Votar ha vuelto a ser la excusa para "desayunar de empalme y alargar la noche en el Hangar", reconocían tres amigas en un bar de Ciudad Jardín. También para "tomarse luego una cerveza y ver juntos la carrera de Fórmula 1", contaban otros tres amigos en una terraza del Parque Cruz Conde. Hay gente que le quita hierro desacomplejadamente al hecho de votar, como si el colegio se cruzara en el camino en la misión de comprar el pan de los domingos; y también están los interventores, voluntarios a 40 grados, que se lo toman en serio para salvaguardar que la "fiesta de la democracia" cumpla con sus garantías. Son dos caras de unas elecciones anómalas, marcadas por la fecha en que han sido convocadas o el protagonismo del voto por correo.

La previsión de la Aemet en Córdoba alcanzaba los 40 grados de temperatura máxima. Por eso, la participación se ha disparado a primera hora de la mañana "huyendo del calor", según han asegurado algunos apoderados que lo comparan con otros comicios. Sobre las 12:00 algunas urnas registraban casi un 50% de votos respecto a su censo, "impulsadas por el voto por correo", afirmaban desde ciertas mesas del Eduardo Lucena, el Salvador Vinuesa o el colegio Al-Ándalus.

"Un hombre ha estado quince minutos haciendo cola para votar, porque había mucha gente a primera hora de la mañana, y cuando le he pedido el DNI se había equivocado de mesa. Se ha cabreado y ha dicho que ya no votaba", ha asegurado una presidenta de mesa en el colegio Al-Ándalus que con 23 años se ha estrenado en mesa enfrentándose a situaciones tan esperpénticas como ésta.

La confusión venía justificada porque se han habilitado nuevos espacios más amplios en algunos colegios como medida "antihorno", para desconcentrar el calor en varias aulas, apuntaba la joven presidenta, además de los ventiladores y aparatos de refrigeración aportados por el Ayuntamiento de Córdoba en hasta 43 centros electorales. También botellas de agua para cada miembro de la mesa electoral, aunque "estaban calientes", denunciaban a este periódico.

Ventilador en un colegio electoral en Córdoba.

El 100% de las mesas se habían constituido en Córdoba con normalidad, a pesar de la sospecha que algunos mantenían de que las vacaciones podían provocar algún retraso. "Una mujer que era segunda suplente de vocal ha venido directamente desde una boda, pero no le ha tocado quedarse al final", ha señalado Daniel Fernández, sentado como vocal en sustitución de su padre en el mismo colegio Al-Ándalus. "Le había tocado a él, pero tú puedes delegar tu puesto en cualquier persona siempre que sea de la misma mesa electoral rellenando un papel". 

En otro aula, Beatriz se resignaba ante sus segundas elecciones consecutivas como vocal de mesa, después de haber estado en las municipales de mayo. Esta vez, encima, como suplente. "Esto no está pagado", añadía a la crónica.

A su lado, Ángel debutaba como presidente de mesa "fastidiado" por Manuel, el primer presidente de mesa designado que se libró de sus funciones después de que la Junta Electoral no pudiera localizarlo al estar de vacaciones. Así ha reconocido su "parte de culpa" en plena crónica mientras depositaba su voto en la urna. "Esto no está pagado", replicaba Ángel sobre los 70 euros que cobrará, para acabar sellando la historia con una foto de deportividad entre ambos. 

Ángel y Manuel durante la jornada electoral.

Así, hay otras 947 mesas electorales repartidas en 397 colegios electorales de la provincia que compondrán el anecdotario típico de unas elecciones. Las excusas y razones para votar de 645.288 ciudadanos cordobeses llamados a las urnas este 23 de julio, que definirán a seis diputados al Congreso y cuatro representantes para el Senado. Así de simple.