Economía
  • La factura de la electricidad llega a duplicarse en un año en numerosos negocios de la capital que literalmente no pueden desconectarse de la red para poder trabajar

Negocios cautivos del precio de la luz en Córdoba

Una trabajadora de Congelados Copos de la calle Rodolfo Gil, en Ciudad Jardín. Una trabajadora de Congelados Copos de la calle Rodolfo Gil, en Ciudad Jardín.

Una trabajadora de Congelados Copos de la calle Rodolfo Gil, en Ciudad Jardín. / Juan Ayala

Escrito por

· Lourdes Chaparro

Redactora

El precio de la luz sigue desbocado a la espera de que las medidas acordadas por el Gobierno central comiencen a reflejarse en la factura. Hasta entonces, empresas, pequeños autónomos y particulares están haciendo frente a unos pagos que también se han desbocado en los últimos tres meses respecto al año pasado, al igual que el resto de personas. Facturas que, incluso, han llegado a duplicarse. Sin embargo, el consumo de la luz para cualquier tipo de negocio es esencial, ya sea una tienda de ropa, una farmacia, un restaurante, una peluquería o una tienda de congelados.

Ejemplo de esta situación es la que viven cientos de empresarios de Córdoba que se han visto obligados a establecer una serie de nuevas pautas para intentar no repercutir el alza del coste de la luz en sus productos.

Sin embargo, hay algunos tipos de negocios a los que les resulta imposible desconectar ninguna de sus cámaras frigoríficas a ninguna hora del día. Es el ejemplo de Congelados Copos, compañía dedicada a la venta de productos congelados. Para ellos no hay ni horas valle ni horas punta. Sus máquinas están encendidas 24 horas al día durante toda la semana. Con cuatro establecimientos en la capital cordobesa, fuentes de la dirección no tienen reparos en asegurar a el Día que el incremento de la factura de luz “ha sido muy significativo y superior al 40% en el último año”. Es más, refrendan que “el aumento en junio de este año ha sido bestial”.

Es evidente que en ninguna de sus tienda pueden desconectar las cámaras frigoríficas, ni tampoco los muebles de congelados, que ocupan entre 6o y 80 metros lineales.

Al igual que numerosas compañías, desde Congelados Copos no han aumentado el precio de sus productos a pesar del más que notable encarecimiento del precio de la luz. Más que nada, por “la competencia, porque no permite aumentar los precios”, afirman.

Desde el pasado mes de mayo, la factura de la luz a la que ha tenido que hacer frente Juan Antonio Henares, propietario del restaurante Tierra y Mar, ubicado en la plaza de Carrillos, no ha dejado de crecer de manera progresiva. En mayor fueron 650 euros, en junio 721 y en julio tuvo que pagar la friolera de 1.100 euros, cuando el mismo mes del año pasado fueron 650 euros, es decir, que en apenas 12 meses la cuantía casi se ha duplicado.

Una empleada del restaurante Tierra y Mar abre una de las cámaras frigoríficas. Una empleada del restaurante Tierra y Mar abre una de las cámaras frigoríficas.

Una empleada del restaurante Tierra y Mar abre una de las cámaras frigoríficas. / Juan Ayala

Una situación complicada y que hace aun más mella en un sector, el de la hostelería, ya bastante lastrado por la crisis del coronavirus. Ante esta situación, Juan Antonio ha tomado una decisión salomónica, para no cargar a la clientela el aumento del precio de la luz. La medida no ha sido otra que “optimizar el negocio con los números y ver los días y las franjas en las que hay ventas”. Es decir, reducir horarios y abrir cuando hay clientes. Una decena de máquinas de frío, que no se pueden apagar a lo largo del día, otras cinco en la cocina, además de una cámara industrial, a lo que hay que sumar el resto de consumos de luz que incluye cualquier restaurante provoca un constante consumo de megavatios a los que no puede renunciar porque tampoco “puedo reducir la potencia”, expone.

Este empresario, además, advierte de que tras el verano “la temporada empieza ahora y la calefacción se encenderá en un mes”. A continuación llegará la Navidad, época de comidas de empresa y de celebraciones, si es que este año la pandemia lo permite, lo que les obligará a llevar a cabo “una apertura completa”, lo que equivale a un mayor consumo eléctrico y a tener que hacer de nuevo malabares para evitar despedir a la nadie de la plantilla.

José Antonio Burgos, por su parte, es el propietario de la peluquería D-Mode, en la calle Alfonso XIII de la capital cordobesa. Los secadores son la principal arma de trabajo de este negocio, que ha visto cómo la factura de la luz ha subido más de un 30% este verano, al pasar de una factura mensual que rondaba los 450 euros a los 600 euros. Burgos es consciente de que su consumo eléctrico es “muy alto”, porque además de los secadores, tienen lavadoras, secadoras, el aire acondicionado en los meses del estío, además del resto de servicios que requieren electricidad para su uso.

Plantilla de la peluquería D-Modé trabajando a pleno rendimiento. Plantilla de la peluquería D-Modé trabajando a pleno rendimiento.

Plantilla de la peluquería D-Modé trabajando a pleno rendimiento. / Juan Ayala

Tampoco ellos pueden limitar a las horas donde el precio es más barato, ya que abren a las 08:30. Por el momento, Burgos también ha decidido no repercutir este gasto sobre el precio final de su trabajo, y ha logrado mantener a su plantilla, cuatro personas con contrato fijo. “Estamos algo más agobiados y a la espera de la bajada del precio de la luz”, anota, al tiempo que recuerda que a este problema se suma el del pago del IVA, ya que el Gobierno central ha vuelto a rechazar que se reduzca al 10%.

Con ello, todos los negocios son dependientes y esclavos de luz para poder ofrecer lo mejor de sus servicios a su clientela, mientras que el precio sigue imbatible.

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