Mariano Pérez de la concha. Presidente de la asociación anida

"Necesitamos más familias dispuestas a acoger porque hay mucho niño afectado"

  • Preside un colectivo cuya labor humanitaria en Bielorrusia va mucho más allá de traer cada verano -desde que nació hace 18 años- a niños afectados por la tragedia nuclear de Chernóbyl

Mariano Pérez de la Concha posa junto al cartel de la asociación preside y que hay en la puerta de la sede de la misma.

Mariano Pérez de la Concha posa junto al cartel de la asociación preside y que hay en la puerta de la sede de la misma. / reportaje gráfico: juan ayala

Mariano Pérez de la Concha (Posadas, 1953) preside la asociación Anida desde "este va a a ser mi cuarto año". Anida tiene su sede en el Centro Los Azahares de la avenida Guerrita, una sede que estos días tiene mucha actividad, ya que acaban de llegar a Córdoba los últimos de los 60 menores de acogida que este año el colectivo ha traído de Bielorrusia. Durante la entrevista, en la mano sostiene un tríptico en el que aparece la foto de dos pequeños acogidos de ese país abrazados y con la felicidad plasmada en sus caras. Es el tríptico informativo del Programa de Estancia Temporal para Menores Bielorrusos Afectados por la Catástrofe de Chernóbyl. "Si estás interesado en que un menor bielorruso, afectado por la catástrofe de Chernóbyl, conviva con vosotros en vuestro hogar durante el periodo de su estancia temporal en España, no lo dudes y ponte en contacto con nosotros. Ellos te lo agradecerán y tú no te arrepentirás", reza como epílogo el tríptico que sostiene y que incluye una información que de una u otra forma se va a diseccionar en la entrevista.

-¿Desde cuándo forma parte de la asociación Anida?

-Como presidente este va a ser mi cuarto año. Como miembro de la asociación hace ocho años que me integré porque mi hermano Juan Manuel estaba como secretario y me pidió que viniera a echarle una mano, ya que recientemente a esa petición me había casado con una chica bielorrusa que era monitora de niños y niñas de acogida y que entonces llevaba cinco años viniendo con ellos a Córdoba.

-¿Qué es Anida?

-Anida se creó en el año 2000 a raíz de que en distintos pueblos de la provincia de Córdoba fueran desapareciendo esas pequeñas asociaciones que existían en los años 90 y que estaban trayendo a los menores desde Bielorrusia por diferentes sistemas. Anida nació precisamente gracias a varios miembros de esas asociaciones.

-Supongo que Anida trabajará en mucho más que en traer a menores bielorrusos en verano.

-La labor que lleva a cabo Anida tiene cuatro patas, como una mesa. La primera, la vertiente humanitaria en Córdoba, Andalucía y España. Cuando entré como presidente planteé que no podíamos quedarnos en ser una asociación local, que teníamos que ir más allá y ser un colectivo que trabajara a nivel nacional, para lo que modificamos los estatutos, ya que nos encontrábamos con el problema de que había muchas provincias que querían traer niños, pero que no tenían asociaciones para ello. Nos hemos vinculado de tal manera que podemos traer niños a cualquier punto de España porque el colectivo que existía para ello en tal o cual lugar ha desaparecido o porque no tienen un poder adquisitivo para tener un administrativo y nosotros le hacemos esa labor. Traer a los niños es una de nuestras principales labores, pero no la única. Visitamos Bielorrusia una vez al año durante una semana, vemos todos los problemas que tienen en materia de sanidad e intentamos ayudarlos. Por ejemplo, colaboramos desde hace diez años en la ciudad de Vitebsk, que está en el Norte, con un hospital pediátrico y un hospital oncológico, con un programa por el que Cajasol nos concedió un premio. Ese dinero lo destinamos a que los niños de entre cero y ocho años estén rehabilitándose de sus cánceres y problemas de salud en esos centros.

-La tragedia de Chernóbyl fue hace 32 años y parece que mucha gente incluso ha olvidado la necesidad que tienen los niños de mejorar su salud en lugares como España ¿desde su experiencia y contacto con ese país y sus gentes, cómo ve el asunto?

-Precisamente, la tercera pata de nuestra mesa, además de la de traer niños y la de visitar el país para ver sus necesidades, es la de traer a personas que sufrieron la catástrofe de Chernóbyl, los liquidadores que se les llama, para que cuenten sus experiencias. Hemos traído, por ejemplo, a un ingeniero que estuvo midiendo las radiaciones allí. Él nos ha dicho que por muy pronto puede ser entre 200 y 300 años cuando empiece a desaparecer la radiación. Está metida a una profundidad de 30 a 40 centímetros en la tierra y todo lo que toca eso se va contaminando. Nosotros nos sentimos satisfechos porque, antes de venir, a los niños y se les hacen mediciones de radiación en un instituto especializado y cuando vuelven a Bielorrusia los resultados que nos manda este instituto revelan que las posibilidades de que desarrollen un cáncer bajan un 30 o un 40% en un año. A algunos niños, en los ocho o nueve años que continuados vienen aquí hemos conseguido que le bajen un 50 o un 60% las posibilidades de cáncer respecto a las que tenían antes de venir, y eso nos da mucha satisfacción.

"Desde que Anida nació en 2000 hemos traído a Córdoba a unos 2.000 menores, según nuestra documentación"

-¿Cuál es el objetivo de las acogidas de menores bielorrusos?

-Las expediciones están compuestas, en su mayoría, por menores procedentes de orfanatos y familias desfavorecidas, siendo una gran parte de ellos repetidores de otros años que vuelven con sus familias españolas al ser reclamados por estas. A los menores se les debe proporcionar una estancia lo más normalizada posible, compartiendo un entorno familiar. Deben mantener el contacto con otros niños de su grupo y han de poder acceder, en caso de necesitarlo, a un monitor bilingüe. Con estas estancias temporales se trata de reducir el nivel de radionucleidos en el organismo de los menores, disminuir el estrés psicológico y detectar y tratar cualquier patología o carencia nutricional. Durante el viaje, los menores son acompañados por un equipo de monitores bielorrusos bilingües, que permanecen en Córdoba durante todo el periodo de la estancia temporal para solucionar cualquier problema de adaptación o de idioma que pueda surgir, bien por parte del menor o por parte de la familia cordobesa.

-Este año han venido 60 menores, ¿cuántos ha traído ya Anida desde que nació la asociación?

-Desde que empezamos en 2000 ha habido años en los que hemos traído 200 menores y otros en los que han llegado algo más de 20, porque la crisis nos ha pegado el palo también a nosotros, pero en estos 18 años podemos decir que casi 2.000 menores han sido los que han pasado por Anida a nivel de Córdoba y provincia, tal y como reza en la documentación que tenemos. A nivel nacional, serán unos 8.000 ó 9.000 menores.

-¿Cómo es el proceso de acogida de un menor bielorruso?

-La campaña la empezamos en septiembre, mes en el que comenzamos a llamar a las familias que están colaborando con nosotros, o bien que han acogido este año o en años anteriores, y les decimos que estamos ya rellenando el formulario de solicitud de acogida del niño. Una vez que lo tenemos, en enero vamos una semana o diez días allí a Bielorrusia a ver a esos niños que han estado aquí otros años y a preseleccionar niños nuevos de siete u ocho años, que es la edad mínima que nos permite el Gobierno, niños que están necesitados de venir para las familias que vamos teniendo nuevas. Por ejemplo, este año ya se han sumado cinco familias de acogida nuevas, gracias a Dios. Queremos y necesitamos que haya más familias dispuestas a acoger, porque Bielorrusia tiene aproximadamente 10 millones de habitantes y hay muchísimo niño afectado allí que necesita mejorar su salud.

-¿Ha menguado la cifra de familias de acogida en los últimos años?

-Bueno, las familias que han acogido siguen siendo miembros de Anida y siguen aportando sus cuotas de socios. Tenemos 220 asociados, aunque no todos los años son los mismos los que acogen. Hay a lo mejor año a año entre 20 y 40 familias que sí son repetidoras y vuelven a traer al mismo niño o niña, pero hay quien dice que lleva dos o tres años trayendo al mismo menor y que ahora quiere traer a uno nuevo, porque quiere que los más pequeños que también esperan acogida en Bielorrusia tengan también la oportunidad de empezar a mejorar la salud. También, hay quien sigue trayendo a quienes antes traían como niños y ahora son ya mayores, pero en calidad de invitados, como turistas, a partir de los 18 años.

-¿Desde qué edad a qué edad llegan los menores?

-El programa es desde los 7 a los 17 años. A partir de los 18 años los gobiernos español y bielorruso no los consideran dentro del programa de acogida de saneamiento, sino como turistas o personas de tránsito.

-¿Usted ha acogido?

-Yo he tenido la suerte de acoger primeramente al sobrino de la que hoy es mi mujer. Lo traje cuando tenía 7 años y ha dejado de venir ahora que tiene 16.

-¿Y cuál es su experiencia al respecto?

-Es una vivencia única porque aunque no es tu hijo, acabas queriéndolo igual que si fuera tuyo. Le das el mismo cariño que a tu hijo. Además, las familias que tienen niños de la misma edad que los que traen saben que tienen que hacerlo doble todo. Si le compran un pantalón a su hijo, le compran otro al niño, por ejemplo. La experiencia de mi familia al respecto es igual a la de muchas otras familias. Tú te quedas aquí con tu hijo natural, sí, pero has tenido dos meses conviviendo contigo a ese otro hijo que se te va, al que le has tomado un gran cariño y que parece que no lo vas a ver más. En esa partida se pasa mal, tan mal que sólo te alivia la posibilidad de volver a traerlo al año siguiente. Hay mucha alegría cuando llegan y mucha tristeza cuando se van. Ese contraste hace que me vuelva a decir otro año más "hay que seguir, no te puedes ir, hay que luchar para que vengan más menores".

-¿Por dónde se reparten los niños que llegan a Córdoba?

-Se reparten por Córdoba capital y por toda la provincia. Que yo recuerde, hay niños en Belalcázar, en Pozoblanco, en Cabra, en Aguilar de la Frontera, en Córdoba capital...A Montilla han estado viniendo, aunque no este año, han venido otras veces a Hinojosa del Duque, aunque tampoco esta vez, Hornachuelos, Posadas, Palma del Río...son pueblos que han sido siempre muy solidarios y cuando se les llama o se les hace un requerimiento a familias que han acogido o a los contactos que tienen, siempre hay una respuesta positiva, están concienciados de que tienen que acoger porque saben que allí tienen un riesgo de sufrir cánceres del que aquí los recuperamos.

-¿Cómo ha evolucionado la acogida en la capital y los pueblos?

-Hemos tenido algunos años malos, dos o tres años que por la crisis fue menguando la acogida y en los que apenas llegaban una treintena de niños. No había manera de conseguir que vinieran más, pero la acogida está repuntando al haber familias concienciadas en que quieren traer niños, sobre todo desde hace tres años después de que el nivel económico familiar se haya arreglado un poco.

-¿Cómo es la estancia de los menores aquí?

-Al final, todas las familias de acogida junto con los niños se convierten en una gran familia. Solemos organizarles cada año un campamento o curso de navegación. Generosamente, hay un señor aquí en Córdoba, miembro de la asociación, que lo suele dar en el pantano de Puente Nuevo; durante todo un día les enseña a navegar en barco, en zódiac, y son ellos los que pilotan, y después tenemos una comida de hermanamiento. Otros años hemos tenido encuentros en el ponyclub, en zonas de caballos ...y aparte de eso, ellos se intercambian sus teléfonos porque no hace falta que Anida los convoque sino que son ellos los que se citan. A veces los niños bielorrusos, aunque están con los españoles, están un poquito tristes, porque a veces el idioma les cuesta trabajo; van adaptándose y cuanto más mayores son se van soltando más. A los pequeños les cuesta más trabajillo hablar el español, pero son esponjas, y te puedo decir que los nueve nuevos que han venido este año en diez días están hablando español.

-En esa adaptación también tendrá que ver que proceden de otra cultura distinta a la española.

-Una cultura totalmente diferente a la española, sí. Allí es todo como muy disciplinario; no pueden hacer nada si no piden permiso. Pero aquí, con esa libertad que se les da, muchas veces se acostumbran a lo que hacemos los andaluces, a eso de que yo hago esto primero y después tú me preguntas.

-¿Qué necesidades más acuciantes tiene Anida?

-La principal es que queremos más familias que se apunten para acoger a menores porque hay muchos esperando venir que lo necesitan para mejorar su salud. Otras necesidades que hacemos nuestras son las que vemos cuando visitamos allí orfanatos, hospitales y colegios con el objetivo de ayudar. En Vitebsk tenemos un colegio hospital al que, por ejemplo, le llevamos material; este año les hemos regalado una grúa para levantar a los niños enfermos y el año pasado fue un compresor de oxígeno para ayudarles a respirar. En otra ciudad, en la zona Sur, en otro orfanato necesitan cocinas nuevas, porque están destrozadas; en los colegios necesitan material...nosotros vamos siempre buscando qué podemos aportar y para ello pedimos ayuda a las instituciones. Otro proyecto, por ejemplo, que tenemos es la colaboración en la construcción al lado de un hospital de casi una veintena de casas para las familias que acompañan a los niños enfermos y que no tienen donde alojarse.

-¿Y cuáles son los retos de futuro que tiene Anida?

-Entre otros, vamos a retomar la federación andaluza de asociaciones bielorrusas, que estaba muerta, para impulsar proyectos solidarios. Andalucía siempre ha enarbolado la bandera solidaria.

-Tengo entendido que van a celebrar los 20 años de la asociación a lo grande.

-Eso pretendemos. En enero de 2019 iremos a Bielorrusia con dos objetivos. Uno, con el objetivo de hacerle un homenaje al catedrático y decano de la Facultad de Lingüística de Minks, que es el coordinador y jefe de todas las monitoras que venían aquí con los niños. Y también para preparar con la asociación bielorrusa que trabaja con nosotros allí el encuentro de ese 20 aniversario. El objetivo es que todas las familias españolas que ahora tienen o han tenido niños de acogida tengan un encuentro de tres días en un balneario bielorruso y poder convivir y recordar vivencias.

-Me ha hablado al principio de la entrevista de que la labor que realiza Anida tiene cuatro patas como una mesa; me ha explicado tres de esas patas. ¿Cuál es la cuarta?

-La cuarta pata es que desde hace unos años hemos cogido la representación política de España en Bielorrusia llevando convenios con las universidades de Medicina de Minks y de Vitebsk y las facultades de Filosofía y Letras y de Medicina de Córdoba. Yo físicamente he traído el convenio firmado de la facultad de Medicina de Vitebsk a la Universidad de Córdoba y el convenio se les ha mandado ya firmado. Y estamos trabajando ya con el concejal de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Córdoba, Juan Hidalgo, en el hermanamiento de Córdoba y Vitebsk. Córdoba será la primera ciudad europea hermanada con una ciudad bielorrusa.

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