Día de la croqueta

Las croquetas, el sensual juego de la bechamel

La elaboración de las croquetas conserva su ritual.

La elaboración de las croquetas conserva su ritual.

Pablo Neruda dijo que “en una croqueta, sabrás todo lo que he callado”, o algo así era... El día de la croqueta es el día del amor a la gastronomía, de los pequeños detalles que se esconden tras la pasión de este crujiente rebozado. Bocaditos pecadores que, aun siendo de origen francés (el alumno siempre supera al maestro), son más nuestras que para ellos la Torre Eiffel.

Una croqueta es un cúmulo de sensaciones: el sustento de la infancia, el cariño de una abuela, un “pucherito” de familia, una sonrisa del paladar más satisfecho, un llanto de placer y un “te quiero” a mordiscos. En definitiva, una croqueta no tiene definición, no se puede explicar, es un “nada” que lo esconde absolutamente todo.

Llega el momento de la elaboración y, como decía la escritora parisina Ninon de Lenclos, “se necesita más genialidad para hacer el amor y las croquetas que para liderar ejércitos”, o algo así era...

Un bol que retumba sobre la encimera pasional de mármol, cuatro manos que entrelazadas, juegan sensualmente con una bechamel que recuerda al barro más sensual de la película Ghost, fuego en unas miradas que tuestan la harina y un rebozado de almas que, bañadas por aceite de oliva, dan lugar al éxtasis más puro entre fogones.

Croquetas recién hechas. Croquetas recién hechas.

Croquetas recién hechas.

Aunque no se debe perder la tradición de este acto amoroso, la vida sigue su curso y el tiempo es efímero. Por tanto, las recetas de la abuela proseguirán durante siglos gracias a las nuevas tecnologías que ayudarán en este Día Internacional de la Croqueta a seguir con las buenas costumbres, con un manjar a la altura de los mismísimos cielos. Ya lo decía el escritor Yasmina Khadra en su obra Los ángeles mueren por nuestras heridas, “los dioses solo son grandes porque comen croquetas”, o algo así era...

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