Opinión

Cien años de la Institución Teresiana en Córdoba: la escuela como bien social

  • La Institución Teresiana cumple un siglo de enseñanza en la ciudad

Alumnos en el colegio Bética Mudarra.

Alumnos en el colegio Bética Mudarra. / El Día

Cuando uno ha tenido la enorme fortuna de pertenecer al claustro de profesores del centro Bética-Mudarra de Córdoba, y después de transcurridos 35 cursos escolares en él, solo tiene uno boca para darle gracias a Dios por la posibilidad de conocer y vivir de cerca una pedagogía humanista y humanizadora, que Pedro Poveda supo transmitir a un grupo de mujeres valientes, con Josefa Segovia a la cabeza, que supieron aceptar el reto y darle vida y sentido a la Pedagogía Povedana, que tanto bien ha supuesto para las reformas educativas que ha sufrido este país a lo largo del siglo XX.

Una pedagogía que como referente y posibilitadora desde el respeto al ritmo de aprendizaje de cada alumno hace posible el desarrollo integral de la persona, y establece como líneas de acción prioritarias la relación familia-escuela y una atención especial a la formación y actualización permanente de su profesorado, teniendo como pauta de acción los valores propios de la escuela cristiana, que busca siempre el fortalecimiento y desarrollo de los principios educativos, que expresados como valores son necesarios y útiles para la convivencia, y poder llegar a aprender a aprender.

Tengamos todos la completa seguridad, y por mucho que pueda molestar, les aseguro que no es por casualidad este hecho tan significativo de 100 años, siendo referente en un campo de la ciencia tan exigente como es la pedagogía y la didáctica, y no solo en los resultados académicos, sino también, en el desarrollo de unos valores esenciales para el conocimiento y la maduración del alumnado, como son: el estudio, la experiencia en el aula, el respeto al ritmo de aprendizaje de cada uno, y así potenciar la responsabilidad, la colaboración y saber compartir.

Una escuela que procura ir siempre acorde al momento social en los que se desenvuelve el alumnado, donde no cabe la improvisación, donde la actualización del docente es una constante y la implicación de los padres y madres en el proceso madurativo de sus hijos no es sólo una teoría sino una necesidad y, por supuesto, el apoyo importantísimo del personal de Administración y Servicios que en su relación con el alumnado refuerzan los valores de convivencia y autonomía personal.

En definitiva, una escuela cristiana donde los valores de la fe, la esperanza y la caridad no se quedan en una repetición memorística sino todo lo contrario en una experiencia vivida acorde a la edad y a las vivencias cotidianas del alumnado, buscando el descubrimiento por sí mismo de unos valores que le permitirán a lo largo de su vida ser solidarios responsables y democráticos ayudando y dejándose ayudar.

Con sinceridad, creo que no solo hay que felicitar a la Institución Teresiana sino también a la ciudad de Córdoba y, de manera muy especial, a la comunidad escolar del centro educativo Bética-Mudarra.

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