Concierto de David Russell | Crítica

Por muchos más, Russell

David Russell, en su concierto en el 41 Festival de la Guitarra de Córdoba.

David Russell, en su concierto en el 41 Festival de la Guitarra de Córdoba. / Miguel Ángel Salas

Para ser lunes, la oferta cultural en Córdoba estaba en todo su esplendor. Se podría llegar a pensar que, coincidiendo con el concierto de Coque Malla en el Gran Teatro, el Teatro Góngora se vería más tranquilo a las 20:30. Pero no fue para nada así, y el motivo tiene nombre y apellidos: David Russell.

Se nota el cariño que tiene a la ciudad, y el mimo y la devoción con la que responde ésta hacia quien se sabe que es ya una leyenda: la emoción, los comentarios, las diferencias de edades entre los asistentes... Era realmente emocionante ver a los niños haciendo preguntas a sus familias y prestando mucha atención, ¿a qué exactamente? A todo, por supuesto.

Entró con la elegancia y el saber estar que ya le caracterizan, su ipad colocado, su micrófono a distancia prudencial -más tarde se lo acercaría un poco más-, gafas y a deleitar con Fernando Sor. El público callaba porque ya sabía que él habla después de la primera obra. Son tantos años en el Festival de la Guitarra que se ha creado una afición sincera, con la complicidad que esto supone.

El Morceau de concert op. 54 no es una de las obras canónicas del estilo clásico- romántico, y sin embargo, Russell decidió empezar la velada con ella, mostrando un juego tímbrico interesante. Realizó una interpretación eminentemente propia de la tradición guitarrista más conservadora, en contraposición a las versiones de carácter orquestal que presentan las nuevas generaciones de guitarristas. Nada más terminar ya se escuchaba un "¡qué maravilla!" al fondo de la sala.

Después verbalizó la bienvenida al concierto y presentó las transcripciones de dos sonatas de Scarlatti, con datos concisos, en la justa medida de anecdóticos y de rigor. Tanto la K. 490 como la K. 491 tienen un claro carácter español, y coincide con que son sus favoritas. En ellas, aunque no se apreciaba una gran variedad en la articulación, Russell pudo presumir una vez más de adornos precisos, de técnica envidiable y limpieza indiscutible. Pocos guitarristas pueden tocar los trinos a doble cuerda de esta manera. Es ahí cuando se entiende que los años no parecen pasar por él: David Russell es a la guitarra lo que Marta Argerich al piano.

Tras un breve descanso, comenzó la segunda parte del concierto, llena de cariño y dedicación tanto por el público como por el intérprete. Pero si hubiese que elegir un momento concreto, y siguiendo con las similitudes entre guitarra y piano, la respuesta ganadora está clara: Albéniz. David Russell presentó Granada, Malagueña, y añadió fuera del programa Asturias.

Él piensa que, aunque Albéniz compuso estas obras para piano, estaba pensando en cómo sonarían con la guitarra. Albéniz en manos de Russell encandiló aún más al teatro, con un carácter mesurado y una dirección de frase muy personal. Unió Malagueña y Asturias, usando unos tempi más lentos, como los últimos discos de Alicia de Larrocha.

Si seguimos de comparaciones con pianistas legendarias es porque Russell es desde hace tiempo una leyenda. De hecho, hay determinados conceptos que pueden ir seguidos de su apellido en forma de adjetivo: sonido russeliano, vibrato russeliano, técnica russeliana...

Córdoba está muy agradecida de que su preciado artista se reserve todos los años los primeros días de julio. Son muchas las ediciones en las que se ha podido disfrutar de un concierto de este guitarrista. Solo queda decir una cosa, por muchos más, Maestro.

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