Artes escénicas

Lola Herrera vuelve al Gran Teatro de Córdoba con 'Adictos', una obra sobre los usos perversos de la tecnología

Lola Herrera y Lola Baldrich, en una escena de 'Adictos'.

Lola Herrera y Lola Baldrich, en una escena de 'Adictos'.

El Gran Teatro de Córdoba abre su temporada escénica este sábado 30 de septiembre con Adictos, una obra dirigida por Magüi Mira cuyo reparto reúne a tres comprometidas actrices: Lola Herrera, Ana Labordeta y Lola Baldrich.

El texto, coescrito entre el hijo de Herrera, Daniel Dicenta, y Juanma Gómez, cuestiona los paradigmas de la sociedad actual, la libertad de sus usuarios en relación con la tecnología y la utilización perversa de los avances en este campo, una situación que nos transporta a una democracia en peligro cuando pierde sus fuertes bases: la ética y los valores.

La obra plantea cómo en una sociedad controlada por el poder, la honestidad paga un precio muy alto si no eres adicto al sistema. La verdad se sitúa así como la herramienta más útil frente a la manipulación y la desinformación, frente a la utilización dañina de la tecnología.

Lola Herrera, cumplidas ya seis décadas sobre la tablas y una de las más destacadas intérpretes de teatro en España, da vida a Estela Anderson, científica de prestigio internacional que descubre que el proyecto en el que lleva años trabajando va a ser utilizado en contra de la sociedad. Por su parte, Lola Baldrich encarna a la doctora Soler, jefa del departamento de Psiquiatría de un avanzado hospital, mientras que Ana Labordeta interpreta a una reconocida periodista y escritora.

La actriz vallisoletana comenta que su personaje indaga en cómo las redes sociales “venden banalidad” y añade que se trata de una obra “ilusionante” que aporta “una miguita más al despertar que necesitamos los humanos”.

Reconoce Herrera que a través de Adictos está descubriendo el uso de las tecnologías y cómo se puede desarrollar. Ahora, explica, ve documentales “que hablan de las escuchas o de que nos tienen controlados a todos. Esta función tiene mucho que ver con lo que pueden pretender los grandes poderes mundiales, moviendo hilos desde alguna parte y actuando, indudablemente, como los dueños de nuestras vidas”. Contra esto, concluye, “hay que ser rebelde , no hay que conformarse”.

Para los autores del texto, lo que subyace en él es la expansión progresiva de la desinformación junto a la pregunta de si el ser humano es realmente libre. Se trata de una ficción “cuyos personajes manifiestan inquietudes que nos atañen a todos, cuestionando paradigmas que, hasta ahora, hemos asumido como válidos y ciertos pero que puede que escondan mentiras que estén distorsionando nuestras vidas”, afirman Dicenta y Gómez.

Las protagonistas se muestran como tres mujeres punteras que están en un lugar al que pocas pueden acceder, lo que lleva a Magüi Mira a definir el discurso de la obra como “feminista”. “Es algo -destaca la reconocida directora y actriz- por lo que tenemos que seguir luchando, por tener nuestro espacio y nuestro lugar, y en esta función estas tres mujeres simbolizan ese poder”.

Dicho esto, Mira añade que “el teatro es ficción: no es una proclama, es poética escénica y es beber lo que está pasando en la calle pero con mucho arte, por eso se llama arte escénico, y ofrecérselo al espectador es un momento gozoso”.

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