Córdoba

Cuidados para pies doloridos tras las fiestas

  • Una especialista en Podología da unos consejos sobre cuáles son los zapatos de tacón más adecuados para que no produzcan daños y, en caso de que los haya, cómo tratarlos

La podóloga del Hospital Cruz Roja Avencia Arévalo.

La podóloga del Hospital Cruz Roja Avencia Arévalo. / Juan Ayala

Los pies, sobre todo los de las mujeres, quedan tras las fiestas doloridos y, en ocasiones, magullados. Después de los almuerzos o las cenas, llegan los bailes y las largas charlas de pie con los amigos o compañeros de trabajo que, en ocasiones, se extienden a lo largo de horas.

Por ello, el primer consejo siempre es “ponerse los tacones cuando vayamos a salir de casa”, explica la podóloga del Hospital Cruz Roja Avencia Arévalo, porque “sino, entre que te vistes y te maquillas, al final estamos 12 horas con los zapatos puestos”. No es recomendable estar más de cinco horas de pie con los tacones porque “a la sexta ya hay una metatarsalgia, es decir, dolor por la presión del tacón”, apunta la especialista.

En ese sentido, añade que “normalmente no nos damos cuenta, y si vamos a una comida y nos calzamos a las 09:00 porque hemos trabajado, pasamos 16 horas con un tacón”. Los efectos a largo plazo son dolor de espalda y se producen los llamados juanetes de sastre y juanete del primer dedo debido al tacón y los zapatos en punta, que en estas fiestas se han dado tanto.

Por eso, Arévalo aconseja “llevar para bailar un zapato cómodo de repuesto y, de esa manera, evitamos tener una patología posterior”. Más allá de las fiestas, estas recomendaciones son extensibles a todas las épocas del año.

Lo más adecuado es llevar un zapato de tacón ancho, de dos o tres centímetros de altura como máximo. Los extremos son dañinos; tanto ir plana como con mucha altura. “Siete centímetros de tacón es una barbaridad; las mujeres que van con siete o más tienen asegurado un esguince, una metatarsalgia y problemas de lumbalgia”, señala la especialista de Cruz Roja.

La especialista recomienda llevar unos zapatos de repuesto para la hora del baile

Si aparece dolor después de utilizar este tipo de calzado durante muchas horas, lo ideal es que “cuando nos duchemos, abramos el grifo del agua fría y el del agua caliente de forma intermitente, tres o cuatro veces, para que se regenere el sistema vascular, pase la inflamación y se recupere el retorno venoso”.

También hace falta reposo y, además, una buena opción es rodar por la planta del pie una botella pequeña de agua que previamente se haya metido en el congelador durante un rato. Esto se puede acompañar, indica Arévalo, de la toma de algún antiinflamatorio o analgésico.

Es común que tras varias horas de pie con zapatos poco cómodos –y más si son nuevos– se produzcan heridas, ya sean ampollas o rozaduras. La podológa del Hospital Cruz Roja explica que “en el momento en el que sintamos dolor, hay que quitarse el zapato inmediatamente porque sino se producen ampollas extensivas y quemaduras enormes en toda la planta del pie”.

Hay que evitar todo tipo de apósito con ácido salicílico porque “abrasan” la piel

Es decir, “no hay que aguantar toda la cena con ese zapato, si hace daño hay que cambiarlo” y luego “curar con betadine y acudir a podólogo de forma urgente para que haga una cura adecuada y vea por qué se ha producido”. Por otro lado, es “muy importante” evitar todos los apósitos con ácido salicílico que se venden en farmacias porque “abrasan la piel”.

Pero hay más, ya que las fiestas navideñas suelen caracterizarse por los excesos y entre ellos destaca el consumo de marisco, que provoca la subida del ácido úrico y, en caso de ser propenso, gota;un dolor en el primer dedo del pie.

Los cambios radicales de frío a calor tampoco son buenos ya que es de esta forma como surgen los sabañones. Y puede ser tanto por el brasero como por introducir unos pies helados en agua caliente, por lo que Arévalo desaconseja las dos. Ante todo, “hay que evitar el frío y ponerse calzado adecuado”. En este sentido, destaca que las bailarinas son para primavera, no para el invierno. “Necesitamos un zapato que nos aísle del suelo, que está frío”, aclara.

Por último, recomienda acudir a podólogo al menos cuatro veces al año, “una en cada cambio de estación porque también se cambia el calzado y ahí es cuando se ven todo tipo de patologías”.

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