En el DNI del Carnaval sólo caben los apodos

Carnaval

El Pelos, el Agüito, el Taleguilla o el Comisario son algunos de los sobrenombres en el mundo de la máscara cordobesa

En el DNI del Carnaval sólo caben los apodos
En el DNI del Carnaval sólo caben los apodos
Rafael C. Mendoza

30 de enero 2008 - 05:05

Hasta la wikipedia, esa enciclopedia interactiva en la que tiene cabida prácticamente todo, se hace eco de algunos de los apodos de los carnavaleros cordobeses. En esta página web figuran, por ejemplo, el cómico David Amaya, como Agüito; el trío que componen los hermanos Eduardo, Miguel y Antonio Lara Medina, como Los Cabezones; o el ingenioso Manuel Serrano, quien pierde su nombre para pasar a llamarse Cuarteto de Santa Cruz. El apodo es al Carnaval lo que el lápiz al papel o los pitos a la chirigotas. Son indisolubles. De hecho, muchos de los carnavaleros, sean de la ciudad que sean, reconocen que tienen compañeros en su propia comparsa o chirigota que sólo los conocen por su apodo.

Los motes de los carnavaleros, al igual que los de los pueblos, son algo más que un apellido y pasan de generación en generación como si de un rico legado se tratara. Éste es el caso del actual presidente de la Asociación Carnavalesca, Antonio Navajas, más conocido como El Pelos en honor a su fallecido padre, también Antonio Navajas. Este sobrenombre, según cuentan los propios aficionados a esta fiesta en Córdoba, se debe al especial corte de cabello que tuvo en su juventud. Rafael Aranda El Taleguilla también heredó de su padre el apodo por el que es conocido entre los carnavaleros, aunque en este caso el progenitor era conocido como El Talegón, familiar de la popular saetera María La Talegona.

Fruto de la anécdota es el apodo de Antonio Cobos, conocido por El Comisario porque en algún momento otro carnavalero le dijo: “Lo que mande el comisario”, y desde entonces se quedó con un sobrenombre que, con el paso del tiempo, dejó su verdadera identidad en un segundo plano. A Francisco Blázquez, que ha regresado este año tras algunas ediciones fuera del concurso, lo llaman El Maestro por contar con estudios de Magisterio. También relacionado con la profesión, aunque en este caso la de sus familiares, es el apodo de Juan Domínguez, al que llaman El Patato porque sus padres contaban con un puesto de patatas fritas en el Sector Sur.

La apariencia física también deja huella en la identidad de la gente del Carnaval. La irregular dentadura originó el mote de Pepe El Pespuntes, uno de los que no fallan en cualquier cita relacionada con la fiesta de la máscara. Otro Pepe, en este caso El Calaveras, se ganó el sobrenombre por su complexión delgada; y a José Caballero le colgaron el cartel de El Cateto simplemente por ser de baja estatura y regordete.

Pero la lista de motes carnavaleros no queda ahí. Hay prácticamente para todos. A los anteriores se les unen, entre otros, José Alcántara El Melli –mellizo– Mariscal El Flequi –peluquero–, Eduardo Molero El Chache –el primogénito de su familia– o Juan José Cuevas El Tóner –ex trabajador de una copistería.

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