Fatal de los nervios
El campo de la verdad
IZQUIERDA Unida ha decidido echarse a la espalda el famoso caso Candelario y recibir los palos que vengan con devotísima paciencia cristiana. Se queja el alcalde, Andrés Ocaña, de que el PP está dosificando su estrategia en capítulos aunque sepa que, con el manual delante, eso es lo que se hace en el negocio de la política. La oposición ha decidido desgastar todo lo posible a este equipo de gobierno -que ya viene tocado- mediante una estrategia a largo plazo producto de una serie de contratos polémicos que no serían gran cosa si los hubiera firmado otro concejal. A estas alturas, pocos son los que niegan en el Ayuntamiento que la teniente de alcalde de Presidencia tendría que haberse abstenido para evitarse problemas tanto a sí misma como al gobierno municipal.
Candelario afirma que no se ha llevado un euro de toda esta movida y nadie le ha acusado de momento de nada parecido. El único reproche legal posible, independientemente de lo acertado de los gastos, es el derivado de la participación en determinados expedientes públicos relacionados con la empresa de un familiar, donde además se metió la pata a fondos pidiendo dos ofertas a sociedades mercantiles con el mismo accionariado. Con la primera denuncia, la del paquete de facturas sin crédito, quien tenía un problema político (pequeño) era la propia teniente de alcalde. Con el resto de cuestiones, el lío es del alcalde y del gobierno municipal, que ha decidido cerrar filas y que tendrá que gestionar la crisis en uno de esos aspectos en los que el ciudadano está más sensible debido a la crisis económica: gastarse euros a miles en auténticas tonterías como forrar maceteros, cambiar una tapicería o bordar un escudo de la ciudad en hilo de oro.
Ocaña no va a prescindir de Candelario. "En política, aciertas o te equivocas, pero nunca te arrepientes", decía Santiago Carrillo. Nieto pidió en su día explicaciones al alcalde sobre esta cuestión en persona y, según dicen, el regidor le hizo el mismo caso que se le hace a la carta de ajuste. Se produjo, incluso, alguna reunión entre ambos grupos políticos para aclarar términos, de la que el PP salió con el convencimiento de que habían encontrado una mina. El gobierno municipal ha demostrado que valora los riesgos regular al reclamar deprisa y corriendo un informe a la Secretaría General, que además disponía de un conocimiento bastante limitado de los datos. Se está cometiendo el error, asimismo, de explicar la campaña popular en la vendetta por los cuatro liberados o en el y tú más en vez de buscar una argumentación convincente sobre las propias denuncias. Ocaña tampoco ha cumplido con la norma número uno en este tipo de asuntos: el jefe no habla de estas cosas. Expuesto él, expuesto todo el gobierno.
Da la impresión de que existe en la planta noble de Capitualres la tesis de que ya escampará. Que las vacaciones están cerca, que el fiscal no va a llevar ante el juez a nadie (ojalá) y que ninguno de los hechos denunciados hasta el momento merecen un reproche penal. Ilusiones. La oposición no tiene ningún interés en que Candelario dimita, sea cesada o procesada en estos momentos. A más tiempo ocupe el asunto las páginas de los periódicos o los minutos de las radios, mejor para el PP.
Lo que más le conviene a la oposición es que IU resista, que Candelario entre al trapo, que pique en los anzuelos que se le van a poner por delante cada día y cada Pleno. Reconocer los errores cometidos también supone una alternativa. Lo contrario es la forma en la que se ha estado gestionando este asunto, donde da la impresión de que el Ayuntamiento está fatal de los nervios.
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