Hace sólo unos meses que Dolores Ortega y José Manuel García se enteraron de que el expediente de su hija había quedado olvidado en un cajón del Hospital Reina Sofía, en ese mismo montón en el que, según dicen, se apilan todas esas operaciones que califican como "no preferentes". Allí, junto a otros centenares de casos médicos, estaban los datos de una niña de Montalbán de sólo 12 años de edad que sufre una distrofia muscular que poco a poco, y sin pausa, le va privando de la movilidad de su cuerpo. Si sólo se toma como referencia la fecha de las pruebas de anestesia -junio de 2009- Inma lleva casi un año en espera de que la llamen del Reina Sofía para alargarle el tendón, una intervención que en el argot médico se conoce como pie equino-varo para elongación. Hay médicos que hablan, incluso, de que "se ha perdido mucho tiempo" y que la intervención acumula más retraso.
Para los padres de Inma, los últimos diez meses se han convertido en un "auténtico calvario". Se muestran "desesperados" ante la actitud mostrada por la dirección del Reina Sofía y manifiestan que han "sudado sangre" al ver como su hija empeora "sin que nadie haga nada por evitarlo". Sólo salvan de este aluvión de críticas a los facultativos que han seguido el caso de que se diagnosticó su enfermedad a los siete años, desde su traumatólogo y rehabilitadores hasta el neurólogo. "Se han portado fenomenal, pero la situación ha empeorado bastante al no operarla y nadie puede hacer nada hasta entonces", declaró la madre.
Dolores y José Manuel enumeran algunos de los retrocesos que ha sufrido su hija desde el pasado junio. En estos meses ha crecido más de diez centímetros -ha pasado de medir a 1,49 a superar el 1,60-, una circunstancia que hace "muy necesaria" la operación, como así se lo han hecho saber algunos de los médicos que siguen su evolución. También ha empeorado su escoliosis hasta el punto de diagnosticarle la del tipo escapular -que afecta a la clavícula y no sólo a la espalda-. A todo ello hay que sumarle la veintena de visitas al Reina Sofía, el día que tuvieron que acudir a Urgencias como consecuencias de unos nódulos musculares, la citada suspensión del tratamiento y, como es lógico, la "desesperación" propia de unos padres que llevan cerca de un año viendo cómo empeora la calidad de vida de una hija. "No sé por qué pasa esto en un hospital que tiene especialistas de tantísimo prestigio", recalca Dolores.
El padecimiento del nuevo tipo de escoliosis hace que Inma ni siquiera pueda ponerse el incómodo corsé que le habían recetado. A esta montalbeña cada vez se le hace más cuesta arriba ejercitarse en la máquina de andar que sus padres le compraron para complementar la rehabilitación o nadar en la piscina de Montilla. Pese a todo, sus padres luchan con todo lo que tienen para posponer al máximo el día en el que Inma tenga que depender de una silla de ruedas para desplazarse de un lado a otro. "Los médicos nos dicen que se está forzando una máquina que necesita obligatoriamente de una operación y no logran entender el porqué de los retrasos", puntualiza su padre.
Los esfuerzos de Dolores y José Manuel, sin embargo, no son en vano. A pesar de su timidez y el constatable empeoramiento de la patología en este último año -hay informes médicos que así lo reflejan-, Inma tiene gestos de felicidad. Está a gusto con sus padres y su hermana pequeña y se siente arropada por su perra Luna, una mascota que les recomendó el facultativo para evitar que pudieran surgir algún problema psicológico.
Tan inevitable es mirar al futuro como al pasado. El matrimonio García Ortega revive situaciones verdaderamente angustiosas, como los primeros siete años de vida de su hija mayor. Ningún médico fue capaz de diagnosticarle la enfermedad a Inma y en alguna de las consultas por las que pasó le llegaron a decir que las molestias y hasta la forma de caminar de Inma eran una "manía" de los padres. De nada sirvieron las férulas y tratamientos que siguió durante estos primeros años de vida. Reconocen que los bandazos que sufrieron "nos hicieron un tiempo que podría haber resultado decisivo".
Ahora guardan con mimo todo el historial médico de la niña, las pruebas a las que ha sido sometida en sus 12 años de vida y, sobre todo, los informes y documentos que prueban que hace casi un año que le hicieron las pruebas de anestesia en el Reina Sofía. Dolores y José Manuel, guiados por algún profesional que se ha volcado con ellos para tratar de amortiguar el dolor, se han quejado en varias ocasiones del retraso que acumula la operación. La primera vez lo hicieron en diciembre de 2009, pero no fue hasta el pasado 30 de marzo cuando tuvieron la respuesta del Reina Sofía. Les dijeron, aún sin revisar el caso, que el caso no era preferente.
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