Historias tras los Patios

El concurso abre con una gran afluencia de público pese que se trata de un día laborable Los propietarios reconocen que esta es una edición especial y sienten orgullo

Historias tras los Patios
Anabel Calero

09 de mayo 2013 - 01:00

Las macetas, los colores, los olores o el sonido ambiental son los elementos que primero llaman la atención cuando se entra a un Patio. La variedad floral, la forma de regar todos los tiestos, las curiosidades o elementos decorativos de los recintos es lo más comentado, pero hay algo mucho más importante que es precisamente lo que ha premiado la Unesco al declarar los Patios cordobeses Patrimonio Inmaterial de la Humanidad: la tradición y las historias familiares que es esconden detrás de cada casa.

La vida en torno al patio es lo que recuerda Elisa Pérez, la propietaria de la casa de la calle Pozanco, 21, donde vive desde los siete años. Ahora cuida los cientos de macetas con la ayuda de su sobrino, que vive con ella, y bromea con que la entrada a su casa "es la auténtica calleja de las flores", ya que hay que atravesar una especie de pasillo estrecho lleno de macetas que desemboca en un patio cuadrangular. "Es verdad que yo no tengo las vistas de la torre de la Mezquita, pero por flores, gano yo", bromea sentada en su silla de enea mientras recibe la visita de los primeros turistas. "Creo que hoy ha venido más gente de lo habitual", afirma, aunque no quiere pensar en la afluencia que habrá el fin de semana. "Soy cordobesa y también tengo raíces castellanas, porque mi padre era de Salamanca, así que he aprendido a tomar las cosas conformen vienen", añade, muy tranquila pese a la avalancha de público que se espera. "Este año es más especial, aunque tampoco me siento tan importante por el reconocimiento", reconoce Pérez de manera humilde en el primer día de concurso.

La de Rafael Baltanar, que vive en la casa de la calle Custodio, 5 es otra historia especial. Ahora él cuida el patio porque su madre, Carmen Pérez, de 91 años, no puede encargarse de las tareas como quisiera, aunque sigue sentada en el sillón esperando la visita de cordobeses y turistas. Pérez recuerda como "hace más de 40 años" una hermana suya le regaló un botijo y entonces a ella se le ocurrió ponerlo boca abajo y plantar una maceta en él. Desde entonces, los botijos como maceteros es una seña de identidad de este recinto. Tampoco pasan inadvertidas las caracolas incrustadas en una de las columnas, que llevan allí también décadas, y sobe las que nacen pequeños tallos. "Una vez mi prima encontró en uno de los puestos de antigüedades de la plaza de la Corredera un plato con una ilustración y se dio cuenta de que era nuestro Patio y se lo trajo, de eso hace ya muchos años y ya aparecían las caracolas", cuenta Baltanar. La paciencia para mantener todos estos detalles "la tengo de sobra, porque me encanta, es mi pasión", asegura. Además, "es un trabajo por amor a Córdoba, porque en realidad a nosotros no nos han dado nada material, es sólo el orgullo de formar parte de algo tan grande", concluye Baltanar. Francisco Martín y su mujer María Milagros dedican muchas horas al cuidado de su Patio en la calle Parras número 8 para mantener perfectas las 550 macetas que lo conforman. Entre tanta variedad hay plantas que permanecen en esta casa desde hace más de 25 años, como un rododendro traído desde Holanda que consiguió el padre de María Milagros, ya fallecido. También hay geranios que se conservan desde hace ochos años, lo que da buena muestra de los cuidados que reciben estas flores para poder mantenerse año tras año. "Son muchas horas y hay que estar pendiente de todo, cuando llega la época de fumigar necesito una mochila de 20 litros para desinfectar todas las plantas y mantenerlas sanas", cuenta Martín. Todo ese trabajo parece que se olvida cuando el Patio se abre a concurso. "No se puede explicar con palabras lo que se siente", apunta Milagros, que se ha pedido las vacaciones de verano ahora para poder atender a todos los visitantes durante el certamen.

En Pozanco, 6 Mercedes Romero y su cuñada Ana Sánchez se encargan de conservar las más de 500 plantas distribuidas en su Patio. "Esto tiene mucho trabajo, pero luego una se siente orgullosa", asegura Romero, que confiesa que siente predilección por algunas plantas como la Amarillis "o la suegra y la nuera, como se le conoce". Las orquídeas, las dalias o la alegría de la casa, también entran dentro del grupo de sus preferidas, aunque entre las más de 500 variedades también se pueden ver geranios, gitanillas o rosales. En la casa de Pozanco viven estas dos familias que aprovechan también la vida en el Patio, uno de los aspectos más valorados por la Unesco. "Es la parte más importante de la casa, sobre todo ahora, nos sentimos muy contentos por el reconocimiento y porque venga tanta gente", concluye.

En Pastora, 2 Rafael Barón recibe también como buen anfitriona todos los visitantes, varios grupos de la provincia incluso de Barcelona se acercaron ayer a su Patio que ha sido premiado en varias ocasiones. En los últimos días "he estado dando el último empujón para que todo estuviera listo antes del concurso", asegura. Su altar de la Virgen de la Salud, el soniquete del agua que sale de la fuente o los carteles antiguos que decoran el Patio son su seña de identidad. Barón está convencido de que ésta será una magnífica edición de los Patios, un año más para añadir a esta tradición que conforma la historia de una ciudad que durante estos días se abre a la humanidad.

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