KME valora mantener parte de la actividad de la planta de Locsa
La prioridad de la empresa es el cierre aunque la plantilla confía en que se pueda conseguir un cambio en las negociaciones


La multinacional italoalemana KME Group dejó ayer abierta la posibilidad de que se pueda mantener parte de la actividad de la planta de Locsa, aunque la opción prioritaria es el cierre, según apuntó ayer el presidente del comité de empresa de la fábrica, Francisco Pozuelo. El representante de los trabajadores mantuvo ayer un encuentro en Munich (Alemania) junto con el resto de sus homólogos de otros cinco países europeos, así como los altos cargos de la firma, y aseguró que la propuesta que se está valorando es la de mantener las tareas de fundición del metal que se llevan a cabo a la industria, mientras que se cerraría por completo las labores de laminación. En cualquier caso, Pozuelo aclaró que la actitud de los directivos durante toda la reunión fue la de reiterar el cierre de la industria el próximo 30 de junio y que esta posibilidad sólo surgió ante su propuesta de vender la fábrica a alguno de los grupos interesados. En este punto de la reunión, KME rechazó la opción y, como contrapartida, "habló de segregar la actividad y mantener la fundición", aunque no se detalló si sería la multinacional quien asumiría esta actividad o la traspasaría a otra firma. El representante de los trabajadores confesó que su conclusión después del encuentro es que "quieren cerrar" y la tímida propuesta de segregar la fábrica "es sólo para desviar la atención".
Pozuelo recordó que la semana que viene continuarán las negociaciones y, en ese contexto, espera que pueda conseguirse algún avance para que el grupo considere la opción de que unos inversores puedan hacerse cargo de la planta ubicada en la antigua Electromecánicas. Los trabajadores aseguran que ya hay algunas firmas interesadas, pero que la multinacional italoalemana "no quiere vender porque no quiere competencia". De hecho, la plantilla -formada por unos 120 empleados- apuntó también que el cierre ha sido "premeditado" por los propios directivos ya que el objetivo es "llevarse la fábrica fuera".
Hace dos semanas que el grupo KME anunció el cierre de la planta de Locsa al presentar un plan de viabilidad que arrojaba pérdidas de 17 millones de euros. La versión de los trabajadores es bien distinta, pues aseguran que durante los últimos años la empresa se ha dedicado a perder clientes para justificar la bajada de negocio y, por consiguiente, el cierre. Desde que se conoció la noticia, los empleados han iniciado una campaña de movilizaciones en la que han pedido la colaboración de todas las instituciones y la sociedad cordobesa para impedir el cese de la actividad y el despido de los compañeros. No hay que olvidar que se trata de una fábrica centenaria que supone un símbolo de la actividad industrial en la capital cordobesa.
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