero se notan en las miradas. Como no concebir que viajes en determinados vehículos o que estés ocupando determinadas plazas. Sinceramente, más que racismo, la palabra exacta es prejuicios raciales.

En la redacción del periódico. En la redacción del periódico.

En la redacción del periódico. / Juan Ayala

–¿Qué es lo que más le gusta de Córdoba?

–Me gusta la sencillez y la cercanía de la gente. El clima también, a excepción del verano, y sobre todo la tranquilidad. Y desde el punto de vista culinario he encontrado una serie de platos que me encantan. En tono irónico le digo a algunos amigos que yo soy nacido en Cuba y mal criado en Córdoba, pero a base de salmorejo, naranjas picadas, croquetas de rabo de toro... He descubierto una serie de cosas que me apasionan.

–¿Y lo que menos le gusta?

–Pues es difícil. Quizás el pensamiento de que Córdoba se merece más de lo que tiene. Las cosas se consiguen trabajando y el cordobés es muy trabajador, pero hay muchos que piensan que Córdoba se merece más, aunque luego en realidad no hacen para que eso suceda. Mi intención es no herir a nadie y, la verdad, la pregunta es complicada.

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