Devotos del pan de San Antonio

Celebración Las monjas reparten casi 5.000 piezas en la festividad

Cientos de personas acuden al convento de las Capuchinas para recoger los bollos del santo, una tradición que pervive desde incluso antes de la Guerra Civil

Las hermanas entregan las bosas de pan a los fieles.
Las hermanas entregan las bosas de pan a los fieles.
L. Chaparro

14 de junio 2009 - 01:00

"Esto sirve para que el pan no falte en ninguna casa". Así de convencida se mostró ayer Concepción Gil, una cordobesa que "desde hace muchos años" acude, sin falta, todos los día de San Antonio al convento de las Capuchinas para llevarse una bolsa de pan. "Es una tradición antigua, pero lo más importante es la obra que hizo San Antonio", apuntó.

Hasta 5.000 bollos de pan repartieron las 18 monjas que residen en el convento de la calle Conde de Torres Cabrera. Entre ellas se encuentra la hermana Elisabeth Ponce, que lleva más de 14 años en el convento de las Capuchinas, al que llegó desde su México natal. La religiosa destacó la importancia de esta tradición y recordó que "es el reparto del pan de los pobres". Indicó también que la obra "pan de los pobres" tiene su origen en "uno de los muchos prodigios atribuidos a San Antonio", como el de un niño que cayó en pozo y se ahogó. La madre, continuó, "desesperada recurrió a su fe al santo e hizo el voto de dar a los pobres tanto trigo como pesaba su hijo si el niño resucitaba. Y así fue".

Sor Gema es otra de las hermanas que vive en el convento que bien conoce la historia, vida y obra de San Antonio de Padua, así como la devoción que le tienen los cordobeses. "Vienen tantas personas que, a veces, se nos acaba el pan", reconoció. Las hermanas no ponen precio a las bolsas de pan, que llevan tres bollos cada una, sino que son los fieles los que dan el dinero que quieren y esa cuantía, posteriormente, se destina a proyectos de entidades como Cáritas o Anesvad.

Pero la celebración del Día de San Antonio no termina con la adquisición de los bollos de pan, ya que la mayoría de las personas que acudieron al convento también se llevaron alguna que otra vela que luego ponen delante del santo, a quien le rezan alguna que otra oración.

Pedro Gómez fue uno de ellos. Acompañado por su mujer, Ana Ruiz, señaló que "venimos todos los años porque confiamos mucho en San Antonio y, además, es una forma directa de ayudar a los necesitados". Gómez recordó que "hace muchos años esto no era así, ya que eran las monjas las que repartían el pan entre los más pobres de la ciudad" y señaló que esta tradición se celebra en Córdoba "antes de la Guerra Civil, aunque luego hubo algunos años que se paralizó, hasta que en los años 70 se recuperó otra vez".

Teresa Mateo cumple a rajatabla con la tradición de ir cada 13 de junio al convento de las Capuchinas para "renovar el pan del año". "Lo que hago es congelar el pan cada año, sacarlo por la mañana el día de San Antonio, hacer gazpacho y venir a por los bollos para el año siguiente", describió. La devoción de Teresa es similar a la de Antonia Cortés, quien en lugar de hacer gazpacho cada 13 de junio y celebrar su onomástica, lo que hace es guardar en un paño blanco uno de los bollos hasta el año siguiente y, cuando llega la fecha lo tira. "Venía aquí con mi madre, que también se llamaba Antonia, cuando era bien pequeña. Ella me inculcó esta devoción y, además, este santo ha hecho mucho por mi familia", apuntó.

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