Ana Orantes tenía 60 años cuando José Parejo la asesinó. Fue el 17 de diciembre de 1997 en Cúllar Vega (Granada), tras 40 años de malos tratos por parte de José, que era su marido y con quien había tenido ocho hijos. Trece días antes del feminicidio, el 4 de diciembre de 1997, ella acudió a la televisión pública andaluza a contar su historia. En la televisión, Ana Orantes explicó la violencia no solo física —”paliza sobre paliza”—, sino también psicológica que habían sufrido ellas y sus hijos e hijas. Reconocía, además, que “denunciaba y no pasaba nada”. José quemó viva a Ana a los 13 días de aparecer contando el caso en televisión. Aquella confesión la condenó a muerte a ojos de su verdugo.

Su caso fue el germen para el diseño de la Ley de Violencia de Género, aprobada en 2004. Tras el feminicidio de Ana Orantes, en 1999 también se modificó el Código Penal para tipificar la violencia psicológica como una forma de malos tratos en el ámbito doméstico. Dicha ley introdujo no solo una agravante por género en delitos como el de lesiones, maltrato habitual, o trato degradante, sino que estableció mecanismos para las víctimas como indemnizaciones, asistencia jurídica gratuita, subsidios económicos o recursos habitacionales.

Ana Orantes ha estado muy presente hoy en la manifestación por el Centro de Córdoba en el que miles de personas -de hombres y mujeres- han clamado contra la violencia de género en otro 25-N o Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres. Y lo ha estado porque el manifiesto que se ha leído para poner el punto y final a la manifestación ha estado dedicada a ella "como ejemplo de las 1.200 mujeres que, desde que hay registro, han muerto en España a manos de sus maridos o parejas", ha destacado María Gómez Díaz, de la Plataforma Cordobesa contra la Violencia a las Mujeres.

"A Ana Orantes la asesinaron hace 25 años, los mismos que llevamos la plataforma en la lucha por que no nos maten a las mujeres, pero nos siguen asesinando, nos siguen violando y siguen abusando de nosotras", ha lamentado Gómez Díaz.

El colectivo organizador de la protesta -la plataforma- ha conseguido, como lo hace todos los años que numerosas asociaciones de mujeres se desplacen desde todos los rincones de la provincia para sumarse a la misma. "Del Alto Guadalquivir han venido varias asociaciones", ha destacado quien fuera alcalde de Montoro y diputado provincial Antonio Sánchez Villaverde, presente también en la marcha. Como también han llegado autobuses de Hinojosa del Duque, con la Asociación de Mujeres Candela a la cabeza, de Villaralto...

"Echo de menos a más hombres en esta manifestación", ha insistido Antonio Murillo, quien ha acudido desde Belalcázar con su mujer, Pilar Triviño. "Los hombres somos los culpables de que manifestaciones como esta se tengan que seguir repitiendo año tras año; y los hombres tenemos que manifestarnos contra esos asesinatos, condenarlos. Lo importante para erradicar esto es la educación, que desde pequeños se eduque en la igualdad a niños y niñas", ha defendido. "El problema de hoy en día en la sociedad que vivimos es que es muy difícil avanzar en temas como la lucha contra la violencia a las mujeres y muy fácil retroceder en esa lucha", ha añadido Pilar.

Los participantes y las participantes en la manifestación lo han hecho vistiendo un peto rojo. "Hemos convocado esta marea roja para que las mujeres que ya van asesinadas, 1.172, estén representadas en ese color rojo, un color rojo de sangre, un color rojo de rabia y un color rojo de ira", ha puntualizado. "Normalmente solemos ir de morado e incluso de negro, pero este año hemos querido ir de rojo para representar lo que he dicho anteriormente", ha añadido.

"Quien ama, ni mata, ni maltrata", "Ni una más, ni una menos", "Por una educación feminista", han sido algunas de las proclamas que se han lanzado durante la manifestación.