Arte en movimiento
l tendencias El pericón es el abanico que más se vende en Córdoba por las grandes dimensiones de su tela. El lenguaje de los abanicos, con el aumento de la temperatura en la capital, despliega sus encantos decorados en plata y oro


Cuenta la historia que allá por el siglo XV, los navíos portugueses invadieron la isla de Macao, perteneciente por aquel entonces al Imperio del Sol Naciente. Los lusos trajeron a la península la cultura del abanico, un artilugio que rápidamente se expandió por toda España, que ya en el siglo XVIII, se había convertido en uno de los principales productores de abanicos del mundo.
La realidad es hoy diamentralmente opuesta a la de hace cinco siglos. "La venta de abanicos se da cuando se pasa de los 39 grados, que es el momento en que la gente, a pesar de tener abanicos en casa, se compra otro porque no puede aguantar más", cuenta José Cortés, el dueño de una tienda de oportunidades del centro de la capital. El abanico que más se vende en Córdoba es el pericón, "que tiene una tela de gran tamaño y, por tanto, hace más aire", explica el vendedor, quien afirma que la mayoría de sus clientes son extranjeros, "quienes compran sobre todo abanicos para exponer en vitrinas a modo de decoración".
Pero la moda de los abanicos no se implantó en España hasta bien entrado el siglo XIX, cuando se creó el Gremio de Abaniqueros y se fundó la Real Fábrica de Abanicos en Valencia. Hasta que estallara la Guerra Civil española, mujeres y hombres hacían uso de este instrumento de varillas y tela, estas primeras con un lenguaje muy particular. Así, según la posición o el modo en que lo agarraba, la mujer estaba transmitiendo un tipo de mensaje u otro. Cuando apoyaba el abanico sobre sus labios, quería decirle al hombre que le besara; cuando lo deslizaba sobre sus mejillas, te quiero; cuando lo arrojaba, te odio.
La tradición del abanico entró en decadencia durante la Guerra Civil, de ahí que hoy en día, la única escuela-taller de abanicos del mundo se encuentre en Cádiz, aunque todo el material, artesanos y artistas estén situados en los alrededores de Aldaya, un pequeño municipio de Valencia, "donde está la mejor madera de peral y ébano", apunta José Cortés.
La moda también se deja patente en los diferentes tipos de abanicos. Este verano, por ejemplo, se llevan "los colores pasteles, el oro y la plata, tonos que nunca antes habían aparecido en las telas de un abanico", explica José, mientras enseña la gran variedad de abanicos que posee en su tienda. "Desde el pericón hasta el de boda, pasando por el barajero, con las varillas de madera pintadas a mano", cuenta José.
El abanico ha dejado de ser un vehículo de lenguaje invisible y cifrado con el que se podían expresar sentimientos e incluso transmitir contraseñas. Ahora es un complemento más que se suma a las últimas tendencias, aunque siempre respetando la tradición y el folclore. "En las academias de baile flamenco, siguen enseñando a utilizar el abanico", dice José, mientras muestra orgulloso una de las piezas más valiosas de su tienda, "con incrustaciones de nácar".
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