La niebla | Crítica

Atrapados por la niebla

Un momento de la representación de 'La niebla' en el Teatro Góngora.

Un momento de la representación de 'La niebla' en el Teatro Góngora. / IMAE Gran Teatro

El Siglo de Oro de nuestras letras se hace eco sobre el escenario del Teatro Góngora para recibir al autor que da nombre a este espacio y su archienemigo literario: Luis de Góngora y Francisco de Quevedo se descubren en La niebla.

La habitación en la que aparecen y por la que discuten, para el clérigo su residencia cordobesa y para el caballero de la Orden de Santiago la celda del convento de San Marcos de León en la que cumple condena, será el punto de partida para que ambos titanes de la literatura castellana reaviven la llama de su eterna disputa.

Entre reproches y puyas en forma de versos que ambos se dedicaron descubriremos el lado humano de dos supervivientes, en una época donde su ingenio estuvo siempre al servicio del poder. Saborearon las mieles del éxito y recibieron el favor de nobles y monarcas, pero también sufrieron la miseria cuando aquel mundo perverso y repleto de intrigas les golpeó en la cara hasta derribarlos.

Recibirán la visita de ilustres personajes para ponerlos en su lugar y juntos descubrirán que, pese a tantas diferencias, existe algo que inexorablemente les une para permanecer en la memoria colectiva.

Chema Cardeña firma, dirige e interpreta este onírico encuentro con un lenguaje directo y cercano capaz de atraer la atención. Sus personajes, aunque achacosos y por momentos algo destartalados, son vitales y esta naturalidad sirve para generar un entramado de situaciones cómicas que gana la simpatía del público.

A él se une la experiencia interpretativa de su compañero Juan Carlos Garés y juntos recrean con gran acierto esta extraña pareja del siglo XVII. Para la recreación cuentan con una puesta en escena de aparente sencillez que conforme avanza el espectáculo muestra mayor sofisticación gracias al notorio trabajo multimedia que despliegan.

La Niebla es una pieza para disfrutar de la creatividad de dos genios universales que también sirve para reflexionar sobre aspectos intrínsecos que forman parte de nuestra vida. De cómo a veces el perro no es nadie sin el gato o el día necesita de su noche. Habla de tiempos remotos y a la vez, en lo que respecta las relaciones humanas y sus entresijos, muestra cómo la historia es una noria que gira y nos llevará a ese lugar donde sólo seremos un recuerdo. Esforcémonos por hacerlo bien.

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